En ocasiones anteriores había leído y escrito sobre la narrativa de Leo Silverio. En esta ocasión me corresponde fijar una opinión sobre su libro de micro relatos titulado "Herejías, irreverencias, atrevimientos", con edición al cuidado del autor y una portada con imagen sin título, técnica mixta 40×52′, de la pintora Rosa Esther Lamarche.
La obra tiene un prólogo escrito por el poeta José Mármol. Está integrada por 99 págs. (Editorial Santuario. Santo Domingo, República Dominicana, 2025). Contiene un total de 54 micro relatos o cuentos breves.
La extensión, en cualquier escrito, no puede, no debe ser, el parámetro a determinar en relación a la calidad y la solidez escritural de un texto, sino su contenido o el valor que le otorga el manejo de la palabra, en este caso, palabra escrita, en el trabajo.
Eso es lo que ocurre en esta obra, donde la brevedad es el referente técnico, por lo que el sujeto-autor, asumiendo el uso de la brevedad, deja fluir su narrar hacia los universos de la síntesis.
La síntesis funciona aquí como un significante expresivo que genera multiplicidad de sentidos. Aquí, el narrar nos dice y ese decir se constituye en un generador conceptual que nos remite a otros espacios y acciones, más allá de los dichos por el sujeto narrador.
Es que narrar va más allá del contar hecho. Sobre todo, cuando el sujeto-narrador tiene conciencia plena de su hacer y planifica lo que pretende lograr de los lectores o de las lecturas.
Aunque no veo en esta obra las herejías que plantea el sujeto-autor en el título de esta obra, sí que puedo palpar y sentir su atrevimiento, como creador que parte de su imaginario vital, para contarnos lo que sueña: Sus utopías.
En estos micro relatos, la cotidianidad vital del sujeto-autor es la gira y nos dice de la experiencia sentida y vivida por el sujeto-autor.
Lo religioso es sostenido aquí, como base temática, en algunos micro relatos, como los titulados "Barrabás" (Pág. 20, obra citada); "Caín & Abel" (Pág. 21, obra citada); "Conjeturas" (Pág. 22, obra citada); "¿Contradicción?" (Pág. 23, obra citada).
De manera ingeniosa, bastante creativa, el sujeto-autor nos presenta una mirada disidente sobre lo religioso. Le da un giro y un ritmo expresivo, que proyecta una multiplicidad de valores morales, éticos y estéticos que sale del orden de lo común y cotidiano, para adquirir valor filosófico y valor humano.
En estos micro relatos, el ser humano es centro del contar, en estos decires. Aquí nos cuentan visiones y concepciones que trascienden lo visto y vivido por el sujeto-autor, porque en cada uno de esos micro relatos hay un sujeto-narrador diferente, distinto y distintivo, con el marcado propósito de sorprender al lector o a la lectora.
Hasta los temas históricos son escogidos aquí por sujeto-autor, para dar sentido a temas y situaciones que adquieren otros sentidos cuando son trabajados desde una mirada ficcional.
Contar, decir o narrar, desde la brevedad, es asumir la lengua más allá de lo comunicativo o de lo expresivo. Es también hacer, desde la lengua en uso, un diagnóstico de lo que vivimos, sentimos e imaginamos. Y eso es lo que el sujeto-autor hace desde su narrar, en estos micro relatos.
Esta es una obra narrativa que, desde su narrar, se constituye en reto para cualquier escritor de narraciones, porque la brevedad o el uso de la síntesis en la escritura es una tarea para sujetos-autores con probado dominio de la lengua, tanto desde la oralidad como desde la escritura. Y este sujeto-autor, aquí nos deja constancia de su dominio del discurso narrativo.
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