Ruanda y la República Democrática del Congo firmaron este viernes en Washington, bajo los auspicios de Estados Unidos, un acuerdo para poner fin a un conflicto en el este de la RDC que ha causado miles de muertos.
El acuerdo, suscrito por los ministros de Relaciones Exteriores Thérèse Kayikwamba Wagner, de RDC, y Olivier Nduhungirehe, de Ruanda, en presencia del jefe de la diplomacia estadounidense Marco Rubio, incluye la promesa ruandesa de poner fin a sus medidas defensivas en el país vecino, donde los rebeldes se apoderaron de un vasto territorio.
"Toda la región comienza un nuevo capítulo de esperanza y oportunidad, harmonía, prosperidad y paz", dijo el presidente Donald Trump durante una reunión por la tarde con los cancilleres de ambos países en la Casa Blanca. "Este es un día hermoso", agregó.
Los rebeldes del M23, que según expertos de la ONU y Estados Unidos han recibido apoyo militar de Ruanda, han ganado terreno en el este de la RDC desde enero, apoderándose de ciudades clave como Goma y Bukavu. Miles de personas han muerto.
Durante la ceremonia para suscribir el acuerdo en el Departamento de Estado en Washington, Massad Boulos, asesor principal de Trump para África, aseguró que el pacto incluía el levantamiento de las medidas defensivas por parte de Ruanda.
En una declaración conjunta previa a la firma, los tres países y Catar como mediador informaron que el acuerdo incluiría "disposiciones sobre el respeto de la integridad territorial y la prohibición de hostilidades" en el este de la RDC, así como el "desarme e integración condicional de grupos armados no estatales", sin mencionar específicamente al M23. Un "mecanismo conjunto de coordinación en seguridad" será instituido.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, acogió con satisfacción el acuerdo al calificarlo de "un paso significativo hacia la desescalada, la paz y la estabilidad" en la región, dijo en un comunicado. En la misma línea, el presidente francés, Emmanuel Macron, lo consideró "un paso adelante histórico tras décadas de sufrimiento".
– Posible cumbre –
El comunicado también mencionó un marco de integración económica regional y una futura cumbre en Washington que reuniría a Trump con sus homólogos de Ruanda, Paul Kagame, y de la RDC, Félix Tshisekedi. La cita podría tener lugar en julio. El gobierno de Kinshasa lleva tiempo denunciando que el M23, formado en su mayoría por tutsis, recibe apoyo militar de Ruanda.
Ruanda ha negado apoyar directamente a los rebeldes, pero dice que su seguridad se ha visto amenazada por grupos armados que han permanecido en el este de la RDC durante décadas, en particular las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda, creadas por exlíderes hutus vinculados al genocidio de los tutsis en Ruanda en 1994.
El ministro ruandés Olivier Nduhungirehe aseguró este viernes en la ceremonia que la RDC aceptó poner fin a todo apoyo a los militantes hutus. "Esto es solo el principio, no el fin", afirmó su par ruandesa Thérèse Kayikwamba Wagner, mientras Rubio sostuvo que "se está ante un momento importante después de treinta años de guerra", añadiendo, sin embargo, que aún queda mucho por hacer.
Mientras Washington "lideró las negociaciones entre los gobiernos de Ruanda y del Congo", Catar gestionó las "negociaciones entre el gobierno congoleño y el M23″, comentó a la AFP una fuente conocedora de las tratativas.
– Minerales críticos –
Desde hace más de 30 años que el este de la República Democrática del Congo, rico en recursos naturales y fronterizo con Ruanda, se ve azotado por la violencia. Múltiples ceses del fuego han sido acordados, y luego violados, desde que el M23 reanudó sus operaciones en la zona en 2021, y los enfrentamientos con el gobierno y las fuerzas aliadas han desplazado a cientos de miles de personas y provocado una grave crisis humanitaria.
En abril pasado, Félix Tshisekedi y Massad Boulos, que se encontraba de visita en Kinshasa, discutieron sobre la posibilidad de un acuerdo minero entre RDC y Estados Unidos. Principal productor mundial de cobalto y segundo país más grande de África, la RDC posee al menos el 60% de las reservas mundiales de coltán, un mineral estratégico para la industria electrónica, un hecho que interesa especialmente al presidente Trump.
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