SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La entrega del Premio Caonabo de Oro al escritor e historiador Frank Moya Pons fue el escenario utilizado por el periodista Fausto Rosario Adames, director de Acento, para reivindicar la forma revolucionaria, y siempre apegada al dato, del intelectual dominicano, el que consideró como el más leído autor de libros sobre temas históricos de la República Dominicana.
“Frank Moya es más revolucionario y progresista que una gran parte de los intelectuales que se han proclamado ideológicamente marxistas y han publicado estudios peligrosamente conservadores. Silvio Torres Saillant no se cansa de decir que estamos ante un autor decididamente subversivo, pero que no es estridente ni produce discursos de barricada. No es necesario, y no es su tarea ni su responsabilidad”, expresó en su semblanza el periodista.
Cuestionó que analistas de la historiografía dominicana hayan tratado de buscar posicionamientos ideológicos en las investigaciones del doctor Moya Pons, y que de ese modo también hayan desconocido su incidencia en la enseñanza de la historia, particularmente despues de publicado el ya memorable Manual de Historia Dominicana.
“Buscar adhesión o adscripción ideológica en la obra de Frank Moya Pons sería reducir una intensa y abarcadora labor intelectual de más de cuarenta años. Debatir su obra entre los escritores liberales o conservadores o buscar una metodología del trabajo en correspondencia con los planteamientos del materialismo histórico es cerrar inmerecidamente un trabajo tan abarcador como democrático, que rompe con una tradición en la historiografía dominicana vinculada a la dictadura de Trujillo o a las limitaciones de todo tipo que ese régimen impuso”, dijo el periodista.
A continuación el texto completo de la presentación de Rosario Adames, la noche del 8 de noviembre, en la Biblioteca Nacional de la República Dominicana, en donde también fueron reconocidos el periodista Lipe Collado y el intelectual cubano Elíades Acosta:
Presentación en la entrega del Premio Caonabo de Oro 2016
Al doctor Frank Moya Pons, por su labor como escritor e historiador
A Frank Moya Pons casi todo el mundo lo conoce como el historiador dominicano de mayor arraigo en la contemporaneidad, como el más sistemático en la investigación y divulgación de los procesos históricos, y como un intelectual obstinado en la defensa de principios y valores, aparte de ser conocido como un hombre que defiende la riqueza natural de la República Dominicana.
Me complace presentarlo de un modo diferente del historiador que irrumpió en la historiografía moderna con el libro La Española en el Siglo XVI, cuando era profesor en la Universidad Católica Madre y Maestra, e incipiente conferencista en algunas de las academias universitarias más acreditadas del continente. No hay que añadir que es hoy es uno de los más consagrados intelectuales dominicanos, frecuentemente invitado a ofrecer conferencias en las más prestigiosas universidades de los Estados Unidos y de Europa.
No hace justicia, en nuestro criterio, el doctor Roberto Cassá en particular con el doctor Moya Pons. Adscribirse a un planteamiento ideológico no necesariamente es sinónimo de rigor ni de seriedad.
El premio Caonabo de Oro se ha encargado en esta ocasión de reconocerlo como “escritor”. Tremendo desafío, el mismo año que el premio Nobel de Literatura ha sido concedido al cantante Bob Dylan, y que ha generado tantos celos en el ámbito de la literatura.
Entiendo que los miembros del jurado habrán tenido sus discusiones ante la disyuntiva de separar al historiador del escritor. Son más de 30 los libros publicados, la mayoría de ellos abordando aspectos de la historia dominicana, desde la etapa precolombina hasta la actualidad. Por eso, a nuestro autor se le conoce esencialmente como historiador, y porque varias generaciones dominicanas se han formado precisamente leyendo los libros de historia que ha escrito el intelectual que esta noche la Asociación de Periodistas y Escritores reconoce.
Hace apenas unos días fuimos testigos del más reciente libro dado a conocer por nuestro autor, publicado con el patrocinio de la Academia Dominicana de la Historia: El oro en la historia dominicana. Pido no olvidar que desde que se inició en los asuntos históricos nuestro personaje se interesó en las plantaciones mineras y en particular en el oro y su incidencia en nuestra historia, y a inicios de la década de los 80, publicó un ensayo sobre el oro en la historia dominicana.
La lectura de la amplia bibliografía de Frank Moya Pons nos descubre a un intelectual e historiador intenso, con un conocimiento profundo de la identidad y de los procesos políticos, sociales y económicos que definen a la sociedad dominicana.
Libros recientes, como El gran cambio, o Invasión y conquista de la Española, o su participación destacada en el tomo I de la Historia General del Pueblo Dominicano, nos colocan ante un escritor profundo, con posiciones sobre la marcha de la sociedad dominicana hacia la prosperidad y el desarrollo, y con una convicción poco común entre los intelectuales y escritores dominicanos, en el sentido de que son los procesos los que definen las sociedades y no necesariamente los individuos.
Por eso, el galardonado de esta noche no escribe biografías, ni se ocupa -como lo hacen otros escritores- de los hombres que transitan los diversos caminos de la historia y sus avatares. Nuestro autor nos pone, siempre que tiene la oportunidad, ante grandes acontecimientos que definen el curso de la historia nacional y la vida de la sociedad dominicana.
Claro, eso no quita que los procesos sean conducidos por hombres y mujeres de carne y hueso, que inciden y definen los procesos políticos y económicos. El escritor reconocido con el Premio Caonabo de Oro se ha ocupado de plasmar con insistencia la descripción e interpretación de los procesos políticos y económicos, y entiendo que allí reside uno de los puntos que le diferencian de otros importantes escritores dominicanos.
El hecho de que analice y estudie, y narre mucha veces los procesos políticos y económicos o migratorios, no significa que este escritor se despreocupe de los los pequeños asuntos de la historia, como los que nos cuenta en su libro La otra historia Dominicana, y en los que se registran los orígenes de la sociedad dominicana a través de aspectos como las recuas, los caminos, la economía del conuco, entre tantos otros, presentados de una forma tan didáctica que pueden ser entendidos por cualquier ciudadano.
Ese mismo camino se retoma en libros como El oro en la historia dominicana, pues Frank Moya Pons es un andariego, que conoce cada rincón del país, sabe dónde nace cada río, cuántas veces atraviesa el río Yuboa la Autopista Duarte, y ha dedicado tiempo para explorar las entrañas de nuestros mares, en especial en busca de barcos y galeones hundidos, o ha recorrido como aviador, amante de las avionetas, cada parte de espacio aéreo de nuestro territorio.
Por eso, no es de extrañar que nuestro autor sea, además de escritor, historiador, aviador, buzo, y antropólogo, con un doctorado en Historia del Caribe, y que sea también geógrafo, autor de uno de los libros más interesantes y completos sobre la geografía dominicana, pero que aún no ha sido publicado. Tampoco debe ser extraño que el tercer capítulo de la Historia General del Pueblo Dominicano, escrito por nuestro autor, se titule sencillamente Introducción Geográfica.
Como ya hemos mencionado, el autor reconocido no nos escribe solo de historia. También nos analiza y describe el presente, aunque acostumbre a afincarse en la historia, como ocurrió con su tesis sobre la formación de la clase industrial dominicana, titulado “Empresarios en Conflicto. Políticas de Industrialización y Sustitución de Importaciones en la República Dominicana”.
Pocos intelectuales y escritores han realizado una labor tan intensa de enriquecimiento de nuestra bibliografía como lo ha hecho él. Es un anotador que no pierde detalles, que registra cada acontecimiento, cada dato, cada título, y que nunca descansa. He conocido pocas personas con una capacidad tan extraordinaria para ocuparse de varios asuntos a la vez, y abordarlos con profundidad y destreza, y siempre siguiendo un hilo conductor apegado al dato, sujeto a los sucesos, porque tiene la costumbre de confirmar con varias fuentes los temas que le atraen y sobre los que escribe.
Nuestro autor trabaja pensamientos, ideas, datos y se ocupa de que los mismos consten. Como lector no se detiene, es voraz y tiene capacidad de engullir datos con rapidez y destreza. Ha desarrollado su propio método de lectura y descubre con una tremenda capacidad lo que tiene valor e interés de lo que no.
Es su idea, y creo confirmarla aquí, que ya tiene completa su cuota de lectura de ficción y que ahora solo le queda tiempo para temas de actualidad y de historia.
Frank fue el editor de más de 20 libros acerca de problemas económicos y sociales dominicanos contemporáneos, publicados a partir de 1981.
También fue el editor de el libro El Batey, un estudio para el Desarrollo Socioeconómico de los bateyes del CEA. Participa del proyecto de Historia General del Pueblo Dominicano, que ya lleva dos tomos publicados, y fue el coordinador de la Historia de la República Dominicana, publicado en España por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, como parte de una Historia de Las Antillas, y ha publicado siete tomos con tres bibliografías especializadas que no tienen parangón en nuestra industria editorial.
Una es la Bibliografía de la Literatura Dominicana (1820-1990) y la otra es Bibliografía de la Historia Dominicana (1730-2010). Una tercera publicación es la Bibliografía del Derecho Dominicano (1844-1995) que abarca las ciencias jurídicas, que se encargó de publicar en dos tomos junto con la especialista Marisol Florén.
Se trata de obras monumentales, exhaustivas, que recogen prácticamente todo lo que se ha publicado, y que tiene dignidad para ser recogido y anotado, sobre Literatura e historia y sobre ciencias jurídicas. Esas bibliografías sirven en particular a los especialistas que desean estudiar algunos temas y quieren saber cuánto se ha escrito, dónde y por quién sobre el asunto de su interés.
Pareciera algo ocioso. Pero no lo es. Solamente alguien con la paciencia y la pasión por la investigación, con el amor por el dato como él, puede emprender una tarea tan difícil. Él mismo lo cuenta, que apenas comenzó un curso de historia con Vetilio Alfau Durán, en 1962, dio inicio a un fichero bibliográfico -inexistente entonces-, pero que serviría para todos los que quisieran sistematizar los estudios sociales, políticos y dar pasos intelectuales más allá de lo aportado hasta entonces.
Quería organizar sus lecturas y emprendió esta tarea que aún mantiene. En 1968 anunció como proyecto de investigación la ampliación y organización de su fichero, llamándolo Bibliografía Histórica Dominicana. Miren lo que ha ocurrido, se han publicado siete tomos, el autor donó los ficheros a la Academia Dominicana de la Historia, y mantiene una base de datos actualizada con una universidad de los Estados Unidos. Nadie, en nuestra historia ha logrado algo como esto: Emprender la tarea de fichar, organizar y resumir, para que otros tengan ya el camino recorrido, 16,188 libros y folletos publicados, organizados por autor, materia, fecha de publicación. Es una labor de más de 40 años que requiere mucha seriedad, constancia, respeto, disciplina y organización.
El historiador ha dado paso, por la intensidad de su trabajo, por la metodología riguroso, por el apego a preceptos académicos, al escritor que hoy se reconoce y premia con El Caonabo de Oro.
Frank Moya ha abarcado tantos temas de nuestra cultura, de nuestra historia, de nuestra geografía, de nuestra política, de nuestra economía, que resulta ahora un gran acto de justicia que se le reconozca como escritor y no simplemente como historiador.
El historiador está adherido a narrar la historia, a contar su visión personal de los acontecimientos del pasado.
Un desafío de cada historiador es separar sus vivencias de la narrativa histórica, para no ser un mero relator de sus memorias. Frank Moya es muy consciente de ello y por eso sus libros son tan metódicamente escritos.
Pocas veces ha habido cuestionamientos a los textos de Frank Moya Pons, por su adhesión al dato, por el rigor de su trabajo y por la honestidad con que propone los temas, salvando generalmente cuestiones ideológicas.
En el libro Historia General del Pueblo Dominicano, en el segundo capítulo titulado Historiografía Dominicana, el doctor Roberto Cassá realiza un análisis de las tendencias ideológicas y de las posiciones políticas de los historiadores y escritores que han aportado a la historia dominicana. Es un esfuerzo interesante, aunque intenso y extenso en la búsqueda de la ideología de los historiadores que han aportado al conocimiento del pasado dominicano.
El esfuerzo analiza todos los periodos de la historia y sus autores y libros, asignándoles a cada uno una adscripción ideológica o una falta o ausencia de sistematicidad.
Desde Luis José Peguero y Juan Sánchez Valverde, siguiendo con Andrés López de Medrano, Antonio Del Monte y Tejada, Manuel de Jesús Galván y Javier Angulo Guridi, Manuel Rodríguez Objío, hasta llegar a José Gabriel García, considerado el fundador de la disciplina de la historia en la República Dominicana.
Todos ellos y muchos otros pasan por la vara sancionadora de Roberto Cassá.
Llama la atención que en el análisis de Cassá no se decida por ubicar ideológicamente a “otros autores en la generación post-Trujillo”, a quienes decide únicamente señalar como escritores que se desmarcaron del pasado trujillista y del materialismo histórico con acentos variados.
Justifica su no valoración en que casi todos los señalados “continúan en la producción bibliográfica” y por ello resulta prematuro asignarle alguna ideología.
Es en este grupo que incluye a Frank Moya Pons, junto con Bernardo Vega, Fernando Pérez Memén, Juan Daniel Balcácer, Mu Kien Adriana Sang. José Chez Checo o Wenceslao Vega, entre otros. Y más adelante dice que “varios se han orientado por formulas de historia económica y social, como Frank Moya Pons, Roberto Marte y Edwin Espinal”.
Para el doctor Cassá estos autores “no tienen una escuela reconocida, cierto, y no siguen una propuesta teórico-metodológica común, pero se han acercado a síntesis que articulan los planos centrales de la narración en la política y la cultura, con elaboraciones en el terreno de la economía y la sociedad”.
No hace justicia, en nuestro criterio, el doctor Roberto Cassá en particular con el doctor Moya Pons. Adscribirse a un planteamiento ideológico no necesariamente es sinónimo de rigor ni de seriedad. El doctor Cassá dice que la Historia Dominicana de Bernardo Pichardo hizo un gran daño en la formación de generaciones, que debieron estudiar con textos que no eran rigurosos o que decididamente ocultaban parte de la historia que debían contar.
Generaciones de dominicanos se formaron, y nos hemos formado, con los libros del doctor Frank Moya Pons, y en particular con el Manual de Historia Dominicana, que lleva docenas de ediciones, y que se ha ido actualizando en la medida en que transcurren los años. Ese texto, traducido también al inglés y divulgado en las universidades y centros de estudios en los Estados Unidos, es un aporte extraordinario que debemos incluir entre los textos meritorios y reconocibles por su didáctica en la manera de ofrecer los datos importantes de nuestra historia.
Buscar adhesión o adscripción ideológica en la obra de Frank Moya Pons sería reducir una intensa y abarcadora labor intelectual de más de cuarenta años. Debatir su obra entre los escritores liberales o conservadores o buscar una metodología del trabajo en correspondencia con los planteamientos del materialismo histórico es cerrar inmerecidamente un trabajo tan abarcador como democrático, que rompe con una tradición en la historiografía dominicana vinculada a la dictadura de Trujillo o a las limitaciones de todo tipo que ese régimen impuso.
Silvio Torres Saillant ya se encargó de demostrar el carácter revolucionario y progresista de cada uno de los libros publicados por nuestro autor, desde La Española en el Siglo XVI, por encima de quienes el doctor Cassá califica como marxistas o liberales en su conceptualización de la historiografía dominicana.
Frank Moya es un revolucionario al contar la historia, y por eso ha sido censurado y cuestionado por el poder, desde su primer libro, incluyendo la publicación de Empresarios en Conflictos, que le generó la enemistad y el rechazo de poderosos grupos empresariales de la RD.
¿Historiador conservador o intelectual subversivo? es la pregunta que se hace Torres Saillant, para concluir que una gran parte de los que han ubicado en la derecha a nuestro autor lo hacen esencialmente por falta de lectura de sus textos y por desconocimiento de los momentos esenciales en que Moya Pons ha asumido la defensa de la causa de la libertad y el progreso.
Sería prolijo mencionar esos momentos. Frank Moya es más revolucionario y progresista que una gran parte de los intelectuales que se han proclamado ideológicamente marxistas y han publicado estudios peligrosamente conservadores. Silvio Torres Saillant no se cansa de decir que estamos ante un autor decididamente subversivo, pero que no es estridente ni produce discursos de barricada. No es necesario, y no es su tarea ni su responsabilidad.
La labor de escritor, de hombre comprometido con su tiempo y con narrar de la forma más adherida a la verdad lo que nos antecede, ha sido una tarea realizada por muchos historiadores y escritores, pero que nosotros destacamos, entre ellos, por su calidad, por su responsabilidad, por su profundidad, por su compromiso y por la honestidad con que lo ha hecho, al doctor Frank Moya Pons, con quien la sociedad tiene una gran deuda. Felicidades al doctor Moya Pons.
Fausto Rosario Adames
8 de noviembre 2916
Fausto Rosario Adames