
Desde el inicio de la Gran Recesión en 2007, la tasa de fertilidad en Estados Unidos ha disminuído un 21%, según un informe del Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS, por sus siglas en inglés). Y las proyecciones indican que la tendencia continuará a la baja.
La actual clase de estudiantes de último año de secundaria es considerada como la última generación antes de que comience un largo declive en el número de jóvenes de 18 años, la edad tradicional de los estudiantes para ingresar a la universidad.
Eso explica por qué en EE.UU. los expertos hablan de que el país está llegando a un "precipicio demográfico", una caída en la cantidad de jóvenes de 18 años disponibles para matricularse en la educación superior y posteriormente ingresar al mercado laboral.
Sin embargo, muchos análisis apuntan a que no solo se trata de una crisis demográfica debido a la caída en el número de nacimientos.
"Prefiero evitar hablar de una crisis de fertilidad porque nos hace pensar que la solución está en que las mujeres tengan más bebés", dice Jeff Strohl, director del Centro de Educación y Fuerza Laboral de la Universidad de Georgetown.
El problema de fondo, argumenta el experto en diálogo con BBC Mundo, es que existe una escasez de habilidades en la fuerza laboral. "Necesitamos más trabajadores calificados", apunta, para enfrentar una crisis social y económica que se ha venido incubando en los últimos años.
El gobierno de Donald Trump tiene una visión completamente opuesta.
"Quiero un baby boom", dijo el mandatario en una Conferencia de Acción Política Conservadora en marzo de 2023.
"Apoyaremos las bonificaciones por nacimiento para un nuevo baby boom", agregó.
Ese enfoque ha caracterizado por años a los sectores más conservadores y religiosos de la sociedad estadounidense y en la actualidad, con el regreso de Trump a la Casa Blanca, esa visión resuena con más fuerza.
Esto ocurre mientras el presidente ha iniciado una campaña de deportaciones de inmigrantes indocumentados, la mayoría latinos, una comunidad que históricamente ha tenido más hijos en comparación con otros grupos.
Muchos de esos latinos, hijos de padres inmigrantes que nacieron en Estados Unidos o que llegaron a una temprana edad, han sido una parte importante del motor que mueve la economía, aportando al aumento de la fuerza laboral y, de una manera creciente, al ingreso de jóvenes a la educación superior.
Menos estudiantes en la educación superior
Dado que a partir de este año se hará más notoria la escasez de jóvenes de 18 años en Estados Unidos (tomando en cuenta que la caída en la natalidad inició en 2007), los cálculos apuntan a que habrá una disminución cercana al 13% en el número de jóvenes que egresan de la escuela secundaria en los próximos 15 años, según un estudio elaborado por la Comisión Interestatal Occidental para la Educación Superior (WICHE, por sus siglas en inglés).
Este progresivo cambio demográfico, señala el análisis, agrega una presión adicional a las matrículas universitarias, que "ya están en declive".

Si bien es cierto que no todos los trabajos van a necesitar una educación universitaria, muchos van a requerir habilidades que solo se pueden conseguir en programas de estudio tras la salida de la escuela, como por ejemplo, programas de educación superior de dos años.
A esto se agrega otra situación. Por un lado, están ingresando menos jóvenes de 18 años a la educación superior, señala Strohl. Por el otro, del grupo que ingresa al sistema, se gradúan menos personas.
Sumado a lo anterior, no existen suficientes programas para entrenar a los trabajadores jóvenes que les permitan preparase para un mundo laboral que necesita constantemente nuevas habilidades.
Esta combinación de factores va a desembocar en una falta de trabajadores estadounidenses calificados en la próxima década para que el país mantenga un alto estándar en innovación y aumente la productividad.
Incluso la confianza de los estadounidenses en la educación superior cayó al 36% en 2023, según una encuesta realizada por la firma Gallup.
Si bien el sector educacional será el primero en recibir el golpe, los efectos de la escasez de jóvenes se van a sentir por todo el sistema económico, como ha estado ocurriendo en otros países desarrollados en Europa y Asia durante las últimas décadas.
Ese es el "gran desafío" que enfrentan los países desarrollados, salvo aquellos que han tenido una política más flexible hacia los migrantes.
Cuál es la visión de Trump

Las ideas pronatalistas del gobierno de Trump surgen de un movimiento conservador preocupado por la caída de la natalidad que ha ido ganando fuerza durante años y que ahora finalmente cuenta con algunos aliados en la administración estadounidense, como el vicepresidente J.D. Vance y el multimillonario Elon Musk.
Sus defensores se han reunido con asesores de la Casa Blanca, a veces entregando propuestas escritas sobre formas de ayudar o convencer a las mujeres a tener más bebés, según un informe publicado por el New York Times.
Hasta ahora el gobierno no ha anunciado planes sobre el tema. Sin embargo, el periódico señala haber tenido acceso a testimonios confidenciales que afirman que están circulando propuestas para impulsar ideas como entregar una "Medalla Nacional de la Maternidad" a las madres con seis o más hijos.
Por lo pronto, lo que salió a la luz pública durante la campaña electoral fue un documento llamado Proyecto 2025, un plan que contiene algunas de las ideas sobre la familia defendidas por Trump, aunque el presidente negó tener cualquier vínculo con esas propuestas.
Los efectos económicos del precipicio demográfico
Sea por razones religiosas o económicas, es posible que el gobierno dé a conocer próximamente planes relacionados con el tema de la natalidad.
Más allá de lo que proponga la Casa Blanca para impulsar un "baby boom", la Oficina de Estadísticas Laborales de EE.UU. estima que en la próxima década los cambios demográficos van a afectar el crecimiento económico del país.
Si las tendencias continúan, para 2032 la proyección es que el Producto Interno Bruto (PIB) crezca a una modesta tasa anual del 1,9%, similar al crecimiento en las décadas de 2000 y 2010.

Eso ocurre porque cuando menos personas contribuyen a la producción de bienes y servicios, los países generan menos riqueza, es decir, crecen menos.
La escasez de trabajadores, que coincide con una ola de jubilaciones en Estados Unidos, no solo afectará el crecimiento económico.
Los economistas estiman que con una población más envejecida, aumentará la presión sobre las arcas fiscales, que deben responder a las crecientes necesidades de protección social y salud de los jubilados.
Como hay menos personas trabajando y pagando impuestos, el gobierno tiene que buscar otras maneras de conseguir ingresos, como podría ser el aumento de impuestos o un mayor endeudamiento que le permita hacer las inversiones necesarias.
Sea cual sea la estrategia para conseguir más ingresos, una reducción de la fuerza laboral y una población envejecida generan un aumento en la demanda de programas sociales para apoyar a quienes no trabajan.
Básicamente, se ha de reforzar la red de protección social, incluidas las pensiones y el gasto en salud.
Una menor cantidad de trabajadores disponibles puede hacer subir los salarios, dado que tienen un mayor poder de negociación, aunque al mismo tiempo, eso puede hacer subir la inflación porque las empresas suelen traspasar una buena parte de los costos adicionales que enfrentan a los consumidores.
"La tormenta que se avecina"
En menos de una década, Estados Unidos enfrentará una escasez de unos seis millones de trabajadores, señala el informe "La tormenta que se avecina", de la empresa consultora especializada en mercado laboral Lightcast.
Por primera vez en la historia, más personas cumplirán 65 años que 16, apunta este estudio, que compara la gravedad del problema con la de un huracán que se acerca a las costas de Estados Unidos.
En el corto plazo, algunas de las industrias más afectadas serán la de la atención médica, la construcción y la hospitalidad (que incluye servicios como alojamiento, alimentación, transporte y entretenimiento).
La economía también necesitará personas con alta capacitación, apunta Jeff Strohl, pero como han caído las matrículas universitarias, el panorama se ve desafiante.

Un país que se puede tomar como un buen ejemplo para enfrentar este problema, dice Strohl, es Japón, una nación que ha mejorado su productividad y sus tecnologías, incluyendo la inteligencia artificial, compensando una fuerza laboral más pequeña y una población envejecida.
"Japón ha incorporado la tecnología como un complemento al trabajador y no como un sustituto del trabajador", dice el experto.
Algunas de las acciones que el experto recomienda implementar son la reincorporación a la fuerza laboral de una gran cantidad de jóvenes que se han quedado fuera de ella, así como lograr que los alumnos terminen sus estudios postsecundarios (el 38% de los alumnos no se gradúa), y mejorar los sistemas entrenamiento de los trabajadores.
Varios estudios sugieren, por otro lado, que la inmigración es una de las maneras de enfrentar el problema de la caída en la fuerza laboral, como argumentan los investigadores Melissa Kearney y Phillip Levine.
El ingreso de migrantes a la fuerza laboral se ha convertido un tema controvertido con el nuevo gobierno de Donald Trump, quien ha prometido una deportación masiva de personas indocumentadas, incluyendo aquellas que están en el proceso de conseguir una residencia permanente o a la espera de una respuesta sobre su petición de asilo.
Por eso, cuando los economistas plantean que el país requiere de migrantes para que la economía crezca, el debate suele tornarse político, enfrentando visiones muy polarizadas.
Otro asunto que señalan los expertos es que la situación requiere una mayor inversión en capital humano, investigación y desarrollo.
Pero la pregunta que muchos se hacen es, ¿quién va a financiar esas inversiones?. ¿El gobierno, el sector privado o ambos?
A partir de este año, cuando comiencen a egresar menos jóvenes de 18 años de las escuelas secundarias, se avecina un problema laboral que puede jugar en contra de la mayor economía del mundo.


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