Desde finales de octubre, el presidente francés Emmanuel Macron impulsa un amplio proyecto para alertar sobre los riesgos que, en su opinión, suponen las redes sociales para la democracia.
A lo largo de las reuniones, ha esbozado vías de regulación que pretende traducir en “decisiones concretas” a principios de 2026. El programa incluye una “mayoría digital” a los 15 años, la transparencia de los algoritmos o incluso una acción judicial “urgente” para bloquear de forma inmediata la “información falsa” en las redes.
Hasta ahora, la reflexión se había desarrollado de forma bastante discreta. Pero este fin de semana, el periódico Le Journal du Dimanche, propiedad del empresario conservador Vincent Bolloré, reprochó a Emmanuel Macron una “deriva totalitaria”.
El motivo es un proyecto, mencionado por el jefe del Estado hace dos semanas, de “certificación realizada por profesionales” para distinguir los sitios y redes que difunden información según las normas deontológicas de los demás.
El semanario denunció “la tentación del Ministerio de la Verdad”, como en la novela distópica “1984” de George Orwell.
Este martes, la ministra de Cultura, Rachida Dati, volvió a desmentir cualquier proyecto de “etiqueta estatal para los medios de comunicación” en el plató del canal de noticias del grupo Bolloré CNews.
“El presidente de la República nunca ha dicho, repito, nunca ha dicho que el Estado vaya a certificar a los medios de comunicación”, afirmó la ministra, también responsable de prensa.
"Pravda"
Dati reafirmó que este proyecto de etiqueta no provenía de Macron, sino de los Estados Generales de la Información, cuyo comité directivo recomendó en 2024 a los “profesionales de la información” que se comprometieran con esta iniciativa.
“Proviene de los Estados Generales de la Información, no del presidente de la República (…) Solo estoy poniendo las cosas en contexto”, aseguró Dati, quien añadió que esta certificación se haría, además, de forma voluntaria.
Por su parte, el presentador estrella de CNews, Pascal Praud, criticó la “tentación autoritaria” de un “presidente descontento con el tratamiento mediático y que desea imponer un discurso único”. “Propongo un nombre para este nuevo servicio de comunicación: Pravda, como el periódico oficial de la desaparecida Unión Soviética”, añadió.
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