Como soy “vieja” y esos términos no se usaban en mi adolescencia y juventud, el día que escuché referirse mi sobrina-nieta a alguien como su “crush” tuve que preguntar “¿y quéjeso?” siendo ella una preadolescente. Me escandalicé, pero por su edad.
No sé si ese término forma parte del vocabulario de los actuales adolescentes…
He dicho que soy vieja, pero como le digo a mis sobrinos, que yo fui joven, delgada y bonita, por eso y para que lo comprobaran les envié vía “uasat” una foto con la inscripción: “cuando yo era joven y bonita”. De inmediato hubo reacción, no sé si es que me quieren tanto y me miran con los ojos del amor y el corazón, pero todos me contestaron que yo seguía siendo bonita; me lo creí en parte porque ninguno me dijo que seguía siendo joven.
Quise averiguar de todos modos el significado de “crush” y encontré que “es una palabra de origen inglés que se usa para describir la fascinación o admiración por otra persona, que puede ser idealizada o platónica”.
Pues analizando el término, hoy quiero confesar que yo tuve mi “crush”, siendo soltera, siendo casada, teniendo mis hijos y aún después de tantos años, siendo abuela, sonrío.
En una oportunidad escuché una entrevista que le hacía un periodista deportivo a alguien, no recuerdo a quién, pero que me encantó. Nunca había escuchado a nadie que al entrevistar hablara tan poco. Hacía las preguntas y esperaba que el entrevistado se explayara en sus respuestas. Estamos acostumbrados a unos entrevistadores que ellos hacen una exposición de cada tema, será para que vean que saben, que cuando su invitado viene a hablar, ya nada tiene qué decir, porque todo fue dicho.
Pues bien, ese señor, al que no conozco, se llama Yansel Pujols. Al ver que era del área deportiva me tomé la libertad y le escribí a ver si me podía orientar sobre mi petición. En algo me ayudó.
En el colegio para el cual trabajaba, en un diciembre se organizó un “angelito”, que no es más que un intercambio de regalos sorpresa. Como hace tanto tiempo de eso, no sé si esa práctica se sigue haciendo, porque con la tecnología todo lo hermoso ha desaparecido. Los días previos se acostumbraba a enviar un emisario a preguntar qué quería que se le regalara. Yo nunca sugería nada, pero esa vez medité y le dije que lo único que yo quería era un poster de “JORGE BELL”, el otrora pelotero. Creo que hubiera sido la mujer más feliz del mundo. Que conste, ya no era joven, incluso, mis hijos eran adolescentes. Pero ellos sabían de mi suspirar, porque él era “mi crush”.
El poster nunca lo encontraron; ya Jorge Bell hacía años se había retirado. Cuando tocó el intercambio de regalos quien me debía regalar y supo de mi petición, solo dijo: “pero tú si eres sinvergüenza”. Es que ella era la persona más correcta, más católica, más humana y más espiritual, se trataba de la querida profesora de literatura Eugenia Vargas y nunca se imaginó que yo fuera capaz de pedir algo así.
De eso hace “cuchumil” años. Al día de hoy, daría lo que no tengo por conseguir un poster de mi idolatrado Jorge Bell… cuando era pelotero. Es que yo no seguía equipos de grandes ligas, yo era fan del equipo donde él jugara.
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