La yakuza, el hampa japonesa, se ha comprometido por escrito ante la policía a poner fin a sus guerras internas, a veces sangrientas. Una medida que demuestra el declive de este tipo de organización mafiosa.
Los líderes del Yamaguchi-gumi, el mayor sindicato del crimen de Japón, acudieron a una comisaría de la región de Kobe-Osaka para entregar una carta en la que afirmaban que renunciarían a la violencia para resolver sus rencillas internas. Este importante grupo criminal ha librado sangrientas guerras contra otros grupos yakuza formados por antiguos miembros que se separaron en 2015.
Desde 2020, las autoridades japonesas han puesto a varios grupos criminales bajo vigilancia especial debido al aumento de la violencia, restringiendo sus actividades, incluido el uso de sus oficinas en zonas designadas. Sin embargo, el jefe de la policía de Hyogo dijo que los planes de los grupos disidentes seguían sin estar claros, y que los investigadores estaban supervisando la situación, ya que el compromiso del Yamaguchi-gumi podría no ser más que una declaración unilateral.
Grupos en declive
Como todo Japón, la yakuza es víctima del envejecimiento de la población, la incertidumbre económica y las leyes antipandillas. Se les prohíbe abrir cuentas bancarias, obtener seguros y poseer tarjetas de crédito. La yakuza ya no es un trabajo con futuro, explica nuestro corresponsal en Tokio, Frédéric Charles.
La media de sus miembros supera los 50 años, y el 15% de ellos tiene más de 70 años. Hay menos dinero y ninguna garantía de una jubilación cómoda. Así que no es de extrañar que tengan dificultades para reclutar jóvenes. Las penas de cárcel también se han alargado y la represión policial ha reducido su número de 180.000 en los años 60 a 20.000 en la actualidad.
Resistencia y lealtad
En los sectores financiero, inmobiliario y de la construcción, la mayoría de las actividades de la Yakuza son legales. Algunos de sus negocios cotizan en bolsa. Esto no les impide seguir infringiendo la ley en la prostitución, el juego ilegal y los créditos al consumo a tipos usurarios.
Pero la yakuza está en declive. Algunos se han reducido a robar cromos de Pokémon y otros productos de videojuegos. En su publicación interna, que incluye una sección de poesía, los Yamaguchi-gumi instan a sus miembros a mostrar resistencia y lealtad en estos tiempos difíciles.
“Tokuryu”, ¿el reemplazo?
A pesar de este declive, “algunas de sus actividades son cada vez más opacas y sus fuentes de financiación se están diversificando”, advirtió la policía la semana pasada. Un ejemplo de esta opacidad son los supuestos vínculos de la yakuza con grupos criminales, a menudo implicados en estafas por Internet o fraudes de inversión.
Conocidos colectivamente como “tokuryu”, estos grupos de delincuentes se distinguen por reclutar a jóvenes, a menudo al margen de la sociedad y en busca de dinero rápido, a través de las redes sociales. Según la policía, algunos yakuza son líderes de estas nuevas redes delictivas, cuyos beneficios podrían estar alimentando las arcas de los sindicatos del crimen tradicionales.
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