Fue más que un educador. Fue un pensador, un patriota caribeño, un filósofo de la libertad y la justicia. Nació en Puerto Rico en 1839, pero —como diría Juan Bosch— renació en República Dominicana cuando dedicó su vida a enseñar, a escribir y a soñar con un Caribe unido, libre y educado. Hostos no vino como extranjero. Vino como hermano. Y aquí echó raíces profundas.

En 1880 fundó la Escuela Normal de Santo Domingo, donde se formaron los primeros maestros modernos del país. Para él, educar era liberar: del fanatismo, de la ignorancia, del atraso. Propuso una escuela basada en la razón, la ciencia y los valores humanos. Defendió la igualdad de género en la educación cuando aún era impensable, y condenó toda enseñanza basada en el miedo o la obediencia ciega.

Hostos no solo hablaba: actuaba. Redactó leyes educativas, fundó bibliotecas y escribió textos como Tratado de moral y Lecciones de Derecho Constitucional, usados por generaciones de maestros en América Latina. Amó este país. Recorrió pueblos, dio clases, fundó sociedades y lloró en suelo dominicano. No fue acogido como visitante, sino como uno de los nuestros.

Cuando su hijo enfermó en San Francisco de Macorís, también se quebraron su cuerpo y su alma. Pero siguió enseñando. Nunca dejó de creer en el poder transformador de la educación.

Su legado vive en cada maestro que enseña con pasión, en cada joven que piensa críticamente, y en cada ciudadano que cree en la justicia social. La universidad que lleva su nombre, las leyes educativas que aún nos rigen y las ideas de civismo, equidad y libertad que nos inspiran, nacieron de esa siembra que Hostos hizo en suelo dominicano.

Su sueño más grande fue la Confederación Antillana: una unión entre Puerto Rico, Cuba, República Dominicana y Haití. Para Hostos, el Caribe debía unirse no por la fuerza, sino por la cultura, la justicia y la libertad compartida. Ese sueño aún nos habla. Aún nos espera.

Retrato de Eugenio María de Hostos, realizado por el pintor Dominicano, Abelardo Rodríguez Urdaneta (1870-1933).

Juan Bosch escribió: “Volví a nacer cuando leí a Hostos. Su ejemplo me mostró qué fuerzas mueven el alma de un hombre que vive para servir a los demás.”

Jóvenes dominicanos: no estudien a Hostos solo como una figura histórica. Sientan su ejemplo como una chispa viva, como un fuego que todavía nos empuja a construir un país más justo, educado y humano. Hostos sembró futuro. Hoy nos toca hacerlo crecer.

La Escuela Normal de Santo Domingo, fundada por él en 1880, fue más que una institución: fue una revolución silenciosa. Allí se enseñaba a enseñar, con ciencia, ética, civismo e igualdad. Se formaban maestros libres, no repetidores. Y se rompía con la educación elitista, pasiva y memorística del pasado. Fue el semillero de grandes educadores como Salomé Ureña y Emilio Prud’Homme. Pero el poder le temió. La dictadura de Ulises Heureaux la cerró, viendo en ella una amenaza al autoritarismo. Sin embargo, el espíritu hostosiano siguió latiendo en cada maestro formado con su ideario.

Juan Bosch lo recordó así: “La Escuela Normal fue el surco donde Hostos sembró las semillas más queridas.”

Hostos fue un humanista radical. Luchó por la abolición de la esclavitud, la educación de las mujeres, la independencia de las Antillas y el diálogo entre pueblos hermanos. Su humanismo en la educación fue científico (basado en la razón), moral (centrado en la ética), cívico (para formar ciudadanos) e inclusivo (sin distinciones de género ni clase).

“No se educa para aprender cosas; se educa para ser mejor ser humano.” —Eugenio María de Hostos

Fue un hombre de ideas, pero también de afectos. En Dominicana sembró su pensamiento, su ternura y su compromiso. Su vida nos recuerda que la educación es un acto de amor, que la justicia no tiene fronteras y que el conocimiento debe servir al bien común.

Juan Bosch lo resumió así: “Hostos fue un hombre consagrado al servicio de los demás. Yo volví a nacer cuando lo leí.”

Jóvenes dominicanos: ser como Hostos no es vivir en el pasado. Es atreverse a pensar con el corazón, a educarse para servir, a soñar con un Caribe más justo. Hostos no está en los monumentos: está en las causas nobles, en los libros bien enseñados, en cada aula donde se siembra dignidad.

Ike Méndez. Escritor, educador y estudioso de los imaginarios caribeños

Ike Méndez

Poeta, educador y ensayista

Ike Méndez es ensayista y metapoeta dominicano. Coautor de obras como *"San Juan de la Maguana, una Introducción a su Historia de Cara al Futuro"* (Primer premio en el Concurso Nacional de Historia 2000) y *"Símbolos de la Identidad Sanjuanera"* (Segundo premio en 2010). Ganó el Segundo premio en el Concurso de Literatura Deportiva “Juan Bosch” (2008) y colaboró en la serie *"Fragmentos de Patria"* de Banreservas. También coeditó las antologías *"Voces Desatas"* (poesía, 2012) y la primera antología de cuentistas sanjuaneros (2015). Ha publicado seis poemarios: *Al Despertar* (2017), *Flor de Utopía* (2018), *Ruptura del Semblante* (2020), *Baúl de Viaje* (2022), *Al Borde de la Luz* (2023) y *El Joyero de Ébano* (2024), que reflejan una evolución poética constante. E-mail: jemendez@claro.net.do

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