La poesía de Franklin Mieses Burgos es un golpe de luz en la sombra, un viaje hacia lo más profundo del ser humano. Según Freddy Gastón Arce, su obra se distingue por su musicalidad y fuerza simbólica, con imágenes recurrentes que refuerzan su misterio y profundidad existencial. Influenciado por el existencialismo, transforma lo cotidiano en una búsqueda metafísica, donde la palabra se convierte en un territorio de asombro y revelación. A pesar de haber sido autodidacta debido a una enfermedad en su infancia, su poesía alcanzó una dimensión universal, consolidándolo como una de las figuras más influyentes de la literatura dominicana y latinoamericana. Entre sus poemarios destacan Clima de Eternidad (1944), Torre de voces (1929-1936) y Ángel destruido (1950-1952), entre otros.
Los poemas contenidos en Torre de voces reflejan un profundo anhelo por descubrir expresiones artísticas que surjan del entorno nacional. En Canción de la voz florecida, versos como: Yo sembraré mi voz en la carne del viento / para que nazca un árbol de canciones sugieren la fusión entre arte y naturaleza, mientras que la metáfora habrá una pena blanca, que no será la luna evoca la sensibilidad y el dolor como fuentes de la creación poética. A través de imágenes simbólicas, el poemario resalta la conexión entre el acto creativo y la esencia misma de la vida.
Compuesto por doce poemas denominados Canción, Torre de voces armoniza la naturaleza y el sufrimiento para estimular la imaginación del lector. Imágenes como: fruta alta, recién amanecida y carne florecida del viento expresan la creatividad poética vinculada al entorno, un rasgo común en los artistas de la Poesía Sorprendida. El poemario celebra el arte como una manifestación de lo cotidiano y critica un mundo que ha olvidado cómo cantar. Así, las palabras se convierten en una herramienta tanto de percepción y emoción como de liberación, permitiendo una reinterpretación de la realidad.
Por otro lado, Propiedad del recuerdo ahonda en la existencia y el ser desde una perspectiva filosófica y existencialista. En Monólogo del hombre interior, el poeta establece una relación entre lo humano y lo trascendental, planteando preguntas sobre el sufrimiento y el vacío: Allí donde acontece / la humana concurrencia / del cielo y del infierno. Todo el poemario gira en torno a la búsqueda de sentido, explorando la dualidad del bien y el mal, la soledad y la angustia, para finalmente concluir que Nada existe a no ser nuestra propia existencia. Así, Burgos expande su creatividad más allá de la naturaleza para cuestionar la condición humana en todas sus dimensiones.
El universo simbólico de la poesía se Franklin Mieses Burgos
El universo simbólico en la poesía de Franklin Mieses Burgos se caracteriza por la repetición de imágenes y términos que intensifican la musicalidad y profundidad de sus versos. En Esta canción estaba tirada por el suelo, la reiteración de palabras como canción, hoja muerta, ignoraba y sombra refuerza la fragilidad de la vida y la búsqueda de lo trascendental. Además, comparaciones como leyenda de un árbol de voces conectan el mito con la naturaleza, sugiriendo un diálogo entre lo cotidiano y lo eterno, entre lo sagrado y lo profano. De esta manera, la poesía de Burgos se convierte en un espacio donde la realidad se transforma en símbolo y el lenguaje revela dimensiones ocultas de la existencia.
El poeta también explora la introspección y la soledad a través de la figura del ángel caído, como se observa en ¿Quién eres tú que pasas por la desierta orilla de la noche gritando?. Aquí, el hablante lírico expresa su deseo de regresar a un estado de gracia mientras enfrenta el dolor y el desamor. La voz poética busca un refugio en la soledad y la paz interior, en un mundo que revela la condición humana en su máxima vulnerabilidad. La imagen del demonio solitario o arcángel desterrado sugiere la lucha interna del poeta con su propia existencia, en un constante vaivén entre lo humano y lo divino.
Por otro lado, en Ángel destruido, Burgos emplea imágenes como la gran piedad y la jubilosa voz de la semilla, que evocan la energía vital del ser humano y su capacidad de transformación. En Desvelado Caín, recurre al mito judeocristiano para explorar la dualidad del ser humano y la universalidad de sus conflictos. Asimismo, en Viva muerte, examina la relación entre la vida y la muerte con símbolos como una viva muerte por la tierra, sugiriendo la transitoriedad de la existencia. A través de estas imágenes, Mieses Burgos no solo profundiza en la condición humana, sino que también invita al lector a aceptar el ciclo inevitable de la vida y la muerte.
La universalidad de la poesía de Mieses Burgos
La universalidad de la poesía de Mieses Burgos radica en su capacidad para explorar temas fundamentales de la existencia humana. Influido por el existencialismo, articula experiencias que trascienden diferencias culturales y temporales, lo que permite al lector establecer un diálogo con los aspectos más íntimos de la condición humana. Su poesía se convierte en una herramienta para reflexionar sobre la existencia en el mundo contemporáneo, extrayendo temas de la mitología grecolatina y judeocristiana para representar al hombre en todas sus dimensiones.
En el poemario Torre de voces, versos como Yo sembraré mi voz en la carne del viento / para que nazca un árbol de canciones, del poema Canción de la voz florecida, reflejan el anhelo universal de dejar huella, ya que las expresiones poéticas forman parte de la continuidad de la vida. Más allá de esto, el poema ¿Qué serafín es ese? aborda el misterio de la existencia humana, en especial la búsqueda incesante de la verdad. En este sentido, la verdad que el poeta manifiesta no es absoluta ni objetiva, sino cambiante, subjetiva y difícil de captar, lo que permite que su poesía resuene de forma atemporal en distintas culturas, reflejando el anhelo universal de alcanzar la verdad.
Mi verdad es tan sólo
un reboso de luna esparcido en el agua;
mi voz vive distante como un clamor ausente
de la carne perenne que concreta las cosas;
pero a pesar de todo yo sigo siendo un niño
sorprendido entre tantos
crespones transparentes
y entre tantas verdades podridas como sombras.
El mito en los poemas de Franklin Mieses Burgos
El poeta, de propensión mítica, actúa como un mago que transforma la realidad en símbolos y alegorías verbales. Mieses Burgos, como poeta mítico, encarna esta figura al convertir la palabra en una herramienta creadora de gran poder. Según Mircea Eliade, el mito es el relato de una creación, un testimonio sagrado de cómo algo comenzó a ser. En este sentido, en el poema Esta canción está tirada por el suelo, el poeta resalta el poder generador del lenguaje, reflejado en el verso Al principio era el verbo. Aquí, la palabra yace como hojas muertas, pero puede ser tomada y renovada de manera creadora, tal como sucedió en el origen del mundo. Así, el mito y la poesía convergen en la capacidad de la palabra para dotar de significado y trascendencia a la experiencia humana.
En Ariel esperanzado, Mieses Burgos recurre al mito judeocristiano para representar la condición primigenia del ser humano mediante la figura de nuestro Adán de angustias. El poeta asocia el cordero con las estrellas, vinculando el sacrificio pascual con una realidad espiritual de amor, sacrificio y pureza. En el poemario Clima de eternidad, el poema Prometeo inmortal representa la lucha constante del ser humano por la libertad y la transgresión de los límites divinos. Prometeo, símbolo de desobediencia en la mitología griega, sugiere la capacidad humana de reinventarse, como se expresa en los versos: Cada uno a su propia cavidad primitiva; / cada uno a su cueva personal aborigen. La poesía, en este caso, se erige como un acto de creación y resistencia frente a las imposiciones divinas y terrenales.
En Ángel destruido, Mieses Burgos reflexiona sobre la condición humana a partir de la relación entre Dios y su creación. Dios, al haberlo creado todo, no deja nada al hombre, generando en él un hastío existencial. Este hastío se convierte en la fuente del mal, una carga que el ser humano lleva en el alma como una suerte de pecado original. Los versos Ahora tengo el anillo cerrado de su nombre / como una gran cadena sobre mi corazón reflejan la angustia ante la inmutabilidad divina. Este sentimiento se amplía en Barro inaugural, donde se contrapone la fragilidad del barro con la creación, subrayando la fragilidad y la imperfección como elementos inherentes a la existencia humana.
En Mensaje a las palomas, el poeta retoma el relato del Diluvio para explorar la dualidad del ser humano entre lo sagrado y lo profano. En Adán de angustia, resalta el sufrimiento y la desolación de la humanidad, un tema que se expande en Primera y segunda soledad, donde se aborda la lucha por encontrar sentido en el universo. En la primera parte, Adán busca compañía, mientras que en la segunda enfrenta la alienación del mundo moderno. En Eva recién hallada, Eva es símbolo de esperanza, pero también de lucha por la libertad ante las limitaciones impuestas. Se le describe como luz y vida y a la vez espada fina, reflejando la tensión entre la redención y la adversidad.
El poemario culmina con Desvelado Caín, donde Caín encarna la rebelión del hombre contra Dios. Al matar a Abel, destruye lo preestablecido y da origen a la muerte, un concepto que no había sido creado por Dios. La poesía de Mieses Burgos otorga a Caín un papel trascendental como el inventor de la muerte, como se expresa en los versos: A la orilla del aire yo destruyo el aliento / del ángel, la paloma. La figura de Caín simboliza la ruptura con lo divino y la instauración de una nueva realidad donde el hombre es dueño de su destino.
En 12 poemas y una canción a la rosa, Mieses Burgos explora temas universales como la muerte, el amor y la fugacidad de la belleza. Su estilo fusiona el barroco, la musicalidad del verso y el romanticismo, logrando una poesía que trasciende el tiempo y el espacio. En el poema A la sangre, se evoca el sufrimiento humano y la conexión con lo divino a través de la metáfora del agua: Agua de soledad, agua sin ruido, / desatado cristal de pura fuente. Con una riqueza en imágenes y sonoridad, su poesía se convierte en una introspección profunda sobre la existencia.
La obra de Mieses Burgos también está marcada por un fuerte sentido de identidad dominicana. En Paisaje con un merengue al fondo, el merengue se presenta como un símbolo de resistencia y memoria colectiva, vinculado a la denuncia de la esclavitud y la opresión. En Elegía por la muerte de Tomás Sandoval, el poeta exalta la naturaleza y la identidad racial dominicana a través de imágenes que remiten al dolor y la pérdida: ¿Quién ahora, llorando, te alzará desde el fondo solitario del mar?. Finalmente, en Elogio de la palma, se resalta el arraigo cultural y la lucha del pueblo dominicano frente a las adversidades históricas. Pese al olvido en su propia tierra, la obra de Mieses Burgos dejó una huella indeleble en la poesía dominicana, con un estilo que fusiona el surrealismo con la tradición clásica, proyectando su voz más allá de su tiempo y espacio.
Compartir esta nota