
Que "Colombia es el mayor aliado estratégico de Estados Unidos en América Latina" es una frase que se repitió durante décadas por la estrecha colaboración económica, política y de seguridad que ambos países mantienen.
Expertos como Sergio Guzmán, de la consultora de riesgo político Colombia Risk Analysis, afirman que "Colombia siempre tuvo una relación de subordinación a EE.UU.".
Por eso llama la atención el giro acelerado que Colombia da en los últimos años hacia China, el mayor rival geoestratégico de Estados Unidos y con el que el gobierno de Gustavo Petro firmó entrar a su ambicioso proyecto de la Franja y la Ruta este miércoles 14 de mayo.
La Franja y la Ruta es una expansiva y cuestionada estrategia de cooperación del gigante asiático con la que ha invertido miles de millones en infraestructuras y tecnologías en múltiples naciones desde 2013.
El club cuenta con 150 países, entre ellos más de una decena de latinoamericanos.
La región se ha convertido en una zona de influencia clave en medio de las disputas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el creciente poder de China.
En los últimos años, China sobrepasó a EE.UU. como el mayor socio comercial de Brasil, Chile, Perú y otras naciones latinoamericanas.
Ahora varios analistas predicen que es cuestión de tiempo de que lo mismo suceda con Colombia.
El año pasado, el comercio total entre China y América Latina superó por primera vez los US$500 mil millones, frente a los US$450.000 millones de 2023.
Los expertos que hablaron con BBC Mundo tienen algo claro: tras décadas de una marcada dependencia estadounidense, occidental, Colombia busca, con acierto, diversificar sus alianzas.
Y lo hace apostándole fuerte a un país que le puede traer muchos beneficios, aunque también importantes cuestionamientos que no debe pasar por alto.

Diversificar alianzas
El acelerón que da el gobierno de Petro hacia China sigue en realidad un camino ya iniciado por las administraciones de los expresidentes colombianos Juan Manuel Santos e Iván Duque.
Desde la crisis financiera de 2008 que golpeó con fuerza a Estados Unidos y otros países occidentales, "el gobierno colombiano mostró su interés en ampliar sus relaciones a otras partes del mundo", según el experto en relaciones internacionales de la Universidad Externado de Colombia David Castrillón-Kerrigan.
Es decir, que la intención de unirse a la Franja y la Ruta beneficiaría a Colombia, primero, en seguir colocando sus huevos en varias canastas: diversificar, reducir riesgos políticos y económicos, depender menos de pocos mercados.

Y al hablar de riesgos, ahora es inevitable mirar hacia Washington.
"Durante el gobierno de Donald Trump entre 2016 y 2020 hubo menos incentivos para que empresas occidentales invirtieran en Colombia. EE.UU. demostró ser un socio menos fiable. Con Trump de vuelta en la Casa Blanca, si Colombia no diversifica, podría encontrarse en una situación más modesta, precaria, difícil", le señala a BBC Mundo Guzmán, de Colombia Risk Analysis.
En enero de 2025, Trump y Petro se enzarzaron en una agria disputa a raíz de que el colombiano retornó un vuelo con deportados hacia EE.UU. por las condiciones en que estos viajaban.
La rencilla derivó en una amenaza de guerra comercial que, aunque se aplacó en horas gracias a los esfuerzos diplomáticos de ambas partes, evidenció la necesidad colombiana de abrirse más al mundo.
Colombia, un país rico en recursos naturales y minerales claves para el futuro, necesita inversión y financiamiento para explotarlos, llevar desarrollo a regiones atrasadas y avanzar en la transición energética.
Parece haber encontrado en China a un socio más que interesante.
Motor de inversión
El medio colombiano La Silla Vacía accedió al borrador del memorando firmado entre China y Colombia este 14 de mayo.
En este, ambos países se comprometen a intercambiar experiencias políticas, promover la conectividad en carreteras, puertos y ámbito digital, reindustrializar sectores estratégicos y fomentar cooperaciones en salud, finanzas, educación, medio ambiente y otras áreas de infraestructura.
En realidad, según analizan los expertos consultados por BBC Mundo, unirse a la Franja y la Ruta es una reafirmación, "una elevación simbólica" de una relación comercial que acumula años disparándose.
Según cifras de la cancillería colombiana, en 1991 Colombia importaba US$8 millones desde China y les exportaba US$17 millones.
Para 2022, Colombia ya exportaba US$2.165 millones e importaba US$16.000 millones hacia y desde el gigante asiático.
China es hoy el segundo socio comercial de Colombia en términos de exportaciones, después de Estados Unidos, y el primer origen de las importaciones del país.
De acuerdo a la Asociación Nacional de Comercio Exterior en Colombia (Analdex), casi el 80% de los productos que Colombia exporta a China son minero-energéticos. El petróleo representa el 43,3% de esta participación, seguido por el carbón.
También se exporta ferroníquel, cobre, oro y esmeraldas.
"Sin embargo, dentro de los diez productos que más exporta Colombia, en el cuarto lugar se encuentra el café, un producto no minero-energético", dice Analdex.

Expertos como Guzmán vaticinan que para este mismo 2025 o 2026 China podría superar a Estados Unidos como socio principal de Colombia.
Una aceleración asombrosa que despegó alrededor de 2016.
"Colombia, buscando financiación, encuentra que las empresas chinas se presentan a concursos con términos muy favorables. Poco a poco las élites colombianas confiaron en China como financiador de grandes proyectos y China halló en Colombia un país fiable donde invertir", coincidieron Guzmán y Castrillón-Kerrigan.
Desde entonces la inversión china no paró en Colombia, sobre todo en sectores como telecomunicaciones, hidrocarburos, infraestructura y tecnología, con múltiples proyectos capitales para el país sudamericano.
Las obras que ya financia China en Colombia
En un informe de comienzos de 2023, la Cancillería colombiana contaba más de 100 empresas chinas que habían llegado al país en varios sectores económicos, con más de 60 proyectos en los cinco años anteriores con inversiones de más de US$3.100 millones en infraestructura, minería y energía.
En la construcción del metro de Bogotá, quizás la obra más mediática en Colombia en los últimos años, la empresa China Harbour Engineer Company consiguió una licitación.

La explotación de Buriticá, la mina de oro más grande Colombia y una de las más importantes del mundo, está a cargo de Zijin Mining.
Regiotram, otro proyecto clave de transporte en la sabana de Bogotá, lo lleva la China Civil Engineering Construcction Corporation.
De la misma forma, Trina Solar obtuvo varias obras en una subasta de energía renovable y BYD ganó licitaciones para poner buses eléctricos en Bogotá y Medellín.
Y, en febrero de 2025, la Sociedad Portuaria de Buenaventura se alió con Cosco Shipping, una empresa china, para una nueva ruta que conecta directamente al Valle del Cauca con Asia, consolidando a Buenaventura como principal puerto colombiano y fortaleciendo el comercio exterior del país.
A estos se suman otras iniciativas como la construcción de plantas de agua, carreteras, túneles y hospitales y el anuncio reciente de China de aumentar la línea de crédito hacia países latinoamericanos miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), de la que Colombia hace parte, así como expandir el comercio tecnológico.
Ahora, con la entrada de Colombia en la Franja y la Ruta, economistas como Javier Díaz, presidente de Analdex, esperan que la relación se siga profundizando.
"Colombia tiene un gran potencial con minerales clave para la transición energética que por falta de recursos o tecnología siguen sin explotarse. China podría ser un gran aliado para desarrollar esta minería de transición", le dice Díaz a BBC Mundo.
Margaret Myers, directora del programa Asia y América Latina del Diálogo Interamericano, apunta por otra parte que el objetivo de China con su iniciativa es diferente al que implementó en 2013.
"Colombia se une en un momento en que China está menos interesada en invertir grandes cantidades en infraestructuras de larga escala, sino que mira más por alta tecnología e innovación que considera esenciales para su ascenso económico", analizó la experta para BBC Mundo.
¿Acercarse a China implica alejarse de EE.UU.?
La pregunta dividió a los expertos entrevistados por BBC Mundo.
Myers opina que la decisión de Colombia implica riesgos.
"Puede tener un impacto en las relaciones bilaterales entre ambos países, aunque EE.UU. podría considerar que este acercamiento es algo de esta administración (la de Petro) y que no tendría mucho más recorrido", le dice Myers a BBC Mundo.
Guzmán, incluso antes del rifirrafe entre Petro y Trump el pasado enero, ya pensaba que la relación entre Colombia y Estados Unidos pasaba por un momento más delicado de lo que ambas partes reconocían.
"Colombia rompió relaciones con Israel, un aliado más importante para EE.UU. Eso no caló bien en muchos círculos, sobre todo republicanos", argumenta Guzmán.
Carrillón-Kerrigan piensa que este acercamiento a China tampoco sería una sorpresa para Estados Unidos.

"Es algo discutido públicamente y creo que Colombia intentará no tocar temas sensibles para EE.UU. en temas de seguridad, policiales, de justicia, militares", explica el académico de la Universidad Externado.
Precisamente, el pasado mes de marzo Colombia y EE.UU. se reunieron para reforzar su alianza en seguridad, tocando temas clave como narcotráfico, migración y repatriación de colombianos deportados.
Díaz, por su parte, no siente que este paso afectaría a la relación con EE.UU. De hecho, está convencido de que Colombia debe disminuir su dependencia estadounidense.
"Debemos recuperar el tiempo perdido con China, algo que han aprovechado otros gobiernos de la región como Chile o Perú", dice el economista.
Es un balance complejo.
Por un lado, Colombia podría arriesgar una relación histórica con EE.UU., un aliado más cercano geográficamente con el que seguramente comparte más valores políticos y económicos, pero por otra parte debe cuidar su imagen como destino fiable de inversión.
En otras palabras, no dar bandazos.
"Si llega un gobierno con ideología distinta a la de Petro y se descoloca con China, podemos quedar como un zapato (mal). Que se nos quede la imagen de que Colombia no es fiable, que con Colombia no pueden firmarse tratados", reflexiona Guzmán.
La otra letra pequeña
En sus más de 10 años de historia, la Franja y la Ruta, considerado por muchos el proyecto estrella en política exterior del presidente chino Xi Jinping, se ha ganado defensores y escépticos.
Los beneficios, para países emergentes como Colombia, parecen claros: conseguir un capital extranjero cuantioso y tentador para lanzar proyectos clave de desarrollo.
Es la letra pequeña la que todavía parece difusa.
"Colombia debe aprender de otros países en la región, como Chile y Perú, y evitar que las inversiones Chinas se conviertan en monopolios de algunas industrias. En Lima, por ejemplo, la industria de transmisión de energía está dominada por empresas chinas", advirtió Myers.
Gobiernos como el de EE.UU. o India aseguran que detrás de sus proyectos China busca aumentar su influencia geopolítica.
Del mismo modo, expertos y agencias de investigación como AidData incluso denuncian que el gigante asiático aplica la llamada "trampa de la deuda", en la que ofrece enormes créditos y, cuando los países no pueden afrontar los pagos, pasa a controlar las obras o recursos naturales.

El gobierno chino ha rechazado todos estos argumentos pero, en el caso colombiano, el analista Guzmán opina que no se están haciendo preguntas pertinentes sobre la dependencia que puede desarrollar el país hacia China.
"Deberíamos debatir más sobre los valores que compartimos con China", dice Guzmán.
"Tradicionalmente ha sido sencillo con Europa y EE.UU. Sus valores de democracia, transparencia y derechos humanos son más congruentes con los nuestros. Pero en China hay formas y valores políticos opuestos a los nuestros", añade el experto.
Para evitar la dependencia, Myers añade que Colombia debe seguir apostando por la diversificación y no pasar a entregar sus inversiones extranjeras mayoritariamente a empresas chinas.
Son todas cuestiones que serán debatidas en las próximas semanas o meses, mientras funcionarios colombianos y chinos siguen discutiendo cómo avanzar en una relación que ya parece imparable.

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