La intervención urbana que se hace en Plaza de la Bandera y la intersección 27 de Febrero/Isabel Aguiar, aparte de su gran calado, hace justicia a la región tradicionalmente menos favorecida por la inversión pública y privada: el sur. Además de su sentida pertinencia, es la notoria racionalidad de su ejecución. Su eventual impacto en el desarrollo de esa región y, en la mejoría de las condiciones socioeconómica, esta deberá inscribirse en un plan integral de desarrollo regional que descanse fundamentalmente en la potenciación de sus núcleos y urbanos y sus entornos rurales. También, en sus atributos naturales y en la integración del sector público teniendo a las autoridades locales/nacional, la comunidad y el sector privado como impulsores principales.
Es evidente, la construcción de esta obra está pensada en la perspectiva del desarrollo de la región en la que el proyecto de aprovechamiento del potencial turístico de Pedernales que, por la excelencia de sus atributos, es clave. En ese sentido, es necesario reflexionar sobre la realidad sociodemográficas, urbanísticas y territoriales de esa zona. De ese modo, podrían evitarse algunas sinergias negativas que tienden a producir las grandes obras de infraestructuras viales y los proyectos de desarrollo en los que el turismo es pensado como su locomotora. El sur tiene 1,917,710 habitantes, el 17.8% de la población nacional y ocupa un 35% del territorio nacional, no muy lejos del 39,20% que tiene el Cibao, pero con un sistema de ciudades en las que descansa, en parte, de su desarrollo.
De las diez provincias del sur, en el periodo intercensal 2010-2022, seis tuvieron bajo crecimiento, todas por debajo de la media nacional: 1.11, en ese período. Eso significa ciudades cabeceras de población limitada, de escasos servicios, casi siempre mal gestionadas, de economías esencialmente limitada, con proceso migratorio sostenido hacia otras zonas del país y hacia el exterior, principalmente jóvenes, mujeres, profesionales y emprendedores generalmente los de mayor talento. Ese pobre crecimiento poblacional contrasta con el que se observa en las provincias del Este que tuvieron un promedio de 42.92%, alcanzado por el irrefrenable crecimiento de Higüey, que fue de 65.21%, debido al sostenido e insostenible incremento del turismo en la zona.
Es esta, parte de la reflexión que debemos plantearnos seriamente. Las infraestructuras viales han potenciado enormemente la creación de riqueza en la región Este, sin negar que de alguna manera contribuye al desarrollo nacional… y de la zona, pero el crecimiento de la riqueza que allí se produce impacta relativamente poco en la mejoría de las condiciones socioeconómicas de su población, reflejada en sus centros urbanos, de pobre cohesión social y espacial, crecimiento urbano desordenado con bolsones de miseria y serias limitaciones para potenciar la industria turística. Con pocas mujeres insertas en la industria, poco más de un 20%, con más de la mitad de los trabajadores en condiciones de informalidad, graves problemas ambientales, entre otros lastres.
A pesar de eso, esa región tiene una excelente infraestructura vial construido con fondos públicos, para potenciar la industria turística, que se la sueñan la mayoría de los países de la región, pero esta no se ha traducido en la creación de redes de ciudades beneficiadas adecuada y justamente por dicha industria. A pesar de las preocupaciones e intentos de enfrentar esa situación por parte de los actores claves del sector privado, no han logrado un proyecto integral articulador del territorio que comience por sus núcleos urbanos. De cara al futuro, es el espejo en que debe mirarse el Sur…y las autoridades nacionales. La intervención urbana en Plaza de la Bandera-intersección 27 con Isabel Aguiar, constituye una obra de sumo valor concreto y simbólico, emblemática para el país, tendente a enfrentar el desequilibrio y desigualdad territoriales del país, al tiempo de aligerar el tránsito y el transporte en una zona.
El sur tiene atributos naturales envidiables, óptimos, en los que puede descansar un desarrollo orientado hacia un bienestar de la población, preservándolo y poniéndolo en valor. Una costa marina que lo bordea a todo lo largo y un sistema de montañas a su espalda, constituyen la base para una economía verde, del agua, que permitirían una diversidad de actividades económicas: viviendas de uso privado, para alquiler o infraestructura para teletrabajo, senderismo, producción agrícola, etc. Además, tiene la ventaja de tener elaborado un proyecto de desarrollo en el que ha participado prácticamente todos los actores claves de la región: La Ruta Azul, que debe ser más claramente integrado a los proyectos que impulsa el gobierno central en la región y una mejor definición del tema urbano.
En ese orden, otra de las ventajas que tiene el sur, de cara a su futuro es que, a diferencia del este, cuando este inició su proyecto clave de desarrollo, es que ahora tenemos una Ley de Ordenamiento Territorial con su Reglamento, que serviría de marco para la gestión de las ciudades sureñas. Dadas sus limitaciones, estas deben organizarse en redes, complementándose entre sí, para crear una economía urbana a escala con capacidad de aprovechar e incidir en los proyectos regionales de desarrollo. Ahí la radica esencia, perspectiva e importancia de la obra en Plaza de la Banderea 27/Isabel Aguiar
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