Tan necesario como tarde, Francia acaba de reconocer una de sus deudas con Haití. En ocasión del bicentenario de la deuda de su independencia, y dando continuidad a la demanda de reconocimiento de su pasado colonial, el presidente de la República, Emmanuel Macron, pronunció un discurso cuyas repercusiones podrían ser cruciales para Haití. En su alocución (17-04-25), llama a “mirar esta historia de frente, y a reconocer la verdad de la historia, a fin de rechazar el olvido y el borrón”, reconociendo la injusticia de la deuda de la independencia del país antillano.

También anunció la creación de una comisión mixta franco-haitiana, cuyo objetivo será examinar este período de la historia y formular recomendaciones para mejorar las relaciones entre los dos países.

Hasta aquí, bravo por Macron. Pero los haitianos esperaban mucho más del presidente de la República francesa, además de reconocer esta injusticia (sin dudas un gran paso), aspiraban a que anunciara la restitución de esta deuda, que, por demás, no es la única que tiene Francia con su excolonia. En realidad, son tres grandes deudas.

Primera deuda. Es una historia conocida. En 1629, algunos franceses se instalaron en la isla de la Tortuga. Durante cerca de 30 años, ingleses y españoles, la mayoría criminales de guerra en fuga en busca de riqueza rápida, se pelean con los franceses por esta isla, situada al norte de Haití. Finalmente, en 1659, los bucaneros franceses se imponen. Cultivan la tierra, pero no tienen capitales. Se la ingenian para conseguirlos, dedicándose al pillaje de la vecina isla de Jamaica, desde donde llevan consigo dinero y 2000 esclavos. Desde allí, penetran en la parte occidental de la Hispaniola para expandir su empresa. En 1697, el tratado de Ryswick, concluido entre Francia y España, garantizó al primero la posesión del territorio ocupado.

Después de la firma de este tratado, la colonia se convierte en el centro de la producción azucarera no solo francesa, sino también mundial, empleando en 1788 medio millón de esclavos africanos, que trabajaban en 792 plantaciones de caña de azúcar, 2810 cafetales, 3097 plantaciones de índigo y 705 de algodón, produciendo mercancías por un valor de 239 millones de libras, destinadas al mercado europeo y norteamericano. Ese mismo año, la colonia contaba con 32000 blancos y 28000 affranchis (mulatos o negros libres).

Construir riquezas no es pecado, pero hacerlo empleando métodos criminales sí lo es. Pese a que el Código Negro de Luis XIV, editado en 1685, establecía los derechos y deberes de esclavos y amos, los colonos franceses nunca consideraron a sus esclavos como seres humanos. Los trataban como bestias.

Es así como la colonia francesa de Saint-Domingue, prototipo del imperio esclavista y racista francés, enriquece a la burguesía de ultramar. Desde la caoba que exhibe hoy Francia en sus catedrales y castillos hasta parte del esplendor de varias de sus ciudades portuarias, salió de Haití. Y todo robo que permanece impune es una deuda.

Segunda deuda. El 17 de abril de 1825, hace justamente 200 años, el rey Charles X reconoció la independencia de Haití, a cambio de 150 millones de francos oro, una deuda monstruosa, equivalente a 16 veces el PIB de Haití en ese momento.

Deuda profundamente injusta e inmoral, porque estuvo dirigida a cubrir las pérdidas de los ingresos coloniales provenientes de la explotación de una mano de obra sometida a la esclavitud.

Además, fue impuesta de manera violenta, bajo la amenaza de una nueva invasión militar de Francia.

Tanto la colonización y la esclavitud como esta deuda continúan repercutiendo hasta hoy sobre el país antillano. Son las causas profundas de su terrible situación política, social y económica.

Desde el momento de su imposición, lo esencial de la actividad económica haitiana fue tomado para el reembolso de esta deuda, hasta su liquidación 122 años más tarde.

Un informe de New York Times evalúa la pérdida de crecimiento económico por concepto de esta deuda a un monto que oscila entre 21 y 115 millares de dólares. Dinero suficiente para que Haití cubra los gastos de la creación de un policía numerosa, bien entrenada y armada para su pacificación, y también siembre las bases de su despegue económico.

Tercera deuda. Para liquidar esta deuda, la joven república se vio forzada a endeudarse hasta el cuello con los bancos franceses, a intereses elevadísimos, en una época en que se desplomaba el precio del café, su principal recurso.

Es finalmente en 1952 que logra liberarse de esta doble deuda, que la envolvió en una espiral de dependencia neocolonial de la que jamás ha podido salir.

Está claro que la responsabilidad de Francia en la calamidad que hoy vive Haití no exonera a su clase política de su responsabilidad en la inestabilidad política, corrupción y vínculos con los medios criminales, traficantes de armas y drogas, pero es una responsabilidad compartida, de los esclavistas y explotadores de ayer con los corruptos de hoy.

Los corruptos e indolentes de hoy son la herencia de los explotadores y criminales de ayer. El amo dejó todo en puesto para que la excolonia fuera el desorden de país que es hoy. Es, pues, el primer responsable de su desgracia.

No debería dejarse solo a Haití en el reclamo de la restitución de al menos una de estas deudas, la que su antiguo amo acaba de reconocer. Los países de la región deberían incorporar este reclamo en uno de los ejes de su política exterior, sobre todo República Dominicana, el más afectado por la desgracia haitiana.

Carlos Segura

Sociólogo

Master en sociología, Université du Québec à Montréal, estudios doctorales, Université de Montréal. Ha publicado decenas de artículos en revistas especializadas nacionales y extranjeras, sobre inmigración, identidad y relaciones interétnicas. Es coautor de tres obras sociológicas, La nueva inmigración haitiana, 2001, Una isla para dos, 2002 y Hacia una nueva visión de la frontera y de las relaciones fronterizas, 2002. También es autor de tres obras literarias, Una vida en tiempos revueltos (autobiografía) 2018, Cuentos pueblerinos, 2020 y El retorno generacional (novela), 2023.

Ver más