Por estos días he tenido que hacer más vida entre las habitaciones de mi casa que en ocasiones anteriores. La suerte es que tengo muchos dormitorios, varias terrazas, dos galerías y la habitación de mi biblioteca. Además, vivo solo. Así las cosas, puedo andar bastante y no aburrirme dentro de un solo techo.
Como ahora dispongo de bastante tiempo he decidido, por supuesto, invertirlo. Paso, prácticamente, todos los benditos días caminando entre mis espacios y escribiendo en cualquiera de las Macs que encuentro en mis trayectos. No pocos proyectos se han iniciado, concluido, revisado y pulido en estos días; sólo para dar paso a otros. Tengo la sensación de que, si la cantidad de palabras escritas las pagasen a diez centavos, estoy cerca de convertirme en millonario. Algo que no imploro, pero que no lamentaré que me suceda.
En días pasados hice algo inusual: conecté a YouTube y me negué a ver (al menos por dos horas) noticias relacionadas con el ahora llamado Presidente Naranja. No juzgo necesario precisar que hablo de Trump. Así los asuntos, se colocó en mi pantalla alguien que dice ser una vaca… u otro animal similar. También un infernal pretendido detective, una rosa falsificada sin olores y carente de ética y buenos decires y un descerebrado que se ha robado un título de Juan Luis Guerra. Así, asesorado por el control remoto, fueron apareciendo en la pantalla de mi televisor un impresionante desfile de especímenes que me resultaron insufribles.
—No hay problemas —me dije. Los bloquearé a todos.
Por más que busqué no encontraba el viejo botón de bloqueo de antaño (y aquí el antaño no es demasiado largo).
—Tampoco hay problemas con eso —me conminé aliviado. Voy a preguntar al doctor Google dónde rayos han metido el referido e imprescindible botón.
Pasé horas buscando orientaciones. Después de sudar como un potrillo encontré, no el botón, sino una solución.
Creo que mi Magic Mouse está punto de tirar la toalla. Poque eso sí, nunca me doy por vencido. Los propietarios de YouTube ni se imaginan con quién están lidiando.
Hacía una semana que denuncié en YouTube un contendido. Ocurre que suelo ver, (aunque el dueño es trumpista) el Precio de la Historia, a pesar de algunos contratiempos que han tenido. También veo un programa de recolectores de antigüedades. Uno de los productores-conductores originales falleció hace poco tiempo.
Sucede que a ambos productores actuales les han sacado en YouTube una serie de eventos vergonzosos. Conociendo lo poco confiable que pueden resultar las informaciones en determinadas plataformas, procuré corroborar las informaciones en medios más tradicionales y honestos. Ninguno hablaba de que a Rich Harrison le encontraron… ¡25 cadáveres en su casa! y mucho menos que murió en un tribunal. Tampoco encontré nada que dijera fue el socio quien asesinó al otro recolector de antigüedades.
Esperaba que mi denuncia, ante toda esa falsedad, fuera acogida y aplaudida por los dueños de YouTube. Hasta esperé, inútilmente, una carta o recompensa. Nada. Peor aún: las noticias que indico han seguido en la plataforma.
Esto, porque el negocio para esos empresarios está por arriba de la ética. ¡Qué vergüenza!
Luego de muchas consultas, en Xataca me orientaron sobre unas extensiones digitales con las cuales, una vez activadas, puedo bloquear canales y contendido de YouTube. ¿Todo resuelto? No con facilidad. Los programas que deseaba interrumpir se multiplican como la verdolaga. Bloqueaba uno y aparecían docenas como por encantamiento. Lo que suponía podría hacer en una hora me tomó dos días. Y todavía se aparecen en mi televisor algunos de esos canales ya supuestamente bloqueados. Creo que mi Magic Mouse está punto de tirar la toalla. Poque eso sí, nunca me doy por vencido. Los propietarios de YouTube ni se imaginan con quién están lidiando.
Para bloquear canales y contenidos BlockTube y Video Blocker serán tus aliados. ¡Venganza! ¡Qué palabra tan deliciosa!
A los especímenes bloqueados les estoy sacando ya la lengua. Eso sí, despierto en las madrugadas sobresaltado. Tengo pesadilla recurrente en las cuales esos programas vuelven a activarse en todos mis televisores y ordenadores personales.
Con el tiempo, y la complicidad de YouTube, lo harán. Pero estaré vigilando para volver a tirarle el…
¡Telón!
Compartir esta nota