A menudo leemos sobre la conveniencia de relajarnos y para la meditación es uno de los requisitos. Vamos a conversar sobre esa práctica.
Cada vez que decidimos hacer algo, eso es posible porque contraemos músculos. Obviamente nuestros músculos consumen energía, la energía que utilizamos es el ATP (trifosfato de adenosina) que cuando pierde un fosfato, se convierte en ADP y libera energía que nuestras células utilizan para sus funciones vitales. Esos ATP nosotros lo producimos desde los carbohidratos, las grasas y los aminoácidos o proteínas. Así, cuando comemos, obtenemos los materiales para nuestros procesos biológicos, pudiendo producir ATP y mediante el oxígeno que respiramos lo convertimos en energía.
La persona estresada gasta mayor cantidad de ATP y de forma innecesaria. He notado que cuando el tránsito está muy congestionado y voy a entrar a un elevado, tengo un momento normal de estrés. Pero también he podido descubrir que después que logré entrar, sigo con el mismo nivel de tensión. Mis brazos y mis piernas están tensos, incluso también los músculos de mi nuca, hombros y espalda alta, pero al poder percibirlo y reconocer que ya no necesito esa contracción, permito que mis músculos se relajen y evito ese consumo innecesario de energía, siendo esa relajación incluso una experiencia placentera. Cuando nos pasamos el día cansados sin haber estado haciendo nada que lo justifique, conviene notar si nuestros temores, ansiedades, tensiones o descontrol emocional, estarán determinando que nuestros músculos se mantengan tensos de manera innecesaria.
En nuestros estilos de vida actuales, saber relajarse se ha convertido en una actividad necesaria para mantener nuestra salud y bienestar.
Cuando mantienes tus músculos contraídos de manera constante, puedes sentir malestar e incluso dolor, normalmente estamos distraídos y no lo percibimos, pero es algo que incluso puede afectar nuestro humor y llegar a modificar nuestro carácter, provocando que a los demás les resulte difícil tratarnos. Incluso a nivel de la salud física puede determinar trastornos muy diversos, nuestra falta de relajación podría ser determinante para muchas patologías que están en franco aumento en la actualidad, como fibromialgia, síndrome de intestino irritable, cardiopatías, trastornos de memoria y aprendizaje, dolores musculares, alteraciones de nuestro sistema inmunológico, disfunciones sexuales, entre muchas otras.
Al llegar a la noche, después de un día de muchas tensiones, obviamente estamos muy cansados, pero si no hemos logrado relajarnos, podría ser muy difícil conciliar el sueño, y al lograrlo, podría ser menos reparador.
Tus facultades mentales se muestran restringidas cuando no logras relajarte. En nuestros cuerpos es imprescindible mantener equilibrio, cuando tus músculos están trabajando innecesariamente, la circulación hacia ellos y el consumo energético se dispara, no es preciso ser médico para entender que tu cerebro tiene menos recursos en esas circunstancias. Ciertamente la creatividad y las funciones complejas de nuestras mentes requieren cierto nivel de relajación y cuando estamos tensos, podríamos tomar decisiones que lamentáramos el resto de nuestras vidas.
Es importante señalar que si la mente está tensa el cuerpo está tenso y viceversa, por lo que relajar el cuerpo favorece que la mente se relaje. La relajación directa de la mente la trataremos en otros temas,
Considero innecesario seguir abundando sobre la importancia de la relajación, pero, aunque reconozcamos nuestra tensión, quizás desconocemos cómo relajarnos.
Antes de meditar, que es una función muy elevada de la mente humana, es preciso serenar el cuerpo, darnos un descanso, frenar nuestros movimientos y todo ello nos permite modificar nuestras ondas cerebrales y la calidad de nuestra actividad mental. La mayoría de las personas lo sabe, lo desea, pero considera que no puede disponer de tiempo para dedicarlo a sí mismas. En ese mismo orden, el filósofo Byung Chul Han, establece en su obra “La Sociedad del Cansancio” que somos esclavos de nosotros mismos.
Relajarnos nos da la oportunidad de reestablecer nuestro sistema nervioso. Nuestro cuerpo nos avisa perfectamente cuando estamos sobrecargando innecesariamente algún órgano, pero frecuentemente no le hacemos caso, hemos aprendido a ignorarlo e incluso compramos pastillas que nos ayudan a callar sus avisos. Cuando tus pulmones sufren porque fumas, vas al neumólogo para que te proporcione un antitusivo que suprima síntomas como la tos y el catarro para poder seguir fumando, pero son los avisos que te están dando, de que ya no pueden más.
No todos nos relajamos de igual forma, pero algunos elementos funcionan casi en todos: respiraciones dirigidas conscientemente, ejercicios de estiramientos, dormir bien, escuchar música adecuada, caminatas, contemplar la naturaleza, un buen libro, baños tibios. El intercambio sexual puede ser una experiencia sumamente relajante dependiendo de las circunstancias en que se produzca. Entre las actividades más relajantes podríamos señalar: meditación, yoga, taichi, aromaterapia.
El juego de una madre con su bebé es tremendamente relajante, se liberan altos niveles de oxitocina y se fortalece el vínculo entre ambos.
En casos de mucha dificultad para relajarse se puede recurrir a la terapia farmacológica, pero debe intentarse agotar los medios naturales.
La relajación nos prepara para permitir una actividad mental de mucha mayor calidad, mientras el cuerpo descansa equilibrado.
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