La cumbre climática de Naciones Unidas ya inició en ausencia de la delegación de Estados Unidos, país que se retiró del Acuerdo de París. Trump, presidente climatoescéptico y partidario de los combustibles fósiles, boicotea la COP30 de Belém. Pero una alianza de políticos y gobernantes locales toma el relevo.
Mientras que la administración de presidente climatoescéptico Donald Trump boicoteó la cumbre de Naciones Unidas sobre el cambio climático, una delegación de gobernadores y alcaldes estadounidenses sí viajo a Bélem en Brasil, para respaldar la ambición a favor del Acuerdo de París.
"La razón de mi presencia se debe a la ausencia de liderazgo de EE.UU.", declaró el gobernador demócrata de California Gawin Newsom en Brasil en vísperas de la COP30. Newsom, férreo opositor de Donald Trump deploró la ausencia de delegación estadounidense en la conferencia climática "ni siquiera alguien tomando apuntes de lo que ocurrirá en Belém", lamentó.
El presidente estadounidense quien tachó el mes pasado el cambio climático de "mayor estafa" de la historia, impulsó a través de varios decretos, el desarrollo de los proyectos de energía fósil, gas, petróleo y carbón, y paralizó varios proyectos de energías renovables, en total contradicción con la necesidad de reducir las emisiones de CO2 y metano que agravan la crisis climática.
"Es una administración que ha sido totalmente capturada y está totalmente controlada, no solo por la industria de los combustibles fósiles, y por los elementos más extremistas de dicha industria", denunció el senador demócrata de la Comisión de Ambiente del Senado, Sheldon Whitehouse.
"Son tan extremistas que, en la orden ejecutiva original de Trump, excluyeron de la definición de energía la energía solar y la energía eólica. Están dispuestos a violar el diccionario para conseguir sus objetivos. Por lo tanto, no se puede negociar con estas personas. Hay que estar dispuesto a resistir", insistió Sheldon en una rueda de prensa en línea antes de la COP30.
A modo de resistencia, más de 20 gobernadores y decenas de alcaldes que representan el 75% del producto interno bruto de Estados Unidos mandaron un centenar de representantes a la COP30 de Brasil para reafirmar sus políticas locales de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en virtud con el Acuerdo de París.
“Los gobernadores de la Alianza Climática de Estados Unidos están reduciendo las emisiones al tiempo que hacen crecer sus economías y reducen los costes energéticos. Estos 24 estados han reducido las emisiones de gases de efecto invernadero un 24 % por debajo de los niveles de 2005, al tiempo que han aumentado el PIB colectivo en un 34 %”, afirmó Gina McCarthy, ex asesora del gobierno de Joe Biden para los asuntos climáticos y codirectora de America is All in, otra alianza de responsables locales en defensa de la acción climática.
Y aunque Estados Unidos se retiró de varias instancias multilaterales, la Casa Blanca se mantiene atenta para defender los intereses de las energías fósiles. En octubre pasado, delegados del mundo entero estaban reunidos en Londres en el marco de la Organización Marítima Internacional (OMM) para aprobar un nuevo impuesto, mínimo, sobre las emisiones contaminantes del sector marítimo.
Todo estaba listo hasta que la Casa Blanca amenazó de sanciones comerciales a los países que aprobaran la nueva tasa. El proyecto fue finalmente aplazado al menos un año. Un drama diplomático que ilustra el poder de interferencia de Estados Unidos para torpedear las políticas ambientales, incluso fuera de sus fronteras.
Compartir esta nota