Mariano Peyrou, en su libro Tensión y sentido, refiere que Víctor Hugo, en su afán por diferenciar los géneros literarios, distingue la escritura dramática como la que expone los pensamientos, la escritura narrativa como tendencia que relata los hechos y la escritura poética como aquella que expone los sueños. Si fuera a buscar una definición del poeta Franklin Mieses Burgos, sería la de un expositor de sueños.

Mijaíl Bajtín ha utilizado los conceptos de hibridación y dialogismo en la literatura, especialmente en sus análisis de la novela. El término híbrido es multidisciplinar y en Latinoamérica ha sido utilizado en los estudios culturales sobre la emergencia de la mulatidad, las lenguas criollas y los nuevos saberes. García Canclini se refiere con ello a procesos de tradiciones socioculturales que, al imbricarse, han dado como resultado nuevos imaginarios.

El término llega a la poesía, pasando de poética transcultural a intertextual, como semiótica multimodal, en tanto que el texto poético se expresa en determinaciones de formatos que desafían la clasificación de géneros tradicionales, y supone una relación de intermedialidad más allá del texto escrito, y puede llevar la poesía al cuerpo, a la escena, al color.

A decir de Antonio Fernández Spencer, en la poesía de FMB no se expresa el logos, sino el mitos. Hallamos mitos y logos en relación dialógica con cierta ontología filosófica, donde el poeta podría ser definido como mistagogo, descifrador de misterios. En su obra aparecen símbolos de la mística cristiana: Serafines, ángeles caídos, anillo de Dios, rosa mística. 

La dialogía de su poética con otros géneros, la hibridación y emergencia transtextual que de ella deriva en el contexto del texto, serían neologismos impensables en la aldea dominicana de mediados del siglo pasado, donde el aeda produjo su bibliografía. Sin embargo, el poeta auténtico está siempre unos pasos delante de su época; como Shelley, que intuyó la Beat Generation antes que Allen Ginsberg naciera.

Para tratar de demostrar tal hipótesis de hibridación en Mieses Burgos, hemos elegido el texto: Héroe, poema con intención escénica en dos sueños. Fue probablemente escrito en la década del cincuenta como un texto de esencia poético-lírica, armado con el formato del drama. En perfecta combinación de sus partes estructurales montadas entre diálogo y versos, y discurriendo en los sueños de unos personajes donde el eje central es la pasión.

El drama inicia en una hora indecisa, con dos mujeres separadas por su raigambre de clase, pero unidas en el amor a un joven rey que huye ante el conflicto social. El rey siempre había odiado “el instinto aglutinante de rebaño, instinto que a la postre devora sus pastores”.  Él no amaba en modo alguno al pueblo. La masa para él significaba caos… La forma primigenia de vivir para el hombre”… En cambio, “el yo constituía la máxima conquista del individuo humano… el don maravilloso cuya noble raíz sostiene en soledad al hombre como a un dios”. Es evidente el diálogo con cierto existencialismo y el acercamiento a la filosofía individualista de Herbert Spencer.

Franklin Mieses Burgos.

Esta búsqueda filosófica se expresa en el personaje Critis cuando afirma: “Se ve que en él el monstruo de la masa no pudo despertar el instinto gregario que en los otros persiste desde cuando la tribu era el patrón de convivencia”. Sin soltar los elementos centrales de su poética como las imágenes, la yuxtaposición y la pregnancia, el poeta aborda el drama y abre el segundo sueño con el coro como en las tragedias clásicas.

Es precisamente en el segundo sueño donde el monólogo de Cibelion, el joven rey a quien se le atribuye en la primera parte una ética de la soledad, eleva el canto lírico propio de la poética de Mieses Burgos:

Ahora que sucumben las últimas  columnas

del gran templo y la noche del individuo vuelve

seguida de su antigua familia de tinieblas

de sombras que no caben en  el pecho más hondo.

Ahora. Sí. Ahora que sé que estoy perdido delante de las cosas…

Este fragmento retoma en clave poética la sentencia filosófica existencial que esbozara en el primer sueño Critis, la enamorada del rey. La noche del individuo es alegoría de las masas y, al mismo tiempo, analogía de la angustia donde contrasta la libertad buscada a través de la lejanía de la muchedumbre que duerme en la entrada más honda del silencio. Eco y silencio conforman en el poema el oxímoron que corona cierta lógica de los opuestos.

En otra referencia dialógica con la filosofía existencial, el Coro responde al joven rey:

En él (el mundo como metáfora de los otros) solo nos queda la gloria de existir ¡De ser para la nada! (Entrada de Heidegger en este diálogo).  (Cursivas son mías).

El poeta se proclama hombre, existente que se busca en la más radical aventura: la libertad. Y desde allí establece un dialogo con la filosofía, entra y sale de textos y pensamientos, se apropia de la escritura dramática en lo que Theodore Adorno define como una realización autosatisfecha.  El poeta es el hombre hacia la eterna fuga de sus propios fondos.

El rey insiste:

Seré mi propia torre

Mi mismo monumento erguido en el desierto

porque mía es la noche de sombras que envuelve  

Pero sucumbe herido por la flecha del guardián símbolo de la masa que rehuyó. 

Coro de campesinos: 

Una noche debajo de la cual, mortalmente

¡el hombre desfallece herido por el hombre!

¡Poema-drama: lírica y diálogo, es la perfecta hibridación de un gran poeta nuestro! 

 

César Augusto Zapata

Psicólogo, poeta y educador

Piscólogo, escritor, poeta. Premio Internacional de Poesía Casa de Teatro 1994. Director de la Cátedra de la Edgar Morin, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

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