
En un evento llamado DevDay de OpenAI realizado este mes, el director de esa empresa, Sam Altman, hizo lo que rara vez hacen los directivos tecnológicos estadounidenses hoy en día: respondió a las preguntas de los periodistas.
"Sé que es tentador escribir la historia de la burbuja", me dijo Altman, sentado junto a sus principales colaboradores. "De hecho, creo que hay muchos aspectos de la inteligencia artificial que están en plena ebullición ahora mismo".
En Silicon Valley, el debate sobre si las empresas de inteligencia artificial (IA) están sobrevaloradas ha cobrado una nueva urgencia.
Los escépticos se preguntan en privado, y algunos ahora en público, si el rápido aumento del valor de las empresas de tecnología de IA podría ser, al menos en parte, resultado de lo que llaman "ingeniería financiera".
En otras palabras, se teme que estas empresas estén sobrevaloradas.
Altman dijo que algunas "startups tontas" podrían llevarse una fortuna debido a las malas decisiones tomadas por inversores.
Pero con OpenAI, me comentó, "algo real está sucediendo".
No todos están convencidos.
En los últimos días, el Banco de Inglaterra, el Fondo Monetario Internacional y el director de JP Morgan, Jamie Dimon, han advertido sobre una burbuja de IA, declarando a la BBC que "el nivel de incertidumbre debería ser mayor en la mente de la mayoría de la gente".
Y aquí, em Silicon Valley, en lo que a menudo se considera la capital tecnológica mundial, la preocupación crece.
En una mesa redonda celebrada la semana pasada en el Museo de Historia de la Computación de Silicon Valley, Jerry Kaplan, uno de los primeros emprendedores en IA, declaró ante un público abarrotado que él ha vivido cuatro burbujas.

Kaplan está especialmente preocupado ahora, dada la magnitud del dinero en juego en comparación con el auge de las puntocom. Hay mucho más que perder.
"Cuando [la burbuja] estalle, será muy malo, y no solo para quienes trabajan en IA", afirmó. "Va a arrastrar al resto de la economía".
Sin embargo, en la Escuela de Posgrado de Negocios de Stanford, que ha formado un buen número de emprendedores tecnológicos, el profesor Anat Admati afirma que, si bien se han hecho muchos intentos de modelar cuándo estamos en la burbuja, puede ser un ejercicio inútil.
"Es muy difícil cronometrar una burbuja", me explicó el profesor Admati. "Y no se puede decir con certeza que se estuvo en una hasta que la burbuja estalla".
Pero los datos son preocupantes para muchos. Las empresas relacionadas con IA han representado el 80% de las impresionantes ganancias del mercado de valores estadounidense este año, y la consultora Gartner estima que el gasto global en IA probablemente alcanzará unos US$1,5 billones antes de que finalice 2025.
Una maraña de acuerdos
OpenAI, que introdujo la IA al mercado de consumo masivo con ChatGPT en 2022, se encuentra en el centro de una compleja red de acuerdos que están bajo escrutinio.
Por ejemplo, el mes pasado, firmó un acuerdo de US$100.000 millones con el fabricante de chips Nvidia, la empresa que cotiza en bolsa más valiosa del mundo.
Esto amplía una inversión que Nvidia ya tenía en la empresa de Altman, con la expectativa de que OpenAI construya centros de datos equipados con los chips avanzados de Nvidia.
Y hace unos días, OpenAI anunció planes para comprar miles de millones de dólares en equipos para el desarrollo de IA a AMD, rival de Nvidia, en un acuerdo que podría convertirla en uno de los mayores accionistas de AMD.
Cabe recordar que se trata de una empresa privada, aunque recientemente valorada en medio billón de dólares.
También está el gigante tecnológico Microsoft, con una fuerte inversión, y el gigante de la computación en la nube Oracle, que tiene un acuerdo de US$300.000 millones con OpenAI.
El proyecto Stargate de OpenAI en Abilene, Texas, financiado con la ayuda de Oracle y el conglomerado japonés SoftBank, y anunciado en la Casa Blanca durante la primera semana de mandato del presidente Donald Trump, está aumentando su tamaño.
Y en cuanto a Nvidia, tiene participación en la startup de inteligencia artificial CoreWeave, que abastece a OpenAI con parte de sus enormes necesidades de infraestructura.

Y a medida que estos acuerdos de financiación cada vez más complejos se vuelven más comunes, los expertos de Silicon Valley afirman que podrían estar nublando la percepción sobre la demanda de IA.
Algunos no se andan con rodeos, llamando a estos acuerdos "financiación circular" o incluso "financiación de proveedores", donde una empresa invierte o presta a sus propios clientes para que estos puedan seguir comprando.
"Sí, los préstamos de inversión no tienen precedentes", me dijo Altman.
Pero, añadió, "también es inédito que las empresas aumenten sus ingresos tan rápido".
Los ingresos de OpenAI crecen rápidamente, pero nunca han generado beneficios.
Y no es buena señal que las personas con las que he hablado sigan mencionando a Nortel, el fabricante canadiense de equipos de telecomunicaciones que se endeudó prolíficamente para financiar acuerdos con sus clientes (y, por lo tanto, impulsar artificialmente la demanda de sus productos).
Por su parte, Jensen Huang, de Nvidia, defendió su acuerdo con OpenAI en una entrevista con CNBC, precisando que la firma no está obligada a comprar la tecnología de su empresa con el dinero que invierte.
"Pueden usarla para hacer lo que quieran", afirmó Huang.
"No hay exclusividades. Nuestro principal objetivo es simplemente apoyarlos y ayudarlos a crecer, y a expandir el ecosistema".
Señales reveladoras

Kaplan afirma ver un par de señales reveladoras de que el sector de la IA, y por lo tanto la economía en general, podría estar en problemas.
En épocas de bonanza, afirma, las empresas anuncian grandes iniciativas y planes de productos para los que aún no cuentan con el capital necesario.
Mientras tanto, los inversores minoristas se apresuran a sumarse al movimiento de las startups.
El aumento del precio de las acciones de AMD hace unos días podría indicar que los inversores están intentando conseguir una parte de la fortuna que genera ChatGPT, y mientras todo esto sucede, se está construyendo una infraestructura física real destinada a satisfacer la aparentemente insaciable sed de mayor desarrollo de la IA.
"Estamos creando un nuevo desastre ecológico provocado por el hombre: enormes centros de datos en lugares remotos como desiertos, que se oxidarán y filtrarán contaminantes al medio ambiente, sin que nadie rinda cuentas porque los constructores e inversores se habrán ido hace mucho tiempo", declaró Kaplan.

Pero incluso aunque estemos en una burbuja, la esperanza de Silicon Valley es que las inversiones que se están realizando ahora no necesariamente se desperdicien.
"Lo que me reconforta es que internet se construyó sobre las cenizas de la sobreinversión en la infraestructura de telecomunicaciones de ayer", dijo Jeff Boudier, quien desarrolla productos en el centro comunitario de IA Hugging Face.
"Si hay sobreinversión en infraestructura para la carga de trabjo de la IA, puede haber riesgos financieros asociados", admitió.
"Pero permitirá la creación de muchos productos y experiencias nuevas y excelentes, incluyendo algunos en los que hoy no estamos pensando".
Hay muchos que creen en el potencial de la IA para transformar la sociedad.
La pregunta es si el dinero para financiar las ambiciones de las principales empresas del sector se está agotando.
"Nvidia parece ser el último prestamista o inversor", dijo Rihard Jarc, fundador del boletín UncoverAlpha.
"¿Quién más tiene la capacidad ahora mismo de invertir US$100.000 millones en otra empresa?".

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