Los Estados Unidos, por el momento, solo pueden exhibir su poderío militar por tierra, mar y aire, que por cierto es compartido por la República de Rusia y la República Popular China. En lo económico ha sufrido golpes demoledores que lo han relegado a lugares inesperados. El mundo ha dejado de ser unipolar para convertirse en multipolar.

Desde la llegada a la presidencia de los EEUU de Donald Trump, el universo se ha visto en situaciones complejas y delicadas, al desconocer una nueva realidad geopolítica, económica y financiera que disminuye el poder hegemónico de los norteamericanos. No han valido las amenazas arancelarias, los anuncios de tomas de territorios nacionales y su discurso de odio, racista y perturbador. Para pretender inculcar miedo a la población estadounidense y al mundo.

Mucho antes de la llegada, por segunda vez, del presidente Trump a la Casa Blanca, los EEUU estaban dando muestra de su declive a nivel nacional e internacional. Crisis política, económica y financiera a lo interno, pérdida de mercado y descenso del dominio e influencia en el ámbito internacional. Y es que el capitalismo en su etapa histórica imperialista entra en contradicciones cíclicas e internas que contribuyen a su desintegración paulatinamente.

Los Estados Unidos atraviesan por un periodo muy complicado en lo que se refiere a la incapacidad de pagar a tiempo su deuda pública y cubrir religiosamente sus intereses. No tienen dinero para cumplir con sus obligaciones financieras y, peor aún, sus certificados financieros presentan inconvenientes en el mercado para localizar compradores.

El mundo multipolar redefine las reglas del poder global y desafía la hegemonía tradicional de Estados Unidos

El poder imperial norteamericano se ha venido resquebrajando en la medida en que invierte sus recursos en estimular el Complejo Industrial Militar, incentiva guerra por doquier y tiene prácticamente vigilado el mundo con bases militares. Mientras se dedican a la guerra, otros países avanzan en convertir la materia prima en bienes terminados que sirven a la producción, con alta tecnología, de productos tangibles y actividades intangibles. Acorralando, de esa manera, a los EEUU a depender de ellos.

Solo le queda la bravuconería, y dispuesto a todo (militar, económico y financiero), lo hace ocupar primera plana en los medios de comunicación. La inestabilidad se apodera de la sociedad estadounidense. Desde crisis en la bolsa de valores, mercado laboral, alza galopante del costo de vida, incertidumbre en las universidades, museos y centros de investigaciones y de estudios, preocupación en los programas sociales y médicos, persecución inhumana, segregacionista y xenófoga contra la inmigración hispana, entre otras cosas. Un desastre descomunal que mantiene a la población en desasosiego. Ante este cuadro aterrador, los potenciales inversionistas se alejan.

Pero el derrumbe, como lo llaman algunos, no se queda ahí, pica y se extiende por todo el universo. El dólar norteamericano pierde valor y credibilidad: nadie lo quiere. Sus empresas son castigadas por los aranceles impuestos a los países con ventajas en la balanza comercial por el presidente Trump, que repercuten de manera negativa en la población estadounidense. Los inversionistas, ante el desastre administrativo de los republicanos, huyen a otros mercados para no caer en un declive económico y en picada acelerada de un imperialismo gravemente herido.

La existencia y funcionamiento de los BRICS es el mejor ejemplo del desafío frontal al poder de los EEUU. Son países emergentes, en sus inicios cuatro en total (Brasil, Rusia, India y China) y en la actualidad se han convertido en más de una decena. Representando, más o menos, el 55% de la población y una contribución al PIB mundial de cerca del 41%. Que ha colocado contra la pared al poderío norteamericano, de donde se desprende una agresividad brutal, sin medir las consecuencias y pretendiendo inculcar miedo a sus integrantes; sin lograr amedrentar a ninguno. Por el contrario, se han integrado otras naciones, entre las cuales se encuentran Malasia, Tailandia, Bielorrusia, Cuba, Vietnam, Uganda, etcétera.

El poder de los Estados Unidos no ha comprendido que «la pava no pone donde ponía». Las reglas del juego geopolítico no son inmóviles. El imperialismo estadounidense no es hoy lo que era antes. Los países han despertado y entienden que son propietarios de sus riquezas naturales para transformar y negociar lo que se encuentra en los alrededores y entrañas de su madre tierra. Y no van a permitir saqueo, extorsión y engaño de los que se creen dueños del mundo.

El presidente Trump intenta impedir el derrumbe de su administración y sobre todo la disminución de la fuerza del imperialismo norteamericano. Recurre al capitalismo fascista en sus distintas manifestaciones para pretender reactivar la economía que se encuentra en graves dificultades. Y con ella poder sacar de cuidado intensivo a uno de los países más poderosos del universo, abatido por sus contradicciones internas y externas, que la colocan en malas condiciones de salud. ¡Cuidado si la medicina mata al paciente!

Fortune Modeste Valerio

Economista

Estoy de regreso a la patria después de permanecer más de 35 años en el exterior. Estudié Contabilidad Superior, Auditoria Interna y Economía en la O y M.

Ver más