(Fotos y video: José Arias y Virginia Moquete)

Junior Jiménez  nació en el 1992.  Pertenece a la última camada de poetas de la ciudad,  junto Frank García y Christian Encarnación. Además de poeta  es actor. Egresado de la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Ha estudiado escritura creativa en la plataforma cultural Moñohecho y  crónica literaria en el  Taller de Narradores de Santo Domingo. El pasado 23 de abril, en Centro Cultural de España,  Lo escuché declamar en la actividad Tres Tristes Tigres junto a los poetas Frank Báez y Frank García. Me atrajo la fortaleza de sus poemas y su manera de rapear sus temas. Decidí entrevistarlo. Aquí les va.

 ¿Por qué escribes? Sé que es una pregunta muy pendeja…  

Yo escribo porque necesito tratar de aliviar mi mente de ciertas inquietudes. Es mi manera, digamos, de enfrentarme a mis preocupaciones fundamentales.

Siendo lo más honesto posible, puedo decir que busco dejar un testimonio de cómo yo veo el mundo. Por otro lado, me aferro a esa ilusión de que a través de mis textos puedo dialogar no solo con los lectores sino con los textos de los autores que más me han impactado.

Yo pienso que primero escribo para mí.  Soy el primero al que tiene que satisfacerle un texto de mi autoría,  sobre todo después de revisitar varias veces y corregir lo escrito. Más allá,  creo que lo interesante es precisamente no saber a quién te diriges; si estás perdido en una isla y mandas señales para que te salven poco importa quien responda siempre y cuando te ayude.

Tú, igual que muchos  escritores nacionales y extranjeros creas tu propio universo emocional a través de los territorios.  En este caso, tu musa urbana es  Villa Juana…

Ya lo decía Cavafis: La ciudad irá en ti siempre. Como sujetos estamos arraigados a un territorio, por tanto, estamos influenciados por el espacio y las condiciones materiales y espirituales propias de ese lugar. La literatura también es extensión de la memoria, y en esta última podemos rastrear ese mapa emocional donde se ha ido forjando nuestra personalidad y carácter, es decir, hay lugares fundamentales que se corresponden con las primeras experiencias fuertes  y  vividas en la infancia y la adolescencia. Villa Juana, donde crecí y aún vivo, es eso: parte fundamental de mi memoria, de donde he escuchado tantas historias que han impactado en mi manera de ver la vida.

A medida que uno crece y se va sumergiendo en la lectura, uno se va dando cuenta que los más grandes escritores siempre escribieron sobre su patria primera. El primer poemario de Borges es “Fervor de Buenos Aires” y René del Risco, en “Viento Frío” hace una descripción de la ciudad de su tiempo no solo física sino también espiritual; y por supuesto tenemos a Don Marcio Veloz Maggiolo y su amada Villa Francisca. Estos autores y otros más me ayudaron a darme cuenta de que Villa Juana necesita un trovador o cronista que la narre, y esto lo he ido asumiendo como compromiso en estos últimos años.

Te acompañas de la música en los escenarios…¿ es un accesorio más o es la manera de motivar al público a escuchar poesía? Lo que se llama Spoken Word…

Es mi manera de acercarme a la tradición oral de la poesía que también tiene un carácter ritual. Los ancestros se reunían en torno al fuego para contarse historias y mitos que explicaban su cosmovisión. Se hacían acompañar  de tambores y danzas; de esta manera podían pasar con mayor facilidad de generación en generación. Lo mismo que pasaba con los trovadores en la Edad Media, la música facilitaba la memorización de las noticias que en aquel tiempo se transmitían en forma de canciones. Para los antiguos la música siempre estuvo unida a la poesía, pienso en los poetas griegos que se acompañaban de algún instrumento de cuerda para recitar o cantar sus textos. Ya con el surgimiento de la imprenta no había que memorizar tanto, por lo que música y poesía fueron tomando su propio rumbo, aunque siempre han estado ligadas.

Por supuesto que la música es un recurso que añade una mayor performatividad a la poesía, la cual tiene una fuerte competencia con otros medios que captan más la atención de las personas. Me gusta pensar que funciona como una herramienta para convocar al público al acontecimiento poético.

¿Para qué sirve la poesía? Otra pregunta pendeja.  Un poeta es como un faro amenazado por  olas gigantes que lo hacen tambalear, pero nunca lo logran.  Ahora en estos tiempos, tienen una gran capacidad de resiliencia a pesar de los algoritmos, Netflix, las redes y su perversidad embrutecedora…

Yo creo que depende desde donde se haga esa pregunta. Por un lado, en esta sociedad utilitarista y enferma con aquello de la productividad, la poesía no sirve para nada. En ese sentido la poesía se convierte en un arma de resistencia ante ese sistema alienante que teme a la reflexión. Por otro lado, la poesía puede servir para mil cosas, por ejemplo, para ordenar nuestras ideas en el intento de explicar nuestro mundo; como ejercicio terapéutico, o simplemente como actividad lúdica. En ese sentido yo creo que la poesía nos conecta con nuestro niño interior que nos permite conservar la capacidad de asombro, lo cual creo que precede al pensamiento filosófico.

¿Cuáles son tus próximos proyectos?

Actualmente me encuentro en proceso de publicar mi primer poemario cuyo título hasta ahora es “Rituales y conjuros”.

Subiendo por la cuesta
de la avenida uno se pregunta,
¿Dónde termina el ocaso y empieza esta hoguera de carros?
si los rayos del crepúsculo han incendiado los autos, o si sus luces son
las que han herido a la estrella. ¿Quién habrá puesto esta cárcel
para los caballeros armados de poliéster hasta los huesos?
¿Quién habrá puesto este oasis a quien le espera en su cuarto un infierno?
Mientras se desangra el día, uno puede preguntarse ¿Cuál es su Tierra Prometida?

Hay que validar a los nuevos valores. Gracias, Junior…

 

José Arias

Periodista y escritor

Periodista y escritor

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