Hace ya más de cien años de la creación de una de las obras más emblemáticas de Pablo Picasso: Les Demoiselles d´ Aviñón, la cual cambió el rumbo y la concepción del arte pictórico de la pasada centuria y cuya ubicación equivocadamente se ha situado en el llamado protocubismo, supuesta especie de preludio que anunció al cubismo. Sin embargo, trataremos de situar el lugar y la valoración justa de esta obra, la cual consideramos muy diferenciada del cubismo.
Indudablemente, la obra Las señoritas de Aviñón debe a la historia y a más de una cultura. Pero al mismo tiempo fue la radicalización de su autor hacia una búsqueda de formas sin precedentes dirigida con alta conciencia artística. En ella hay una radical intención de ruptura con la tradición. En este aspecto, Picasso reeditó (con parecida determinación revolucionaria) la actitud de ruptura con el pasado que asumiera Monet en su Impresión, sol naciente (1872), pese a la diferencia de circunstancias históricas en el arte: Manet vivía un momento de pugna campal entre criterios artísticos conservadores y radicales, mientras Picasso vivía la época de las vanguardias, en donde si bien era cierto que no todo se aceptaba, no menos era que no se rechazaba del todo.
Antes de la elaboración de este cuadro Picasso había realizado previamente, durante diez meses, centenas de bocetos, estudios y hasta trabajos como tales (¡cerca de novecientos!). Esta práctica previa evidencia que su autor buscaba, consciente y decididamente, lo nuevo. “Algo” que satisficiera su aspiración. En este sentido, Picasso volvía a ser Monet, quien, pese a muy pasajeras dudas, no desmayaba en su búsqueda de novedad. Y también volvía a ser Beethoven, quien decidió rotundamente, ya cansado de rumiar la tradición clásica de la tríada Bach-Mozart-Haydn, tomar un camino nuevo, aunque le costara la vida. Entonces, Picasso, con apenas cinco lustros de edad, cambiaba el curso de la historia de la pintura con tan sólo una obra (síntesis de un proceso) donde aniquilaba la perspectiva, el volumen, transgredía radicalmente la representación del desnudo y blanqueaba sombras.
El tema de Las Señoritas de Aviñón es la mujer. No sólo la mujer europea, sino la mujer en su multiplicidad racial. La mujer-mujeres. La verdadera mujer universal. He ahí ya una negación a sus predecesores continentales y aun de otras latitudes. No obstante, por la posición en que se hallan distribuidas las cinco protagonistas de esta obra en el espacio del lienzo, se colige la ideología eurocentrista de Picasso: nótese a la mujer europea en el centro de la pintura. Tal distribución, por supuesto, no responde al mapamundi, pues si así fuera la figura de mujer africana debiera ir debajo de la europea y la asiática hacia el oriente. En el mapa mundial Europa no está en el centro del mundo. Eso fue deliberadamente pensado. Eurocentristamente pensado. O quizás haya sido otro de los trastoques del pintor con la intención de cambiar el orden del mundo que buscaba subvertir. O ambos a la vez.
En cuanto a la forma, Les Demoiselles d´Aviñón presenta un fondo generalmente acorde o respetuoso de la tradición (en parte). Son las figuras planas y negadoras de la perspectiva, junto a las sombras blancas o lumínicas que dan la sensación de un espectro cristalino, lo que constituyen la propuesta-apuesta estética. ¿La misma estrategia de Manet en Merienda campestre (fondo de tradición y desnudo subversivo)?
Pero he aquí lo que más nos interesa: ¿Se puede considerar a Les Demoiselles d´Avignon preludio del cubismo? ¿Se le debe llamar protocubismo a este período de la producción de Picasso? ¿Estaba realmente su autor, al realizarla, bajo el influjo de las ideas geométricas de Cézanne? ¿Son protocubistas porque evoquen figuras de Cézanne? En honor a la verdad se ha podido establecer que el primero en presentar cuadros compuestos únicamente de pequeños cubos fue Braque y no Picasso, cuando intentó fallidamente presentar sus cuadros en la exposición del Salón de Otoño de 1908. Esa característica cubista la observó Matisse quien presidía el jurado que rechazó los cuadros de Braque. Las fórmulas de Las Señoritas de Aviñón y familia son diferentes a lo que luego se conocería como cubismo, aunque los trabajos recuerden a los desnudos de Cézanne, pero en ninguna forma a sus ideas ni a sus pinturas precubistas. Las Señoritas de Aviñón y familia son producto del influjo del arte africano, griego e ibérico más que todo. En este tiempo Picasso no tenía fijada su imaginario en la obra e ideas geométricas de Paul Cézanne, quien afirmaba que “Hay que ver en la naturaleza el cilindro, la esfera, el cono”. Nunca habló de cubo, lo que sí pensó e hizo Georges Braque, minuciosa y profundamente. Picasso asume el cubismo luego de ver los cuadros de la exposición de Braque en la galería Kahnweiler en noviembre de 1908. De ahí en adelante, aunque de forma peyorativa y burlona (lo mismo que al impresionismo), se le comenzó a llamar cubismo. Por tanto, la verdadera paternidad del cubismo corresponde a Georges Braque.
Tras esta presentación del pintor francés, Picasso (como buen husmeador de la originalidad) se admiró ante las obras, se le acercó y luego se le unió, ya con la intención mutua de llevar a sus consecuencias más terminantes las ideas de Cézanne, en cuyo desarrollo innegablemente Picasso fue autor clave. Esto, sin duda, cambió la elaboración de lienzos en la dirección de Las Señoritas de Aviñón, en los cuales Picasso dejó de poner atención, lo cual bien pudo deberse tanto a ser esta obra la culminación de ese periodo como a su encuentro con las obras reveladoras de Braque.
El breve pero intensísimo periodo picassiano de Las Señoritas de Aviñón es diferenciable y posee sus cualidades exclusivas, lo cual nos indica que, probablemente, sin el encuentro de Braque y Picasso con la intención de crear de forma definitiva el movimiento cubista, el derrotero de esta obra hubiese sido otro (no de nombre). Igualmente, hubiese sido otra la historia del encuentro de Picasso con el cubismo. Las posibilidades del arte son inagotables. Es decir, que muy probablemente Picasso desarrollase sólo una aventura más larga y duradera, familiar a Les Demoiselles d´Aviñón o que en su proyección hubiese rebasado el ámbito personalísimo de su arte y se hubiese erigido en movimiento o estilo de un grupo o grupos de artistas, así como lo fue el propio cubismo.
Las Señoritas de Aviñón y familia son piezas de la especie deconstrucción-construcción; en cambio, el cubismo (analítico y sintético) responde a la de deconstrucción-reconstrucción. En las obras más cercanas a Les Demoiselles d´Aviñón existen intenciones distintas a los planteamientos precubistas de Cézanne y, sobre todo, a los trabajos esencialmente cubistas expuestos por Braque en 1908. El grupo de trabajos de Les Demoiselles d´Avignon, que no son pocos, constituyen un periodo corto en la dilatada vida artística de su autor (pero único), cuya culminación fue esa misma obra. La poca duración de este período quizás no sólo se deba al logro que para Picasso representó la realización de ese cuadro, sino también a otras razones:
1) el encuentro de Picasso con Braque, cuyas innovaciones le atrajeron, 2) la personalidad abrupta del malagueño de saltar de una forma a otra con rapidez, lo cual tal vez era determinado por la vorágine de ejercicios de imaginería de su genio, potenciado por un contexto artístico de marcha acelerada como el de las vanguardias. Quizás por estas razones este creador no insistió más tiempo por el camino de la casta de Las Señoritas de Aviñón.
Las Señoritas de Aviñón constituye por sí sola un estilo, ya que es la obra representativa de la ruptura definitiva de Picasso con lo viejo, la cumbre de su emancipación estilística, la coronación de una búsqueda incesante, de un ideal estético cuya concretización no le era permitido vislumbrar y ver sino en esa misma búsqueda; pero al mismo tiempo esta obra encarna la transfiguración plena del pasado de la pintura, la construcción de un mundo nuevo bajo los escombros de un pasado en que el genio hizo hallazgos. Fue una gran hazaña. Y eso lo consiguió Picasso, en términos de arduo trabajo, en sólo un año, 1907, hace más de un siglo.
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