El Año Nuevo podría celebrarse en casa para cientos de miles de personas desplazadas tras el acuerdo de alto el fuego inmediato alcanzado este sábado entre Tailandia y Camboya. La tregua pone fin, al menos por ahora, a un conflicto fronterizo que en tres semanas dejó al menos 47 muertos, 26 en el lado tailandés y 21 en el lado camboyano, y cerca de un millón de desplazados.
El alto el fuego, alcanzado después de tres días de negociaciones, prohíbe el uso de cualquier tipo de armamento, incluidos los ataques contra la población civil, sus bienes y las infraestructuras, de acuerdo con un comunicado conjunto firmado por los ministros de Defensa de los dos Estados. El texto también menciona la congelación de posiciones militares, la limpieza de minas en las zonas fronterizas, la cooperación policial para combatir los delitos cibernéticos y la liberación por parte de Bangkok de 18 soldados camboyanos tras 72 horas de alto el fuego efectivo.
El secretario general de la ONU, António Guterres, celebró el alto el fuego anunciado el sábado entre Tailandia y Camboya como un paso hacia una paz duradera tras semanas de mortíferos enfrentamientos fronterizos. Guterres describió el acuerdo de alto el fuego como "un paso positivo para aliviar el sufrimiento de la población civil, poner fin a las hostilidades en curso y crear un entorno propicio para el establecimiento de una paz duradera", declaró el portavoz Stéphane Dujarric.
Los dos reinos del sudeste asiático están desde hace tiempo en desacuerdo sobre la demarcación de su frontera de 800 kilómetros, decidida durante el período colonial francés, y se acusan mutuamente de haber desencadenado esta nueva escalada mortal. La reanudación de los enfrentamientos sucedió el 7 de diciembre, cuando muchas familias se veían obligadas a dormir en tiendas de campaña o en centros de acogida de emergencia saturados a ambos lados de la frontera en disputa.
Una paz interrumpida en 2025
Tras un primer estallido de violencia en julio que dejó 43 muertos, se intentaron varias treguas con mediación internacional, en particular de Donald Trump. El alto el fuego de julio fue negociado por Malasia e impulsado por la presión del presidente de EE. UU., Donald Trump, quien amenazó con retirar los privilegios comerciales a menos de que Tailandia y Camboya accedieran.
Se formalizó con más detalle en octubre en una reunión regional en Malasia a la que Trump asistió. Sin embargo, el acuerdo fue suspendido por Tailandia después de que soldados resultaran heridos por una mina fronteriza, y los combates continuaron pese a nuevos intentos de mediación en diciembre.
Finalmente, presionados también por China y tras una reunión de emergencia de la ASEAN, Tailandia y Camboya aceptaron retomar el diálogo directo. Sin embargo, el conflicto sigue latente debido a las disputas sobre la delimitación de la frontera y la soberanía de antiguos templos, como el de Preah Vihear, lo que pone en duda la estabilidad del actual alto el fuego.
A las tensiones las llamo los “fantasmas coloniales”. Todo Asia Pacífico, con ligeras excepciones, incluyendo Tailandia, fueron pasto de los poderes coloniales europeos. El problema estructural entre Camboya y Tailandia, es que la frontera entre ambos países la firmó el Gobierno colonial francés de la época de principios de siglo, y el Gobierno de Xian, que es el único país que no ha sido independiente. El problema viene cuando Camboya se independiza y no está de acuerdo con la frontera que fue pactada entre el poder colonial francés, la actual Camboya y la actual Tailandia.
Javier Gil Perez, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Pontífice de Comillas. Entrevistado por RFI. 29/07/2025
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