(I de III)

El sujeto, como ente pensante, es una realidad latente en un tiempo y un contexto determinados. Dudar forma parte de su reacción ante realidades que ocurren a su alrededor o que integran su vivir —o su desvivir.
Tan pronto el sujeto asume la duda, entra en un estado de búsqueda de una realidad determinada. Duda de aquello que no acepta como certeza o como verdad razonada. Toda duda conduce a la construcción de nuevos saberes.
Ese estado de dudar es también parte de su pensar y razonar. Desde la antigüedad, la duda ha sido objeto de estudio por distintos filósofos, tanto en el contexto de los clásicos como en el marco de la filosofía contemporánea.
La duda se ha constituido como una necesidad del sujeto en su estado reflexivo. Desde Sócrates y sus diálogos, hasta René Descartes y su duda metódica, el cuestionamiento y la búsqueda de la "verdad" o de la certeza como acción crítica hacen del sujeto un ser reflexivo e inquisitivo.
Aquello que se nos presenta como cierto entra en un estado de cuestionamiento, y esa búsqueda ha contribuido al desarrollo de la filosofía, la ciencia y la cultura en nuestro presente histórico.
En este caso, caemos en la duda de la duda. Esto implica escudriñar en la verdad —o en la falta de certeza— de aquello que se asume como una verdad absoluta.
Es ahí donde este estudio pretende profundizar: en la duda de la duda. Lo que implica inducirnos al reclamo de una verdad razonada, y no admitir como verdad todo cuanto se nos presenta en nuestro contexto existencial.
Desde esa perspectiva, la crítica conduce a una reflexión profunda del sujeto, convirtiendo la duda en la razón de su pensar, desde una visión autocrítica. Esto abre paso a la creación de nuevos espacios cognitivos y argumentativos.
Al dudar de la duda, el sujeto-autor nos sitúa en un estado de cuestionamiento inducido, en la búsqueda y el reclamo de otros conocimientos o saberes.
Esa es la meta del sujeto-autor en esta obra sobre la duda de la duda: llevar al lector al plano de la autocrítica reflexiva, descartando la aceptación de cualquier verdad que no haya sido demostrada o comprobada mediante el razonamiento crítico, tal como lo hizo Descartes al desmontar creencias inciertas, o como lo hizo Sócrates a través de sus reflexiones, en procura de conocimientos filosóficos fundacionales.
Cuando el arte interviene en los espacios vivenciales, introduce la multiplicidad de sus sentidos, desde saberes que sustituyen la simpleza y la cotidianidad por lo trascendente.
Es desde esa tesitura que se manifiesta el poder polisemántico y transformador de la lengua, haciendo de lo estético un recurso expresivo y sugerente.
Es el instante de buscar las manifestaciones del discurso que, aunque no siempre nos llegan desde la escritura, nos conmueven y nos invitan a asumir una posición frente a su existencia.
Es, entonces, el momento de reinterpretar su cosmoexistencia y la base conceptual de la organización de su corpus visual, ya sea desde la pintura, la escultura o la poesía.
Y es ahí donde entra la filosofía como base integral del lenguaje, desde los soportes lingüísticos de su discursividad, en las acciones del sujeto en movimiento.
Toda acción del sujeto, de manera consciente o inconsciente, es un hacer filosófico: es un filosofar. Eso es lo que recorre los espacios en blanco de esta obra: un filosofar vinculado a la instauración del pensamiento crítico en el sujeto, como ente pensante en permanente acción.
Había que construir este marco teórico introductorio para adentrarnos en el abordaje crítico de la discursividad que recorre los tejidos cognitivos de esta obra.
La integración temática de esta obra está representada por dieciocho (18) amplios capítulos, todos centrados en esa disquisición filosófica y hermenéutica que conlleva la duda como estado espiritual y natural del sujeto.
Desde aquí se abren múltiples espacios que nos sitúan, como padres, tutores o maestros, en la tarea de formar a nuestros niños, adolescentes y adultos en la realidad de ser sujetos cuestionadores, autocríticos, reflexivos y creativos.
En el plano de la existencia de una filosofía cognitiva en la República Dominicana, se trata de un aporte fundacional en el ámbito académico. Esta obra nos convoca a asumir el reto de saber pensar, saber mirar y saber asumir creencias.
Es un filosofar hermenéutico que, políticamente, representa un reto para el sistema educativo neoliberal que hoy predomina en nuestros centros de enseñanza primaria, secundaria y en nuestras academias.
Esto hace que esta obra trascienda su ámbito de cognición para ser vista y asumida como un significativo aporte al pensamiento filosófico latinoamericano.
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