El despacho ubicado en el piso 12 del Banco Central, al sureste de los elevadores (vista directa al Palacio Nacional, al cielo franco, al mar y su tímido oleaje), tiene como doce metros por cada lado; y una alfombra gruesísima; y unos sillones como para quedarse toda la vida; y una paz que nunca es rota por ningún fantasma monetarista; y allí se habla en voz baja y se piensa en voz alta, y el café siempre está presto a la hora convenida, y no hay otra soledad que valga tanto… (La única desventaja, que a veces hace un poco pesado el salario, es que ya en ese despacho no cabe ningún sueño, por más que antes lo hayas soñado).

EN ESTA NOTA

Ramón Colombo

Periodista

Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.

Ver más