El segundo aspecto de la formulación de la pregunta, en cuanto tarea de investigación efectiva, lo define Heidegger de la siguiente manera. “Todo preguntar por… es de alguna manera un interrogar a… Al preguntar le pertenece, además de lo puesto en cuestión, un interrogado.”  Y dicho interrogado, hasta donde sabemos, pertenece al mismo tipo de entidad de quien interroga, es decir, es el ser humano, el único que puede preguntar y a la vez el único capaz de contestar. Planteado en términos racionales y soportado por evidencias universalmente aceptables eso es un hecho.

Edith Stein lo destaca en su libro sobre Heidegger: “Para obtener una respuesta a la pregunta por el sentido del ser, dice Heidegger, hay que preguntar al ente y no a uno cualquiera sino al ente a cuyo ser pertenece la pregunta por el sentido del ser y una cierta comprensión provisional (preontológica) del ser. A este ente que «somos en cada caso nosotros mismos» se le llama Dasein”

El uso del término Dasein en Heidegger provoca grandes debates. Mario Bunge llega a considerarlo -y a toda la obra de Heidegger- como pura charlatanería. Afirma Bunge que “las frases de Heidegger son las propias de un esquizofrénico. Se llama esquizofacia. Es un desorden típico del esquizofrénico avanzado.” Este juicio “psiquiátrico” en un debate filosófico me recuerda una evaluación de igual género hecha por Juan Isidro Jimenes Grullón a Juan Bosch Gaviño, pero no es el tema que nos ocupa ahora.

Por el contrario, Hardy Neumann Soto indica que: “Dasein es la palabra alemana para decir existir (como verbo) y existencia (como substantivo). Pero también indica que alguien o algo simplemente está o se encuentra en alguna parte. (…) En la filosofía clásica alemana (de Kant a Hegel), la palabra Dasein aparece para mencionar la existencia de todas las cosas, incluso la existencia (Dasein) de Dios. Dasein es, pues, una expresión común, tanto en el lenguaje diario como en filosofía”. No es por tanto un término inventado por Heidegger, ni síntoma de enfermedad mental.

Es el ser-ahí quien pregunta y el que responde. No hay alternativa. Y por tanto es el interrogado. No se le pregunta a “algo”, ni a “alguien diferente a nosotros mismos”. Este es el núcleo duro de la propuesta heideggeriana. Stein aclara este punto determinando lo que llama Heidegger Dasein: “…porque la determinación esencial de este ente (el Dasein) no puede realizarse mediante la indicación de un contenido quiditativo, sino que su esencia consiste más bien en que este ente tiene que ser en cada caso su ser como suyo”. Es decir, que el Dasein no se define frente a la pregunta de lo “qué es” (quiditativo) en relación a su existencia. Es su esencia su ser como suyo.

Si la naturaleza del preguntado es motivo de la investigación que arranca Heidegger desde las primeras páginas de Ser y Tiempo, es a la vez la misma naturaleza de quien pregunta. “El preguntar mismo tiene, en cuanto comportamiento de un ente —del que pregunta— su propio carácter de ser”. El que pregunta y al que preguntan son Dasein y en su naturaleza ya está implícita una comprensión del ser. Si no fuera así sería imposible orientar la pregunta hacia su objetivo.

Esto lo plantea claramente Heidegger. “En cuanto búsqueda, el preguntar está necesitado de una previa conducción de parte de lo buscado. Por consiguiente, el sentido del ser ya debe estar de alguna manera a nuestra disposición. Como se ha dicho, nos movemos desde siempre en una comprensión del ser. Desde ella brota la pregunta explícita por el sentido del ser y la tendencia a su concepto”. Es esa comprensión previa la que genera la formulación misma del preguntar, ya nos movemos en un terreno gris entre lo que sabemos y lo que desconocemos. Si ignoráramos todo o lo supiéramos todo no preguntaríamos.

¿Por qué es la situación de la pregunta de tal naturaleza? ¿Cuál es dicha naturaleza? “No sabemos lo que significa "ser". Pero ya cuando preguntamos: "¿qué es ’ser'?", nos movemos en una comprensión del "es", sin que podamos fijar conceptualmente lo que significa el "es". Ni siquiera conocemos el horizonte desde el cual deberíamos captar y fijar ese sentido. Esta comprensión del ser mediana y vaga es un factum”. La pregunta por el ser implica un hecho dado (factum), pero no tenemos una comprensión conceptual de la misma. Sin un concepto de ser no podemos afirmar que conocemos el ser.

Para Heidegger es algo positivo esa comprensión factual de lo que es el ser, ya que nos permite avanzar hacia su determinación conceptual, pero a la vez genera el riesgo de mantener el olvido de la pregunta que arrastramos desde la Grecia clásica. “Esta comprensión del ser puede fluctuar y desvanecerse cuanto se quiera, puede moverse incluso en el límite de un mero conocimiento de la palabra, pero esa indeterminación de la comprensión del ser de la que ya siempre disponemos es, ella misma, un fenómeno positivo, que necesita ser aclarado. Sin embargo, una investigación sobre el sentido del ser no puede pretender dar esta explicación al comienzo”. Pretender definir el ser al inicio mismo de la pregunta nos mantendría en la percepción “mediana y vaga” que es el punto de partida para investigar.

Este esfuerzo por investigar lo que es el ser en Heidegger aporta de entrada un esfuerzo por articular los aspectos metodológicos de toda investigación filosófica. En la medida que sigamos ahondando en la cuestión del Dasein podremos develar los fundamentos del existencialismo en Heidegger que es el propósito del libro de Stein.

David Álvarez Martín

Filósofo

Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Especialista en filosofía política, ética y filosofía latinoamericana.

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