Somos Caribe, una cacharrá de polvos  del Sahara  suspendidas  sobre nuestras cabezas sin saber qué hacer con tantos orgasmos inesperados.

La circunstancia del agua por las cuatro esquinas, ya lo dijo mejor Virgilio. Nada nos gusta más que el cemento y el ruido golpeándonos las sienes, lo caluroso visceral que nos recorre sin piedad.

Me cae mal el Malecón con esa Playa de Güibia desangelada, sin los chimis de los 90 ni los carritos de carrera  de los 70  sin aquellos muertos surfing de las medias mañanas. Extraño las caminatas ansiosas del duende Tony Capellán. Frente  a Adrian Tropical,  la mar es costumbre, un hastío replicado.

La stripper de las dos am

Náuseas y dólares sucios en la ínsula. Los guaraguaos no acaban de estrellarse contra los acantilados de sus bajos mundos. Revueltos e impunes con sus rayas de perico, sus putas y  sus after parí para requintar con sus traguitos de muerte. La brutal belleza espantando moscas en mi hora más alegre. En este desierto bombardearon al Quisqueya Park. Mi diablo cojuelo amarillo y colorao  , el más pequeño y sonriente,  ahora llora por mi liberación. Ahoga en la mar a las trampas de lentejuelas rojas y dientes de oro , tan falsas y cascabeleras como la barra de la stripper de turno a las dos am.

Me cansé

Yo no elegí tu presencia/Tu permanente  forcé/La almohada que divide y la toalla que nos seca el odio/Billie Holiday rascando el sofá/La ausencia de tus dedos huesudos. Tu índice  de malas palabras/ Me cansé de estar en tu lugar/Ya no nace  el eucalipto en tu cabellera.

Give a Little Bit

Había una vez  “salía con un casi algo”. Una super fan  de la banda  Supertramp. Mi “casi algo” y yo  escuchábamos  Give a Little Bit compartiendo un  alámbrico de su walkman en cualquier lugar. Ya sea  sentados en una cuneta o en un banco del oscuro y salvaje  Malecón,  frente al antiguo Hotel Santo Domingo. Ahora que rondamos  las edades de pastillas de uso continuo  y sonografías que revelan hígados grasos, recuerdo esos  días de atestarla contra la pared y besarla con la más dulce de mis  testosteronas. Éramos felices y no lo sabíamos. Si hubiéramos tenido Chatgpt 4.0 nos habríamos enterado de tanta dicha desparramada, gratis.  Nada , eso, sigan con lo suyo.

José Arias

Periodista y escritor

Periodista y escritor

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