"El lugar ideal de esta película es donde el espectador se sienta de pronto perdido, pero se encuentra poco después." – Rodrigo Prieto

La novela Pedro Páramo (1955) de Juan Rulfo es, más que una historia, una experiencia sensorial y fragmentada. Es un laberinto de voces, recuerdos y ecos que el lector debe armar en su mente. La película de Netflix (2024), dirigida por Rodrigo Prieto, enfrenta el reto de traducir esa estructura onírica y no lineal a un medio visual y, por naturaleza, más secuencial. Este es el principal punto de fricción y éxito de la adaptación: ¿cómo se filma un murmullo?

El libro se caracteriza por su narrativa atemporal y fragmentada. El lector se encuentra con Juan Preciado, quien viaja a Comala, un pueblo fantasma habitado por las almas de los muertos. La historia se despliega a través de saltos temporales y cambios de narrador abruptos, sin transiciones claras. Un párrafo puede estar en el presente de Juan, y el siguiente en el pasado de Pedro Páramo, con su amor de infancia por Susana San Juan. La novela exige una lectura activa, donde cada voz y cada eco son piezas de un rompecabezas. Es una estructura que desafía las convenciones del relato clásico.

La película, por su parte, opta por una estructura más tradicional, aunque no completamente lineal. Prieto divide la narrativa en dos líneas de tiempo paralelas: la travesía de Juan Preciado por la Comala del presente (un cementerio a cielo abierto) y los flashbacks que exploran el ascenso al poder de Pedro Páramo en el pasado. Este enfoque hace que la historia sea más accesible para el espectador que no conoce la novela. Sin embargo, en el proceso, se pierde parte de la ambigüedad y el misterio que define al original. La película "resuelve" el rompecabezas que Rulfo propone, dejando menos espacio para la interpretación personal y la inquietud del lector.

Por ejemplo, la revelación de que Juan Preciado también está muerto, un giro crucial en el libro, se presenta de forma más directa en la película. El film lo muestra de manera clara y visual, mientras que en la novela es una epifanía gradual, descubierta a través de los diálogos con otras almas.

Si la novela es un ejercicio de realismo mágico a través de la prosa, la película es una adaptación del realismo mágico a través de la fotografía. Rulfo describe una Comala calurosa, polvorienta y desolada, un lugar donde los vivos se mezclan con los muertos sin sorpresa. La adaptación de Prieto, un director de fotografía de renombre (recordemos su trabajo en El lobo de Wall Street o El irlandés), utiliza una paleta de colores desaturados y una iluminación sombría para crear una atmósfera tétrica y onírica.

El diseño sonoro es quizás la mayor fortaleza de la película y el recurso más fiel a la esencia del libro. Los "murmullos" de los muertos, que en la novela son el corazón del pueblo, se materializan en la película como susurros fantasmales que rodean a Juan Preciado. Este recurso eleva la sensación de inquietud y captura la esencia de un pueblo atrapado en el limbo. La dirección artística logra crear una Comala visualmente impactante, con paisajes que parecen sacados de un sueño o de una pesadilla. Los espacios vacíos y el uso de la neblina refuerzan la idea de un lugar donde el tiempo se ha detenido y los fantasmas son tan sólidos como las ruinas.

La novela presenta a Pedro Páramo como una figura casi mítica, un cacique despiadado y omnipotente, símbolo de la opresión y la soledad. Su amor por Susana San Juan es su única debilidad, y su crueldad es el resultado de ese amor no correspondido. Juan Rulfo lo construye a través de los relatos de los otros personajes, como una fuerza de la naturaleza.

La película de Rodrigo Prieto y la interpretación de Manuel García-Rulfo le dan a Pedro Páramo una humanidad palpable. El film se detiene en su niñez y juventud, mostrando su vulnerabilidad y el origen de su obsesión por Susana. Esto no lo exime de su maldad, pero lo presenta como un hombre de carne y hueso, con miedos y pasiones, en lugar de un villano arquetípico. Esta decisión es un arma de doble filo: por un lado, hace al personaje más accesible y empático, pero por otro, puede diluir su monumental crueldad, que en el libro se siente omnipotente y aterradora.

El personaje de Juan Preciado, por su parte, mantiene su esencia de buscador inocente. Sin embargo, al tener una narrativa más enfocada en el viaje, su arco de personaje se siente más explícito, más evidente que en la novela. En el libro, su destino es tan incierto como su viaje, mientras que en el film se traza un camino más claro hacia su desenlace fatal.

El libro de Rulfo es una crítica social y política de la época posrevolucionaria en México. Explora el abuso de poder, el caciquismo, la corrupción moral de la Iglesia y la soledad de un pueblo abandonado. La figura de Pedro Páramo es una metáfora de un sistema corrupto y desalmado que deja solo ruinas a su paso.

La película, aunque no ignora estas temáticas, pone un mayor énfasis en el drama personal y psicológico. La historia se centra más en el amor frustrado de Pedro por Susana y las consecuencias emocionales de sus acciones. Los elementos sociopolíticos, como la Revolución Mexicana, se convierten en un telón de fondo para la tragedia personal de los personajes, en lugar de ser un tema central. Esto es una decisión comprensible para una adaptación cinematográfica que busca conectar con un público global, ya que el drama personal es universal, mientras que el contexto sociopolítico es más específico.

La película de Rodrigo Prieto es un logro técnico y una adaptación respetuosa, que logra capturar el tono y la atmósfera del libro de una forma admirable. La cinematografía, el sonido y la dirección de arte son magistrales. Sin embargo, al pasar del lenguaje literario al audiovisual, se ve obligada a sacrificar la estructura experimental de la novela, optando por una narrativa más convencional. En el proceso, convierte al mítico Pedro Páramo en un ser más humano y a Comala en un lugar de horror psicológico, en lugar de un purgatorio. No es una copia, sino una interpretación, y en esa diferencia radica su valor y su inevitable distancia del clásico. Es una puerta de entrada para que las nuevas generaciones conozcan la historia, pero el verdadero viaje al corazón de Comala sigue estando en las páginas de Rulfo.

El cine es la traducción de un sueño, y aunque la película de 'Pedro Páramo' ha logrado darle forma a ese sueño de Rulfo, su verdadera magia siempre residirá en las voces que solo el lector puede escuchar en el silencio de su propia mente.

Gustavo A. Ricart

Cineasta y gestor cultural

Soy cineasta, gestor cultural y crítico en formación. Desarrolló mi carrera entre la creación audiovisual y el pensamiento crítico, combinando la práctica artística con estudios universitarios en Historia y Crítica del Arte. Actualmente cursa una maestría en Gestión Cultural, con el firme propósito de contribuir a la vida pública desde la reflexión estética y el análisis sociocultural. En paralelo, colabora activamente en proyectos que buscan descentralizar el acceso a la cultura y revalorizar nuestro patrimonio.

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