Los pueblos del Sur de la República Dominicana y de Haití han sido arrasados en múltiples ocasiones por fenómenos naturales a lo largo del pasado siglo.
En septiembre de 1930, el huracán San Zenón entró por la capital, la devastó y continuó con su furia destructora hacia el sur. Este desastre fue aprovechado por el dictador Trujillo para autoproclamarse “Fundador de la República” o “Padre de la Patria Nueva”.
En 1948 se produjo el fenómeno atmosférico, al que se le llamó “temporal”. Lluvias intensas e intermitentes azotaron la isla y provocaron la crecida de arroyos, cañadas y ríos que arruinaron suelos fértiles, los bosques y mataron animales. Por mis pueblos del sur fue la acabose.
En septiembre de 1963, una depresión tropical se transformó en el huracán Flora, que azotó Cuba, Haití, la República Dominicana y otras islas del Caribe. Durante este evento, el primer ministro de Cuba, comandante Fidel Castro, sobrevivió al intentar auxiliar a damnificados, gracias a sus condiciones de buen nadador.
En septiembre de 1966, el huracán Inez cruzó por la Florida, México y la República Dominicana, dejando a su paso grandes daños humanos y materiales.
El 31 de agosto de 1979 llegó el terrible huracán David, seguido de la tormenta Federico; ambos sembraron destrucción desde San Cristóbal hasta Pedernales. En Padre Las Casas, provincia de Azua, un desbordado río barrió el sector de Ocoa, lo que provocó centenares de víctimas, incluidos parientes míos.
Frente a la adversidad, somos un solo pueblo, un solo corazón
En septiembre de 1998, el huracán Georges y el mal manejo de la presa de Sabaneta hicieron que dos ríos se unieran y arrasaran los sectores Mesopotamia y Montes de Oca. Nunca se supo la cantidad de víctimas humanas ni las viviendas, cosechas destruidas ni los animales desaparecidos.
Todos estos fenómenos naturales causaron miles de muertes y provocaron daños significativos, influyeron en que los pueblos del sur de nuestro país y de Haití sean hoy regiones de gran pobreza.
Por todo lo anterior, invitamos a la población a seguir las orientaciones de nuestras autoridades del Centro de Operaciones de Emergencias (COE) y la Oficina Nacional de Meteorología (ONAMET), que han alertado sobre fuertes lluvias e importantes inundaciones por el paso de la tormenta Melissa. Asimismo, exhorto a que se evite sacar basura a las calles, que se mantengan limpias las aceras y contenes, y a no cruzar ríos ni cañadas, y al Gobierno central le pido que ponga en alerta a las Fuerzas Armadas y demás autoridades para el posible desplazamiento de ciudadanos, así como que se extreme la vigilancia y el manejo de las presas, las que operan y otras en construcción. Es hora de prevención y solidaridad con las víctimas.
Editorial de Acento: “La mejor expresión del pueblo dominicano”
En el día de hoy planeaba hablarles de dos cerebros, de dos mentes grandes. El de una mujer política y el de un pelotero, ambos japoneses, cuyas hazañas recientemente han impactado el mundo. Pero la persistencia del fenómeno atmosférico Melissa me ha inducido a compartirles el estimulante, ilustrativo y bien inspirado editorial del periódico Acento publicado el pasado jueves 24 de octubre, el cual invito a leerlo con atención.
“La mejor expresión del pueblo dominicano”
Nuestro reconocimiento y aplauso a todos los que forman parte del sistema nacional de prevención, respuesta y atención a emergencias, y sobre todo a los que sirven de manera voluntaria.
En cada tormenta, en cada huracán, en cada situación de incertidumbre a causa de un evento de la naturaleza, hay hombres y mujeres que se entregan al servicio a los demás, sin descanso ni horario.
Nos referimos a los servidores públicos de la Defensa Civil (con sus empleados y voluntarios), el Cuerpo de Bomberos, el Centro de Operaciones de Emergencias (COE), la Cruz Roja Dominicana, las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, los voluntarios comunitarios y tantas otras personas de buen corazón que, sin buscar protagonismo, entregan cuerpo y alma para proteger la vida y la seguridad del prójimo.
Se trata de mujeres y hombres que con verdadera vocación de servicio, con sentido de responsabilidad y entrega a sus semejantes. Son los que se enfrentan a los vientos, cruzan ríos crecidos, asisten a las familias en situación de riesgo, llevan pan y abrigo a quienes los necesitan.
Sirven sin horarios, sin poner condiciones y, muchas veces, sin los recursos ideales, solo movidos por una vocación que define lo mejor del espíritu dominicano.
La labor de estos héroes anónimos no termina cuando cesa la lluvia. Continúan en los refugios, en la limpieza de escombros, en la distribución de alimentos, en el restablecimiento de la normalidad. Son el rostro humano del Estado, el puente entre la institucionalidad y la esperanza.
Nuestro reconocimiento y aplauso a todos los que forman parte del sistema nacional de prevención, respuesta y atención a emergencias, y sobre todo a los que sirven de manera voluntaria, que no obtienen un salario ni otra recompensa material.
A ellos, que sacrifican tiempo con sus familias para cuidar la de otros; a quienes convierten su trabajo en misión; a quienes, con humildad y coraje, demuestran que servir también es la más auténtica forma de amar a la patria.
Les agradecemos y su entrega nos inspira y nos recuerda que, frente a la adversidad, somos un solo pueblo, un solo corazón”.
Cómo siguen las horas difíciles del fenómeno atmosférico, ahora convertido en el huracán Melissa. A mantener la prevención y solidaridad y a cuidarnos.
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