¿Qué quedará después de tu ausencia y de todos los sonidos que, aun apagados, resuenan por toda esta casa? ¿Qué quedará de los gritos de la infancia y las puertas tocadas por manos de amigos perdidos?
¿Qué queda de "ese algo" que ayer me llamaba y que hoy aún siento derramar en mi espalda? ¿Qué queda de nosotros que, como extraños, nos cruzamos sin reconocernos? Porque "ese ya no es el que nunca había sido".
¿Qué quedará de nosotros en algunos años cuando vemos que hemos sido tantas cosas y aún evolucionamos, dejando tirado constantemente "a ese" que siempre pensamos que fuimos?
¿Qué quedará de nosotros cuando ya no seamos ni siquiera el recuerdo de lo que creímos ser?
¿Qué queda del barrio y de tanta gente que lo recorría y que hoy se ha perdido por entre una de sus salidas? Los que se quedaron frizaron el tiempo del sueño que persiste y que solo despierta en aquellos que regresan fugazmente la mirada en busca de nostalgias perdidas.
¿Qué quedará de las mañanas despertadas en antiguas ventanas? De "esas casas" vividas donde creamos ilusiones y recibimos desengaños y buenas y malas noticias.
Qué quedará de todo lo vivido, de todo lo amado y odiado. De las huellas andadas y las que andaremos. ¿Hacia dónde vamos si ya hemos tocado todos los rumbos? El norte y el sur. Invadido el oeste desde el este. No hay más fronteras que saltar ni mares que cedan los tesoros hundidos de antaño.
¿Qué queda de lo hecho, de lo que con tanto esfuerzo se levantó para verlo perderse entre manos que diligentes sueltan fichas de un dominó que clama "¡ganar o perder!"? ¿De Israel, Gaza, Rusia o Ucrania y todos sus muertos?
¿Quién sabrá a dónde termina todo, las voces, las miradas, los besos y desdenes del frío asesino que camina sobre la sangre de su víctima? Toda la sal y fragancia del mundo y este remolino profundo o breve que recorre la tierra y sus rocíos.
¿Será que todo se mantiene intacto y es uno el que camina y salta por la ventana del infinito? ¿Acaso somos la estrofa de versos inconclusos que se arman paralelos en dimensiones paralelas, dando así origen a los absurdos que no comprendemos?
La memoria no es un refugio, es un eco que insiste en preguntarnos quiénes fuimos y por qué ya no estamos allí.
Quedará todo medido a "la medida" en propósitos propuestos desde una incertidumbre "certera". Una fe que necesita "dudar" para hacerse válida. Un color que se "hace llamar" para dar colorido a su vida.
Yo no sé qué quedará de ustedes después de este latido ni qué quedará de mí ante tantas preguntas que se responden sin responderse. Ante tanta vida y diminuta muerte. Pero sí tengo la certeza de que no quedará nada cuando te mueras, ni siquiera tu memoria logrará recordarte cuando despiertes en "otra casa" con un nuevo rostro, las mismas preguntas, que parecerán nuevas, y las mismas respuestas que no dicen nada. ¡Salud! Mínimo Quedanero.
Compartir esta nota