Hoy, orgullosa primera capital de América, debo decirte nuevamente que te amo. A pesar de la violencia de tu piel de asfalto. Te amo. A pesar del cemento que rompe tu breve cintura vertical. Te amo. A pesar del humo que invade tu verde cabellera. Te amo. A pesar del olvido intencionado de tu propia historia. Te amo. A pesar del publicitario neón que ofende tus piedras centenarias. Te amo. A pesar de los gritos consumistas que hieren tu conciencia en los tejados. Te amo. A pesar del llanto y la miseria. Te amo. A pesar de tu absurdo desbordamiento de opulencia. Te amo…Hoy, Santo Domingo mía (no de ningún Guzmán), quiero decirte nuevamente que te amo.
Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.