El costo del desbalance: expulsiones masivas y dependencia laboral

Hoy, cuando los constructores advierten retrasos por falta de mano de obra haitiana, se nos quitan las vendas y vemos las heridas que no terminan de cicatrizar. Una parte esencial de nuestra producción depende de esfuerzo extranjero. ¿Cómo equilibrar la defensa de la soberanía con la protección de los sectores que sostienen la economía?

Un vistazo al pasado
Hubo dos grandes olas de haitianos en nuestra isla, cada una con su propia lógica:

  • 1822–1844: Boyer envió funcionarios a Santo Domingo en aras de consolidar la unificación de la parte este de la isla con Haití.
  • Finales del XIX – principios del XX: Ingenios cañeros trajeron jornaleros haitianos bajo contratos anuales, regulados y supervisados.

Después de la Masacre del Perejil (1937) y la caída de Trujillo (1961), esta rama de regulación formal se rompió y nació una tercera ola que, hasta el día de hoy solo se agiganta.

¿Qué empuja hoy la migración?

  • La búsqueda por la supervivencia: es quizás el motor primordial de cualquier migración.
  • Crisis en Haití: dictaduras, pandillas y desastres naturales obligan a miles a desplazarse por temor.
  • Déficit de mano de obra local:  el campo se vació y la construcción quedó huérfana de trabajadores. Esto está alineado a un proceso de desplazamiento de las manos dominicanas que sostenían la construcción y las tierras: muchos salieron en busca de mejores alternativas laborales, mientras que otros, hoy, nos envían remesas.
  • Buscones: intermediarios informales que lucran con el paso clandestino y perjudican el control estatal. 

Lo que debemos evitar:

  • Corrupción consular y en frontera: cónsules y guardias que convierten el cruce en un negocio.
  • Lagunas legales: la Ley 285‑04 nunca activó su plan de regularización y dejó a muchos en limbo.
  • Falta de datos confiables: sin cifras reales, no hay política migratoria que funcione.
  • Dependencia de intermediarios: entregar la contratación a “buscones” perpetúa el caos.

Del verbo a la migra‑acción:

  1. Contratos temporales claros: como la zafra cañera, estableciendo duración y condiciones predeterminadas.
  2. Reforma legal urgente: armonizar Ley de Migración y de Trabajo para blindar esos contratos y sancionar la subcontratación ilegal.
  3. Programa real de regularización: aplicar ya el plan de residencia y trabajo para migrantes de larga estancia.
  4. Transparencia y control: cámaras corporales, trazabilidad digital, auditorías independientes a consulados y puestos fronterizos.
  5. Cooperación con Haití: acuerdos de reconocimientos mutuos de documentos civiles y ventanilla única de reclutamiento.
  6. Desarrollo fronterizo: proyectos productivos que abran alternativas legales en la región.

No se trata de expulsar sin sentido ni de aferrarse a retóricas extremas. Se requiere un pragmatismo serio y equilibrado: fortalecer las leyes, modernizar los controles, garantizar los derechos y promover un desarrollo sostenible. Estos elementos explican por qué ya la frontera no es solo una línea en el mapa, sino el punto donde chocan la necesidad y la oportunidad. Reconocer la complejidad del contexto actual es vital, una tarea de todos; construir un sistema migratorio que proteja al Estado, respete al migrante y salvaguarde la salud de nuestra producción.

José Rafael Vargas C. (hijo)

Tecnología

Formado enel Instituto Tecnológico Las Américas (ITLA), Culminó la carrera de Publicidad en la Universidad APEC. Post Grado en Comunicación Corporativa la Universidad de Barcelona. Desde el 2004 trabaja en el Banco Central.

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