Faltando tres meses y algunos días para conocer al nuevo o la nueva Premio Nacional de Literatura de la República Dominicana 2026, ya tengo definidas mis dos candidatas ideales para el reconocimiento literario más alto de nuestras letras.
Este año no menciono hombres, no porque no existan merecedores, sino porque estoy convencido de que el galardón será para una mujer. En esta ocasión, mi atención se centra en dos grandes figuras de la literatura dominicana: Rhina Espaillat y Emilia Pereyra.
Han pasado ya tres años desde que una mujer recibió por última vez esta distinción. En 2022, la galardonada fue la poeta Soledad Álvarez, cuyo nombre se inscribe entre las voces imprescindibles de nuestras letras. Por alguna razón, antes de premiar a una mujer suelen reconocer a tres o cuatro hombres consecutivos; no es una cuestión de género, pues ciertamente contamos con escritores y escritoras con méritos más que suficientes para ser reconocidos.
Considero que una de ellas podría convertirse perfectamente en la próxima ganadora del Premio Nacional de Literatura. No voy a explicar por qué lo merecen: sería redundante. Cualquier conocedor de la literatura dominicana reconoce la calidad, la trayectoria y los aportes que ambas han entregado al país.
La poesía luminosa y la valiosa labor de traducción de Rhina Espaillat han llevado nuestra dominicanidad a escenarios internacionales; mientras que la narrativa rigurosa e investigativa de Emilia Pereyra ha enriquecido nuestra memoria histórica y ha ampliado la visión de la literatura nacional.
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