La actual crisis de Haití puede convertirse en una oportunidad si quienes buscan la estabilización y mejora del país logran pensar una transición hacia la paz que sea completa, es decir, que vaya mas allá del control de la violencia y tenga en cuenta el desarrollo económico y la construcción de la democracia.

Se abre una ventana de oportunidad con la renuncia de Ariel Henry, las coaliciones entre pandillas bajo comandos visibles como Jimmy Cherizier, Johnson Andre, Guy Phillip y la reacción de la comunidad internacional que no puede seguir ignorando la situación.  La sociedad haitiana puede comenzar una transición hacia la paz con el acompañamiento adecuado de la misión multinacional de apoyo a la seguridad de Haití.

¿Quienes buscan la paz en Haití? podría decirse que las Naciones Unidas, algunos sectores del Departamento de Estado, algunos miembros de las elites haitianas de la diáspora y locales, algunos políticos de los partidos tradicionales, parte del sector privado de la isla e internacional, y organizaciones de la sociedad civil haitianas, dominicanas e internacionales. Digo algunos, porque, como sucede en todo conflicto armado, muchos dentro y fuera de Haití se benefician de la situación de caos. No solo los narcotraficantes, vendedores de armas y dirigentes de pandillas, sino también las elites nacionales que logran mantener sus privilegios en medio de la destrucción y alimentan las bandas armadas. Sin embargo, el hecho de ser un actor que se beneficia del caos, no quiere decir que no pueda dejar de serlo si se le presentan los incentivos correctos como lo demuestra la desmovilización de paramilitares en Colombia en 2004 y los procesos de paz con las guerrillas en Centro América en 1986.

Hay que tener claro que el conflicto armado es perverso y pervierte toda la sociedad, destruye el contrato social y rompe los tejidos sociales, hasta el más íntimo, el de la familia. Cuando hay una ventana de oportunidad como la actual crisis en Haití, se debe aprovechar y comenzar de nuevo la construcción del Estado, esta vez con bases democráticas, inclusivas. Para ello es importante diseñar la transición con objetivos claros. La experiencia internacional en transiciones de conflictos armados a la paz nos enseña que hay tres transiciones esenciales: la transición política hacia una democracia inclusiva, la transición económica de una economía de guerra a una economía de paz, y la transición de seguridad de la confrontación armada a la convivencia pacífica.

Hay una tendencia a concentrarse en la mas urgente y visible de las transiciones, la de seguridad. Sin embargo, las tres estan interrelacionadas y el éxito de una depende del éxito de la otra. El mundo esta plagado de casos en los que los actores dejan las armas y el país sigue en el caos (Congo, Sudan, Tchad, El Salvador luego de las negociaciones), o se hacen elecciones buscando una transición política y solo se logra perpetuar la violencia (Afganistán, Irak).  Aunque si es verdad que sin un mínimo de seguridad ninguna transición es posible, la estrategia de seguridad no puede destruir aún más el tejido social e impedir la construcción de un nuevo contrato social.

En Haití, ese mínimo de seguridad se puede lograr con la llegada de la fuerza multinacional bien equipada y negociando con las pandillas. Se necesita ganar el control militar de Port au Prince, pero no a cualquier precio. Viendo la dominación de las bandas armadas en el 80% de la capital, las carreteras, el aeropuerto y los puertos, y la cantidad de armas que circulan, una confrontación sin dialogo es arriesgada. Negociar con las pandillas evitaría la violencia excesiva en las calles; además, parece que las pandillas estan dispuestas a sentarse a hablar, según las declaraciones de Jimmy Cherizier y las aspiraciones presidenciales de Guy Phillipe. Para crear un verdadero incentivo a las pandillas para que dejen las armas se necesita una mezcla de garrote, que muestre a los actores armados que tiene un adversario de peso que al enfrentarlo corren el riesgo de perder, y zanahoria, una salida digna para los dirigentes de las pandillas y las elites politicas y económicas que las han estado apoyando.

En paralelo, se va dando la transición política en la que los diferentes partidos participan en el Consejo Presidencial de transición.  Para ganar legitimidad y evitar más violencia, el Consejo debe abrir el dialogo con las pandillas, que son las autoridades de facto,  la sociedad civil y el sector privado, que son los que harán posible que la paz se construya. Tener un consejo con únicamente la elite política, que ya no representa la población y no controla las calles, puede deslegitimar el proceso y generar mas resistencia desde las pandillas y la población civil. Llamar a elecciones sin haber tenido en cuenta todos los actores y sin tener la seguridad mínima, es una formula de fracaso.

Asimismo, la transición económica es imprescindible comenzarla, como lo deja ver la fallida lucha contra el djihadismo en el norte de Africa. Primero, atender la crisis alimentaria, que afecta severamente más del 40% de los haitianos, creada por la falta de bienes básicos, puertos y aeropuertos cerrados, poca producción local y la destrucción de la infraestructura. Segundo, crear condiciones para que los jóvenes que cargan las armas vean otra alternativa en su vida dentro de la legalidad. Eso implica generación de empleo, educación, acceso a la salud básica, que se puede ir creando a medida que se reconstruye el país, al tiempo que se hace un desarme, desmovilización y reintegración de pandilleros que beneficie a las comunidades afectadas.

Finalmente, como una forma de apalancar las tres transiciones se requiere una reforma de la policía  haitiana (profesionalización, recursos, y perspectiva comunitaria), una justicia transicional en el que se cuente con un sistema temporal expedito para acelerar procesos mientras se hace una reforma profunda del sistema judicial, y proyectos “rápidos” con participación de la sociedad civil que ayuden a recuperar los espacios y servicios públicos para que la población sienta un cambio positivo y aumente la legitimidad del estado que se construye entre todos.

Las tres transiciones son indispensables para Haití, así como el apoyo internacional más allá de la misión multinacional de apoyo a la seguridad para lograrlas. Se necesitan recursos financieros y técnicos, y políticas drásticas en el control de tráfico de armas desde los Estados Unidos.