Durante muchos años, desde la plataforma Propuesta Ciudadana y mi participación activa en medios de comunicación, he expresado de manera constante mis preocupaciones sobre los desafíos en materia de seguridad ciudadana y las múltiples tareas pendientes del Estado para consolidar un clima de paz social a largo plazo.
Con una perspectiva crítica pero siempre constructiva, sumada a la responsabilidad y experiencia adquirida posteriormente en mi rol como Director de Comunicaciones del Ministerio de Interior y Policía, tuve la oportunidad de colaborar directamente en procesos clave para la transformación y dignificación de nuestra Policía Nacional y la mejora sustancial de la seguridad ciudadana. Agradezco la confianza depositada en mí por el entonces ministro Jesús Vázquez Martínez, cuya gestión marcó un punto de inflexión para el ministerio que rige la política de seguridad nacional.
Desde esa experiencia institucional, fui testigo de avances significativos que hoy merecen ser destacados. La reforma policial, por ejemplo, pasó de ser un tema de ocasión a convertirse en un eje central dentro de la agenda pública. Aspectos como la profesionalización y dignificación de los agentes, la formación continua, la mejora de sus condiciones laborales y la mayor transparencia en los procesos internos fueron pilares de un proceso indispensable para generar confianza y eficiencia en las labores de prevención y combate al delito.
Desde otro ángulo, el Ministerio de Interior y Policía impulsó acuerdos estratégicos con actores clave de la sociedad, fortaleciendo programas como “De Vuelta al Barrio” y la “Red de Líderes Mediadores de Conflictos”, entre otros. Estas iniciativas lograron visibilizar ante la sociedad una faceta positiva de la institución y reforzar el compromiso del ministerio con la prevención del delito y la cohesión social.
Con la llegada de la ministra Faride Raful, el Ministerio ha dado continuidad a esta transformación institucional, garantizando la continuidad del Estado, mientras imprime su propio sello de gestión con nuevas iniciativas y estrategias. Como es costumbre en cada nueva administración, se han incorporado enfoques diferenciados, pero con la claridad de que la seguridad ciudadana es un proyecto en evolución, que requiere compromiso, eficiencia y planificación a largo plazo.
Desde 2020 hasta la actualidad, hemos visto una evolución significativa en la funcionalidad y responsabilidades del ministerio. Comparado con años anteriores, su papel dentro de la política de seguridad del país ha adquirido mayor relevancia, consolidándose como una institución más estructurada, proactiva y cercana a la ciudadanía. Este fortalecimiento ha permitido que el Ministerio de Interior y Policía se consolide como un ente regulador, garante del orden y promotor de estrategias de seguridad efectivas.
Lo vivido desde la gestión institucional, combinado con mi activismo ciudadano previo, me permite reafirmar que la política pública de seguridad debe siempre contemplar la perspectiva ciudadana para ser exitosa. La cercanía entre las instituciones y la sociedad es clave para diseñar estrategias que realmente respondan a las necesidades del pueblo dominicano.
Hoy, desde una perspectiva nuevamente ciudadana, pero igual de crítica, puedo afirmar con mayor convicción que los pasos dados han sido fundamentales. Sin embargo, la seguridad ciudadana y la reforma policial siguen siendo desafíos continuos, que exigen la persistencia de políticas públicas claras, participativas y sostenibles.
La mirada ciudadana hacia la seguridad debe mantenerse activa, crítica y constructiva, pues solo así podemos garantizar el bienestar colectivo que todos deseamos. Sigamos impulsando juntos, desde cada espacio, una visión integral y cercana de la seguridad ciudadana que nos permita avanzar como nación.
La paz no es una meta a alcanzar, es una construcción permanente. Es el propósito diario de lograr una República Dominicana donde valga la pena vivir.
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