Oculta desde hace más de un siglo, la correspondencia secreta y erótica del pintor Gustave Courbet se revela en una exposición y en un libro que sale este 10 de abril. Una literatura que en su época fue escondida por su vocabulario explícito y escandaloso.
"Courbet, cartas ocultas: la historia de un tesoro recuperado": así se llama la exposición que presenta en la ciudad de Besançon (este de Francia) 38 de las cartas intercambiadas entre noviembre de 1872 y abril de 1873 entre Gustave Courbet y la sulfurosa Mathilde Carly de Svazzema. “Es un tesoro escondido que en Besançon ofrecemos a todo el mundo”, dijo la alcaldesa Anne Vignot, emocionada por poder “levantar el velo sobre la personalidad” de este gran pintor del siglo 19.
Un escándalo guardado
El 15 de noviembre de 2023, Agnès Barthelet, conservadora adjunta de la biblioteca, vio un montón de cartas en un estante del desván. En la parte superior, un trozo de papel con esta inscripción despertó su curiosidad: “Hace unos 40 o 50 años, alguien entregó a la conservadora de una biblioteca pública unas cartas escabrosas con dibujos, escritas a una señora por una famosa personalidad del siglo 19”.
Al hojear los sobres, un nombre saltó a la vista: el de Gustave Courbet, autor de “El origen del mundo” (1866), audaz representación frontal del sexo femenino. Y el contenido de esta correspondencia es tan explícito como el del cuadro: “Querida Puta […], daría cualquier cosa en este momento por chuparte el coño, morderte el vello dorado, tu bulto y devorar tus grandes pezones puntiagudos, descargarme en tu boca”, dice por ejemplo el artista. “Tendré mi coño a punto para recibir las sensaciones que te gustaría que experimentara”, le contesta su interlocutora.
Guardada en secreto de curador a curador debido a su contenido explícito, esta correspondencia se había perdido, hundiéndose en el olvido. Las misivas puestas bajo vidrio recorren ahora en Besançon la historia de esta relación intensa aunque puramente epistolar, ya que los dos amantes nunca se conocieron.
Fantasías crudas
En 1872, fue Mathilde Carly de Svazzema quien inicialmente se puso en contacto con el pintor. Rápidamente, él respondió a la intrigante desconocida, pidiéndole que se describiera y le enviara su retrato.
Refugiado en su ciudad natal de Ornans, cerca de Besançon, Courbet estaba pasando por un periodo difícil. Recientemente liberado después de haber sido encarcelado por su papel durante la Comuna de París, fue amenazado con tener que restaurar la columna Vendôme a sus expensas, acusado de haber pedido su destrucción. Le costaba pintar, y a sus cincuenta años, se sentía viejo y enfermo.
El pintor se abrió entonces, detallando sus fantasías más crudas en sus cartas, que constan de una obsesión por el sexo femenino y por el de Mathilde. “Cuando te abrace mi amor, ¿sabes lo que quiero hacer? Quiero hacer un retrato escrupuloso de tu gran coño en su maravilloso color, quiero hacerlo en un panel que duplicará mi caja de pinturas, lo tendré siempre conmigo, encantará mis sueños”, confiaba así Courbet a su lectora.
Un centenar de cartas
Los amantes epistolares se mandaron “un centenar de cartas en seis meses, casi una al día, era frenético”, comenta Henry Ferreira-Lopez, director de las bibliotecas municipales de Besançon. Pero a pesar de la insistencia de la joven, Courbet se negó a que se reuniera con él en Ornans, sin duda por temor al escándalo.
La parisina se ofreció como intermediaria en la venta de uno de sus cuadros pero nunca le envió el dinero. La relación terminó, Courbet consiguió recuperar las cartas que le había enviado. Ella nunca volvió a escribirle. Para el alcalde de Besançon, “aunque la historia tenga un mal final y Mathilde desempeñe un papel negativo, es gracias a su audacia que conocemos mejor la interioridad de Courbet”.
Este jueves 10 de abril sale a la vente el libro Gustave Courbet, Correspondencia con Mathilde, publicado por la editorial Gallimard.
Con AFP y prensa local
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