La OEA urgió este viernes a sus países miembros a apoyar "según sus capacidades" la misión de apoyo a la seguridad en Haití, durante una Asamblea General sacudida por las críticas de Estados Unidos, que cuestionó su eficacia.
El país más pobre de América Latina y el Caribe está sumido en una crisis política y en una ola de violencia de grupos armados a la que intenta poner fin una misión internacional de apoyo a la seguridad liderada por Kenia. La estabilización de Haití es esencial para los países de la región por sus efectos indirectos. La inseguridad y la crisis económica son un caldo de cultivo para el tráfico de droga, el lavado de dinero y la emigración irregular.
Previas arduas negociaciones, los países de la Organización de los Estados Americanos (OEA), reunidos en Antigua y Barbuda, adoptaron por consenso un proyecto de resolución impulsado por Haití y Estados Unidos. El texto urge "a los Estados miembros a que presten apoyo, según sus capacidades, a la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MSS) en Haití, incluso a través del Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas, y a que se comprometan a reforzar la capacidad operativa e institucional de las fuerzas nacionales de seguridad haitianas".
El documento pide a los Estados miembros "que incrementen con urgencia sus esfuerzos para la aplicación de soluciones concretas y efectivas" y que apoyen a las autoridades haitianas "para restablecer el orden público, facilitar la entrega de ayuda humanitaria y crear las condiciones para elecciones libres y justas". Los países solicitan al secretario general de la OEA, Albert Ramdin, que elabore en un plazo de 45 días "un plan de acción" sobre el apoyo de la OEA a Haití.
El canciller haitiano, Jean-Victor Harvel Jean-Baptiste, calificó la adopción del texto de "paso esencial" en buena dirección y llamó a la OEA a "pasar a la acción sin tardar". La falta de soluciones a la situación en Haití, pero también en Venezuela, exaspera a Estados Unidos. El vicesecretario de Estado estadounidense, Christopher Landau, cuestionó el jueves la existencia misma de la OEA si es incapaz de resolver estas crisis.
Frente al "fraude electoral" en Venezuela "¿qué ha hecho esta organización? Hasta donde sabemos, nada sustancial", dijo Laudau. Si "no está dispuesta o no puede desempeñar un papel constructivo en Haití, entonces debemos preguntarnos seriamente ¿por qué existe la OEA?", reiteró.
– "Algunas olas" –
Se tratan de declaraciones que provocaron "algunas olas entre los miembros", reconoció el ministro de Relaciones Exteriores de Antigua y Barbuda, Everly Paul Chet Greene, en rueda de prensa tras la asamblea general. Landau advirtió asimismo que Estados Unidos examina actualmente en qué organizaciones internacionales se queda y de cuáles se sale y no está seguro "de poder predecir" si permanecerá en la OEA, de la que es el principal contribuyente.
Ramdin es optimista. "Estoy de acuerdo con los Estados miembros en que el multilateralismo tiene que dar resultados, si ese es el trasfondo de lo que el subsecretario de Estado quería transmitir, entonces estoy de acuerdo con él", declaró en la rueda de prensa.
"Los países pagan mucho dinero, ciertamente en Estados Unidos, para hacer que una organización funcione" y "solo puede funcionar cuando cumple con lo que los Estados miembros quieren que cumpla", añadió Ramdin, que asegura tener una buena relación con el gobierno del presidente estadounidense, Donald Trump.
– Disidente cubana en CIDH –
Aunque esta vez no hubo proyectos de resolución sobre Venezuela y Nicaragua, muchos Estados expresaron preocupación por la situación en ambos países, que se salieron de la OEA. Ramdin aseguró que en la OEA no están de brazos cruzados, sino que trabajan "entre bambalinas".
La OEA abordó otros temas. Adoptó, como cada año, una declaración en la que llama a reanudar negociaciones entre Argentina y el Reino Unido sobre las islas Malvinas y se comprometieron a reforzar la inversión en salud mental.
Además debían elegir a tres de los siete comisionados de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), pero solo se pusieron de acuerdo sobre dos: la disidente cubana Rosa María Payá, nominada por Estados Unidos, y Marion Bethel, de Bahamas.
Después de cuatro rondas delegaron en el Consejo Permanente, el órgano ejecutivo de la OEA, la elección del tercero, el 11 de julio en Washington, entre el mexicano José Luis Caballero Ochoa y el brasileño Fabio de Sá e Silva. Panamá acogerá la próxima Asamblea General en 2026.
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