La calidad de nuestros pensamientos determina fuertemente nuestra salud tanto física como mental. Para mi sorpresa en una ocasión un colega cirujano que no estaba de acuerdo con esta afirmación, me comentó que era abusivo de mi parte hacer ese comentario, porque hacía que el enfermo se sintiera culpable de su enfermedad. Me causó extrañeza su planteamiento, pero, aunque no lo comparto, también lo encontré interesante.
Realmente somos responsables de gran parte de las enfermedades, pero en ocasiones no depende directamente de nuestras acciones sino de las de nuestros padres, pareja, hijos, agrupaciones o compatriotas. Si el padre fue un asesino o corrupto, no importa lo bondadoso que sea el hijo, podrá beneficiarse de lo que el padre robó, pero también podrá experimentar las consecuencias de esos actos. Lo mismo sucede con la esposa de un narcotraficante, por más que ella trate de mantenerse ajena al negocio del marido, normalmente de alguna forma le afectará. Si tus antepasados llevaron vidas poco saludables, podrías heredar deficiencias genéticas o haber adquirido hábitos nocivos, o ser despreciado por tu apellido. Si en tu país se llevan políticas sanitarias deficientes o se mantienen condiciones de vida peligrosas, desde que naces ya tienes riesgos.
Pero indiscutiblemente tus acciones determinan fuertemente tu salud. Si procuras ejercitarte, llevar una alimentación saludable, dormir bien, tener buenas relaciones humanas, realizar actividades productivas o provechosas para la Sociedad, y mantienes adecuados cuidados médicos, no asegura totalmente que estarás bien, pero aumenta tus posibilidades de tener una vida sana y satisfactoria. Algunas conductas suelen conllevar consecuencias muy probables, sabemos que normalmente en el cáncer de pulmón, alrededor del 85% de los casos han sido fumadores activos o pasivos. Si decides mantener conductas negativas, no debes hablar de no tener suerte o de la supuesta maldad divina cuando te lleguen las consecuencias.
Hablando de conductas, cualquiera estaría de acuerdo con lo que hemos señalado, pero ahora nos enfocaremos en nuestros pensamientos.
Una de las formas en que tus pensamientos influyen en tu salud es determinando que lleves hábitos de vida saludables y también pueden determinar que tengas conductas negativas, incluso sabiendo que te hacen daño. Por ejemplo, podríamos señalar el suicidio, que podrías buscarlo consciente o inconscientemente. El que atenta contra su vida, lo hace por tener un sistema estructurado de pensamientos erróneos, no compatibles con la vida.
Tal vez nunca te dijeron que puedes y debes mejorar la calidad de tus pensamientos, pero podría ser el mejor de los aprendizajes de tu vida. Si no tienes el control de tu consciencia, entonces ¿quién se supone que lo tenga?
Nuestros pensamientos no solamente determinan nuestra conducta visible, sino que, a nivel interno, mediante nuestra psiconeurofisiología, serán responsables de nuestros procesos biológicos. Nuestras emociones dependen mucho de nuestros pensamientos y a su vez, provocan elevaciones o descensos de nuestros neurotransmisores, que como sabemos regulan nuestras funciones biológicas. Cuando estás en paz, feliz y en armonía con todo lo que te rodea, tu organismo funciona mucho mejor que cuando estás en depresión, ira o ansiedad. Incluso tus movimientos respiratorios, si te fijas, podrían ser deficientes. Tu estado de ánimo se transmite a tu organismo y hace posible que te enfermes más, o menos.
Nuestro inconsciente está siempre pendiente de nuestros pensamientos, aunque afortunadamente no siempre nos hace caso, porque en ocasiones tenemos pensamientos muy dañinos. Lo que crees, condiciona tu forma de reaccionar tanto externa como internamente.
Cuando crees firmemente en tu médico o en el medicamento que estás tomando, está demostrado que tus posibilidades de curarte se multiplican (efecto placebo). De igual forma, si crees que algo que ingeriste es venenoso, aunque no lo fuera, podría afectarte gravemente (efecto nocebo).
Así como el creer que ingeriste veneno puede ser suficiente para ocasionarte problemas, podrías tener temores que no conoces y que podrían estar limitando tu existencia de forma importante. Muchos casos de alergias o intolerancias podrían tener una base psicológica. Mucha gente disfruta hablando de sus alergias, porque ellas conllevan las ganancias primarias (internas) o secundarias (sociales) descritas por Freud.
Si crees que no puedes, no puedes. Si una bella chica está convencida de que es fea, a los demás les resultará difícil verla bella. Si un joven se cree tonto, difícilmente hará una carrera universitaria. Si crees que el mundo es un asco es imposible que puedas disfrutar la vida. Si crees que todos son malos, podrás tener cómplices, pero nunca amigos.
Realmente, si tus pensamientos son negativos, tu vida no puede ser positiva.
Es muy importante que cuentes a tu niño interior una nueva narración de la realidad, más positiva, fundamentada en valores, en la que predomine la verdad, esperanza y amor. Es necesario sustituir la información chatarra con la que nos hemos nutrido. Si lo logras, será uno de los mejores logros de tu vida. Cuando te decidas a cambiar tus pensamientos, podrás ser la persona que siempre has querido ser.
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