Benidorm

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¿Qué tienen en común el primer bikini en España, los rascacielos, la dictadura de Francisco Franco y el turismo de masas?

La respuesta es Benidorm, un municipio español de poco más de 74.000 habitantes a orillas del Mediterráneo, en Alicante, parte de la Comunidad Valenciana.

Este enclave, que en los años 50 era un pequeño pueblo pesquero, es hoy la segunda ciudad del mundo con más rascacielos por habitante, solo por detrás de Nueva York. De ahí su apodo: Beniyork.

Más de 80 edificios de más de 100 metros jalonan sus costas que se llenan no solo cada verano, sino todo el año, de turistas llegados sobre todo de España y Reino Unido.

Es uno de los principales destinos de sol y playa del país. Y se configuró así desde los años 60 cuando, en lo que entonces era un pueblo de apenas 3.500 habitantes, vieron en el turismo la oportunidad para hacer crecer la economía local.

Y lo hicieron saliéndose de lo establecido y aplicando ideas novedosas para la época.

"Benidorm es singular, es bastante único. Y no es fácilmente reproducible", cuenta a BBC Mundo Josep Ivars, catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Alicante y uno de los mayores expertos del "fenómeno Benidorm".

La ciudad alicantina es un ejemplo paradigmático del modelo de turismo de sol y playa que nació en plena dictadura franquista y que hoy sigue siendo una parte importante de la economía española.

No en vano, España es potencia mundial en este sector, reportándole un 12,9% de su PIB anual.

Pero es un modelo que no está exento de desafíos. Hoy en día, el turismo de masas ha agravado la crisis de vivienda en muchas ciudades españolas y ha generado movimientos de protesta en lugares como Barcelona, Málaga o las islas Baleares y Canarias.

Vista de rascacielos en Benidorm.

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Lavado de cara y búsqueda de divisas

En la España de los años 50 aún se sufrían los estragos de la guerra civil que terminó en 1939, a lo que había que sumar el aislamiento internacional de la dictadura de Francisco Franco y la autarquía, una política económica impuesta desde el Estado por la que el país intentaba abastecerse con sus propios recursos.

España estaba sumida en una depresión económica, desabastecimiento, redes de mercado negro y miseria. Y esto era mucho más evidente fuera de las grandes ciudades.

Fue también en los años 50 cuando el régimen franquista buscó limpiar su imagen en el exterior, cambiar el modelo económico y atraer a las tan necesitadas divisas.

Parte de ese lavado de cara empezó con medidas para liberalizar la economía del país. En esa línea, la gran baza con la que contaba España era el turismo aunque, de puertas adentro, se mantenía la represión política y social.

"El régimen franquista utilizó el turismo para dar una imagen exterior de apertura", explica Ivars.

Y así, los turistas del norte de Europa empezaron a llegar a las costas españolas llamados por el sol, la playa y los bajos precios de un país en desarrollo.

Este era el aspecto de Benidorm en los años 60.

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Este era el aspecto de Benidorm en los años 60.

Todo empezó con un bikini

En esa época, Benidorm era un pequeño pueblo de costa que vivía de la pesca. Pero su alcalde, Pedro Zaragoza, empezó a ver las posibilidades del turismo de sol y playa,

"Zaragoza vislumbró que el sector turístico tenía un enorme potencial y que la vocación del territorio de Benidorm era satisfacer esa demanda que existía en Europa", dice Ivars.

En esa línea, tomó una medida radical para la época: permitir el uso del bikini en las playas.

Era algo muy escandaloso para la época en España, pero las bañistas suecas eran muy aficionadas a su uso.

"Si quieres que la gente venga a tu pueblo para pasar sus vacaciones, debes estar preparado para acomodarlos a ellos y a sus culturas", decía Zaragoza.

Una turista del norte de Europa en bikini hace una foto.

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Una turista en bikini en Benidorm en 1964.

Cuenta la leyenda que el alcalde fue en moto hasta Madrid para pedirle a Franco en persona que autorizara el uso del bikini.

Así, Benidorm fue el primer lugar de España en el que se usó por primera vez ese traje de baño de dos piezas, para disgusto de las autoridades eclesiásticas que, según la prensa de la época, pensaron en excomulgar al alcalde.

"La historia puede estar llena de mitos, pero lo que dijo Zaragoza es que si no se las dejaba vestirse así, se irían a otro lugar", explica a BBC Mundo Leire Bilbao, responsable de Visit Benidorm, entidad de promoción turística de la ciudad.

Y destaca que esto ocurrió también por la mentalidad de Benidorm. "No era la España franquista del pueblo de al lado. Esa España negra aquí tenía otro color".

Además, era la manera de impulsar el crecimiento económico: "España lo estaba pasando mal y Franco buscaba dinero por todos lados. En ese momento, la manera de que el país se desarrollara era impulsando el turismo".

Una ciudad que siempre miró hacia fuera

Pescadores en sus pequeñas barcas.

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Pescadores en Benidorm en 1964.

De la permisividad con el bikini, Zaragoza pasó a tomar otras medidas, ayudado por el contexto del momento.

Leire Bilbao cuenta que Benidorm siempre miró hacia afuera. Había poca pesca local y agricultura, así que los hombres salían a trabajar en la marina mercante y habían visitado lugares como Nueva York, Buenos Aires o Manila.

También estaban acostumbrados a recibir gente porque, para tener más ingresos, las mujeres empezaron a alquilar habitaciones en sus casas para el entonces naciente turismo estival.

"Cada vez llegaba más gente y entendieron que había que acomodar la ciudad. Por eso elaboraron un plan urbanístico", apunta Bilbao.

Benidorm decidió diseñar su desarrollo urbano en los años 60, con un modelo que se mantiene a día de hoy y que le ha valido en años recientes reconocimiento internacional.

"Era algo más normal en ciudades como Madrid o Barcelona. Benidorm era un pueblo, pero el alcalde Zaragoza tenía en mente el proyecto de una ciudad turística", cuenta Bilbao.

Con apenas 38 km2 de superficie, se decidió proteger el 61% del suelo, una medida que, según Bilbao, se mantiene a día de hoy.

El terreno protegido no se urbanizó y se dedicó a espacios verdes, agrícolas y forestales.

"Se dice que es el ejemplo de mala planificación del turismo en España y no es así. Es uno de los primeros planes generales de ordenación urbana", explica Ivars.

Para Javier Ruiz Sánchez, arquitecto, planificador urbano y catedrático de Urbanismo en la Universidad Politécnica de Madrid, Benidorm es "un extraordinario laboratorio de urbanismo, tan excepcional como puede ser Las Vegas".

Vista de Benidorm en 1964, donde ya se aprecian algunos edificios de altura.

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En los años 60 ya había algunos edificios de altura en Benidorm.

Los primeros rascacielos

Al principio, señala el experto, esta planificación se enfocó más en un desarrollo diseminado y se fue focalizando en el modelo actual de concentración y edificios de altura.

Con apenas terreno y rodeado de montañas, tenía sentido que, si lo que se quería era acoger a cuanta más gente mejor, el municipio optara por edificios altos.

Así llegó el primer rascacielos, la torre Coblanca 1, que se terminó en 1966. Con sus 30 plantas cambió para siempre la fisonomía de la ciudad alicantina.

Según cuenta Ruiz Sánchez, en esa época los rascacielos tuvieron buena prensa porque se veían "como un ejemplo de modernidad arquitectónica y técnica".

El salto cualitativo de la ciudad llegó con otro hito: la inauguración del aeropuerto de Alicante en 1967. Y así Benidorm, dice Ruiz Sánchez, "se convirtió claramente en el ejemplo paradigmático del turismo de masas mediterráneo español".

Vista de Benidorm desde la playa, con turistas bañándose y rascacielos.

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Los turoperadores, especialmente los británicos, fueron clave para el desarrollo de Benidorm.

El motor de la inversión turística

El aeropuerto multiplicó el número de turistas que llegaban a la zona, la mayoría transportados por los turoperadores, empresas que vendían paquetes turísticos y que en los años 60 vivieron un auge.

Todo esto hizo que aumentara la necesidad de camas para albergar a los turistas,

En esa época aún no existían en España grandes cadenas hoteleras y la disponibilidad de capital para construir nuevos hoteles era limitada, ya que los bancos ofrecían financiación con intereses muy altos.

"En Benidorm fueron clave los turoperadores españoles y británicos, sobre todo estos últimos", explica Leire Bilbao.

Lo que hicieron fue financiar a los propietarios para que construyeran hoteles más grandes. "Inviertieron en ellos, los gestionaron por un tiempo y luego los devolvieron a los dueños del suelo", explica Ivars.

A día de hoy, en Benidorm hay 142 hoteles y más de 90.000 camas disponibles, detalla Bilbao.

Vista aérea de Benidorm.

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A la hora de planificar Benidorm se pensó en algo esencial en una zona de playa como son las vistas al mar, el sol y la movilidad.

Una ciudad sostenible

A pesar de estar llena de rascacielos y hoteles, en la planificación de la ciudad se pensó en las vistas al mar, el sol y la movilidad.

"Los edificios no se tapan el sol los unos a los otros y en las zonas aledañas hay espacio para uso comercial y zonas verdes", explica Ivars.

Según el experto, se trata de una "ciudad densa y caminable" y su planificación, orientada al sur, hace que sea más eficiente energéticamente.

Todo ello le ha valido reconocimientos como el de "Pionero Verde Europeo del Turismo Inteligente 2025", otorgado por la Comisión Europea.

Ruiz Sánchez destaca que hay muchos arquitectos que ven los rascacielos como "modelo de sostenibilidad porque ocupan muy poco espacio y generan mucho aprovechamiento", pero también apunta que estos "envejecen mal, es complicado reciclarlos y solo se pueden sustituir por otros más grandes".

Además, señala que hay un "segundo Benidorm" alrededor de este núcleo de rascacielos con "con urbanizaciones de baja densidad, resorts de lujo y parques temáticos que rompen ese equilibrio ideal de ese Benidorm denso y crean los mismos problemas que los municipios de alrededor".

"Al final, Benidorm es un espacio turístico y, por lo tanto, tan depredador de kilómetros de costa como pueda ser cualquier otro lugar", sostiene.

De ser un destino de verano, Benidorm amplió su oferta vacacional a todo el año.

Según cuenta Josep Ivars, quien fuera presidente de la Federación Internacional del Touroperadores, el británico Martin Brackenbury, decía que Benidorm era como un gran teatro, "donde había funciones para mayores en invierno, para familias en Pascua y para jóvenes en verano".

Benidorm

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Los desafíos de un "modelo exitoso"

Pero pese a su éxito, el modelo de Benidorm también enfrenta desafíos, muchos de ellos relacionados con la sostenibilidad económica y social.

Por ejemplo, en un día cualquiera del mes de agosto la ciudad puede albergar a unas 400.000 personas, cuando su población fija es de poco más de 74.000 habitantes, que son los que pagan los impuestos para sostener las finanzas del municipio.

Esto incide en los recursos públicos disponibles, como los centros de salud, la cantidad de efectivos policiales o la gestión de los residuos, algo de lo que los vecinos se quejan.

Y, al igual que ocurre en el resto de España, el acceso a la vivienda es cada día más complicado.

Amaya Marín, periodista del Diario Información, periódico líder en Alicante, cuenta a BBC Mundo que hay un "encarecimiento de la vivienda, sobre todo porque se está empezando a construir para gente con más poder adquisitivo".

"Aunque se aprobaron viviendas para jóvenes, son pocas y, en general, el alquiler en Benidorm está caro, siguiendo la tendencia del mercado en España", apunta Marín.

Esto desplaza cada vez más a la población local, que debe mudarse a localidades cercanas a Benidorm.

Ruiz Sánchez también advierte que, al tratarse de un modelo absolutamente dependiente del turismo de masas, sin diversificación, Benidorm es "un espacio terriblemente frágil" y el principal reto será ver "cómo será la ciudad dentro de 30 años en base a esta dependencia".

Aunque en la ciudad aún no ha habido protestas contra contra el turismo de masas como en otras localidades españolas, este cada día genera más incomodidad entre sus habitantes.

Y esto deja una pregunta clave: ¿hasta dónde y cómo quiere crecer Benidorm?

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