Juan Carlos Onetti creó un endecálogo, como toda su obra, tanto para la posteridad, la postumiedad como para la preteridad, el cual puede transtextualizarse a la pintura, lo mismo que a las demás artes. Veamos, pues, en la pintura, cómo antes de la elaboración de su endecálogo, la historia había dado la razón a Onetti.

Juan Carlos Onetti.

I-No busquen ser originales. El ser distinto es inevitable cuando uno no se preocupa de serlo

Braque y Picasso eso hicieron. A Braque le sobraba originalidad. Tanta era que, al no obtener el favor de la crítica ni el entendimiento de la mayoría de sus coetáneos, no dejó de ser original, no se frustró. Creó al cubismo analítico, se retiró a la guerra y volvió a la pintura y creó al cubismo sintético, y tras agotar con Picasso aquella aventura estética, siguió siendo original. Picasso pintó su “Señoritas de Aviñón” copiándose a sí mismo más que a las “Bañistas” de Paul Cézanne. O sea, que en copiarse fielmente a sí mismo consiste la mayor originalidad artística. Ante tan monstruosa obra, gargantuesca y pantagruélica, su autor se suicidaría, según sus enemigos íntimos, sería encontrado muerto detrás de ese gran lienzo, pero ellos ignoraban que era la imprescindible muerte de Lázaro para.

II-No intenten deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Este sólo se asusta cuando le amenazan el bolsillo

El impresionismo fue rechazado, no por el arte burgués, sino por los burgueses hasta que Duran Ruel metió a casi todas las pinturas impresionistas en un barco de ultramar que naufragó para siempre en la eternidad estética que, más allá de “Impresión, sol naciente”, Monet y Renoir establecieron en Argenteuil con inmortal radicalidad. Al sobrevivir al naufragio del desprecio y la burla burguesa y convertirse en oro en manos del rey Made in USA, los burgueses recogieron mudamente los lienzos con que se limpiaron el culo y los hicieron tótems de su religión pecuniaria. Del arte que les pareciera antes ridículo, ahora lo convertían devotamente en virtud. De modo que la historia da la razón a Onetti. El impresionismo no impresionó a los burgueses, sino que incidió en sus bolsillos, por lo cual lo tomaron en cuenta. Cuando el comercio de las obras impresionistas desplazó al de las obras del viejo arte.

Osvaldo Guayasamín.

III-No traten de complicar al lector, ni buscar ni reclamar su ayuda

La pintura se lee con el mismo sentido que a los libros. Si se complica a su lector, se degenera a la auto complicación. No fue el caso de Francisco de Goya y Alucientes, en cuya obra cortesana nunca reclamó la ayuda de ningún intérprete, pero menos en su siguiente etapa nocturna: la de las pinturas negras, oscuras como la propia sombra del alma humana. Goya nunca se rebajó al entendimiento del público. Espartanamente bajó a los infiernos de la historia humana como mismo ascendiera Miguel Ángel a la Gloria Sixtina y padeciera la locura de vivir entre sus semejantes, ángeles del pecado (pre)original y a la vez póstumo de la historia, del pecado precometido por las propias aberraciones constitucionales de la Creación que depararon consigo una estética visual de escatología de la historia. No complicar ni reclamar ayuda fue el ejercicio pictórico de Goya; he ahí al día y a la noche de su genial creación.

El Greco.

IV-No escriban jamás pensando en la crítica, en los amigos o parientes, en la dulce novia o esposa. Ni siquiera en el lector hipotético

Esto mismo fue lo que no hizo Salvador Dalí y no dejó de hacer, pese a su venalidad comercial. Loco tan bendito como maldito, que tan locamente se burlaba de su propia condición de loco positivo. Dalí se cagó y se masturbó no sólo estéticamente en sus lienzos, sino en la opinión pública, privada y de doble moral russelliana, defraudando a amigos, familia, excepto a Gala, su dulce novia y esposa. Gracias a su delirium tremens narciegoísta como narciartista megalomaníaco, Dalí no tuvo más lector hipotético que a sí mismo, más bien a su propio alterego. Así Rodin con su “Balzac”, Monet y Renoir, en Argenteuil, Hilma af Klint pintando sólo para sí misma y su otra yo del futuro, El Bosco, Tintoretto y El Greco y tantos otros ineludibles.

Paul Cézanne.

V-No sacrifiquen la sinceridad literaria a nada. Ni a la política ni al triunfo. Escriban siempre para ese otro, silencioso e implacable, que llevamos dentro y no es posible engañar

Este mandamiento no manda a mentir. Es mandato que no miente como tantos por ahí. Fue lo que llevó a cabo Paul Cézanne en su obra, la cual fue realizada en lo más hondo de su íntimo silencio, en la búsqueda de sí mismo, ese otro que es uno mismo, que es el Dios de la historia, el inmortal. Ese que fue Braque, reencarnación de Cézanne, silencioso e implacable, cuyo destino vino a redimir. Cézanne y Braque, inmismos, pero uno mismo en la eternidad de la Creación, nunca buscaron el aplauso políticamente correcto ni el triunfo ni "el aplauso de un público ignorante” mimado por la mismación, mismados y mismiciados sin remedio. Pintaron por y para el propio ideal que perseguían, para el absoluto imaginario de sí mismos.

Ramón Oviedo.

VI-No sigan modas, abjuren del maestro sagrado antes del tercer canto del gallo

La moda no mata nunca a la originalidad. Esta es inmune a aquella. “Matar al padre”, Freud, es nacer de nuevo. Hay quienes lo hacen antes del tercer canto del gallo como El Greco, otros antes del segundo canto como Matisse, Duchamp, otros antes del primer canto como Ramón Oviedo y Picasso (Ver sus diferentes etapas).

El creador nunca sigue modas, las modas lo siguen a él, a su obra. El creador persigue locuras, realizaciones de su propia utopía: Da Vinci, Tiziano, El Greco, Caravaggio, Miguel Ángel, Durero, Rembrandt, El Bosco, Turner, Monet, Marisot, Zorolla, Zorn, Hilma af Klint, Bacon y tantos más que trashorizontan al mar. Ellos abjuraron de su maestro antes y mucho antes del tercer canto del gallo. ¿Nacieron renegados del maestro o el maestro nació renegado de ellos? Cuando uno es su propio camino, su propio destino, en este caso, ser el maestro y ser el discípulo equivale a lo mismo.

Anders Zorn.

VII-No se limiten a leer los libros ya consagrados. Proust y Joyce fueron despreciados cuando asomaron la nariz, hoy son genios

Los lienzos paradigmáticos se hicieron para verlos, nunca para copiarlos. Sí para pintarlos en otra vida, como hicieron los vanguardistas. Los consagrados pintores de la historia son, por supuesto, más que historia, pero ajena es su gloria y la nuestra debe ser nuestra. No menos sucedió cuando Miguel Ángel realizó su “Piedad”, su “Moisés” y su “David”, superiores a los de la Biblia, por ser superiormente diferentes. Lo mismo todos los demás inmismos: Bernini, Raphael, Rodin y Claudel, Münch, Kokoschka, Hilma af Klint y la inmisma eternidad.

VIII-No olviden la frase, justamente famosa: 2 más dos son cuatro; pero ¿y si fueran 5?

En la plástica, como en todas las demás artes, dos más dos nunca serán 4, siempre serán 5 y 3 y -9 y -1 y 0 y mil y menos 3 mil, 2i, -0i………  Es decir, cualquier número del espectro cartesiano, pero nunca 4, ya que tal resultado está reservado, inamoviblemente, al pasado: “La Santa Cena” de Da Vinci, “El jardín de las delicias” de El Bosco, “El entierro del conde de Orgaz” de El Greco, “El paraíso” de Tintoretto, “Impresión” de Monet, “La tempestad” de Kokoschka, y así por siempre. El resultado de todas las inmortales obras del pasado es 4. Todas las demás cifras infinitas están por resultarse.

IX-No desdeñen temas con extraña narrativa, cualquiera sea su origen. Roben si es necesario

El tema y la narrativa gráfica son una misma indistinta cosa. El tema anti-tema, lo mismo forma que transforma contrayendo a toda horma, a toda norma, ha sido la oveja negra de la historia que más se blanquea en el sepulcro de los museos. A estos vuelven los difuntos como refugiados de ultratumba, en cambio, los vivos retornan para dar vida a las momias estéticas, a las esculturas de sal, a levantar lázaros, a enmudecer jeremías y, como lúcidos sansones de la historia, derribar las columnas del templo para que no se convierta en catacumbas de adoración fanática de la muerte canonizada. En tales ruinas se puede, más bien debe robar apenas lo necesario para llegar a la otra vida. Ejemplo de ello es el cuadro “24 de abril” de Ramón Oviedo, al cual han muy mal definido como el Guernica dominicano, de donde se deduce que la mayoría de los críticos de arte confunden al ladrón plagiario con el ladrón imaginario. No roba, sin ser redescubierto, quien quiere, sino quien puede con la impunidad del genio. Ese “robo estético” que hizo Oviedo a Picasso fue el mismo que hiciera Picasso a Zorn en su cuadro de la mujer que está (eternamente) planchando en el tiempo.

X-Mientan siempre

Qué mandamiento más cierto. Verdadero manda-miento, Onetti. Mentir es la mejor manera de decir la verdad estética. La verdad de la transfiguración estética. De ahí la genialidad de todo creador: “La creación de Adán” de Miguel Ángel, “El milagro de San Marcos” de Tintoretto, “La danza de la vida” y “El grito” de Münch, ·”El pueblo rompe sus cadenas” y otros murales de Vella Zanetti. Marcel Duchamp mintió hasta la taza de orinar. De ahí en adelante todo fue verdad. Hasta que la verdad volvió a ser “Desnudo bajando la escalera” para bañarse en “El gran Vidrio”. Mentir siempre, mentir sin pausa hasta llegar a la verdad estética de la historia.

Ernest Hemingway.

XI-No olviden que Hemingway escribió: “Incluso di lecturas de los trozos ya listos de mi novela, que viene a ser lo más bajo en que un escritor puede caer.”

Hemingway, escriba de la transparencia, en esa frase, confesión de parte, hizo su autorretrato al estilo de la tempestad existencial de Kokoschka, la infiesta de Münch, al autorretrato de Dalí masturbándose, el de Siqueiros empuñando su odio tuerto, al pictodrama del mundolor infinito de Guayasamín, a la kafkiana fecundidad visual de Francis Bacon. Doré, pincel sin mano, porque mano era su pincel, esperó a Don Quijote para que le enseñara a rocinar en su imaginación y gráficamente bajó, llegó a lo más hondo de las mazmorras en que Cervantes leía a sus compañeros de cárcel pedazos de sus novelas.

Juan Carlos Onetti creó un endecálogo que puede ser aplicado a todas las artes y a todos los tiempos.

Eladio De los Santos García

Escritor

Eladio De los Santos García. Escritor. Reencarnación contemporánea de Francisco Quevedo y Villegas. Correo: delosantoseladio@gmail.com.

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