Quisqueyanos valientes, alcemos/nuestro canto con viva emoción/y del mundo, a la faz, ostentemos/nuestro invicto, glorioso pendón./Salve el pueblo, que intrépido y fuerte/ a la guerra a morir se lanzó,/cuando en bélico reto de muerte/sus cadenas de esclavo rompió./
Ningún pueblo ser libre merece/si es esclavo, indolente y servil,/si en su pecho la llama no crece,/que templó el heroísmo viril./Mas Quisqueya, la indómita y brava,/siempre altiva la frente alzará:/que si fuere mil veces esclava/otras tantas ser libre sabrá.
(Y el que invente, con cualquier oscuro propósito, que pague las peores consecuencias).
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Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.