Siguiendo la victoria polarizante de Donald Trump en las elecciones estadounidenses, muchos dominicanos que se identifican con la política de derecha la proclamaron como una victoria para el conservadurismo a nivel global. Estos consideran que la ideología del Partido Republicano actual y la ideología de la derecha dominicana y latinoamericana son una y la misma, pero la realidad es muy diferente. La derecha estadounidense es vastamente distinta de la derecha dominicana y no representa los valores de la mayoría de la población de nuestro país. Representa a una nación dividida, con una cultura multifacética y con problemas que no son realidades en un país como el nuestro. Algunos agitadores tratan de afirmar que, con este nuevo gobierno estadounidense, el país tendrá aliados en una supuesta “guerra woke” y en muchos otros puntos de conversación importados de Estados Unidos para cambiar la dirección en que marcha la política nacional. Sin embargo, al contrario de los EE. UU., nuestro norte político está definido por la solidaridad, la familia y el bienestar económico.

Muchos autoproclamados “expertos” (no hace falta nombrarlos) quieren importar ciertas tendencias políticas estadounidenses, pero la realidad es que estas circunstancias son inexistentes en nuestro país. Así como el Temor Rojo tomó control de la psique estadounidense en el siglo XX, ahora el Temor Azul plaga a los conservadores de ese país. La idea de que la agenda “woke” está tomando el control de Estados Unidos logró unificar a un poco más de la mitad del imperio dominante global. Pero comparemos la cultura estadounidense con la nuestra brevemente: la ideología liberal prospera en las grandes ciudades americanas. En contraste, la ciudad más “progre” de nuestro país sería nuestra capital, en la cual sólo en círculos muy cerrados las personas de la comunidad LGBT son abiertamente aceptadas y, aun así, su influencia es sumamente limitada. Mientras que en EE. UU. las leyes del aborto se determinan por estado, con el mismo Trump declarándose a favor de las tres causales, en la República Dominicana el aborto está penalizado en su totalidad por nuestra Constitución. Entonces, ¿contra quién están peleando los que participan en esta misma “guerra” en nuestro país?

El segundo gran tema para los conservadores dominicanos pro-Trump es la economía. Lo que hasta hace muy poco se consideraba fiscalmente conservador era mantener pocas regulaciones y economías abiertas. Sin embargo, las nuevas políticas económicas de Trump han consistido mayormente en prácticas, como los interminables aranceles, que cierran la economía estadounidense y desalientan el comercio internacional. Mientras tanto, la población dominicana es en su mayoría, firmemente procomercio, aceptando con brazos abiertos la inversión extranjera y siempre empujando para mejorar nuestra posición en la economía global, lo cual es totalmente opuesto al nuevo conservadurismo estadounidense. Si Abinader decidiera aplicar estas políticas en nuestro país, los mismos que las defienden cuando las implementa Trump estarían criticando sin cesar en sus pódcasts y publicaciones en redes sociales.

La política dominicana no debe ser un reflejo de las tendencias estadounidenses, especialmente cuando estas no representan nuestra realidad ni benefician a nuestra sociedad. Importar conflictos ajenos solo desvía la atención de los verdaderos desafíos que enfrentamos. En lugar de adoptar discursos fabricados en otro contexto, debemos enfocarnos en fortalecer nuestra propia identidad política, priorizando el bienestar común, la estabilidad económica y los valores que realmente definen a la República Dominicana. Nuestra nación no necesita imitaciones; necesita soluciones propias y liderazgo con visión de futuro.

María Fernanda Brant Haza

Economista

María Fernanda Brant Haza es licenciada en economía y filosofía por Northeastern University en Boston, Massachusetts, y actual estudiante de derecho en el Instituto OMG. Su enfoque académico se ha concentrado en la ética y las políticas públicas. Tiene experiencia en el sector público y privado, trabajando en el sector de “Educación, empleo y bienestar” del Boston Consulting Group.

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