Las inundaciones urbanas serán cada vez más frecuentes y peligrosas hasta la mitad de este siglo XXI, cuando serán sustituidas por grandes sequías y olas de calor en las grandes ciudades como Santiago y Santo Domingo. De aquí hasta el año 2050, las inundaciones afectarán cada vez más a miles de familias y empresas. Generarán pérdidas de vidas humanas y consumo de emergencia de miles de millones de pesos.

Inundaciones urbanas son aquellas donde el agua pluvial que no filtra al suelo afecta a seres humanos y territorios de ciudades y zonas edificadas. En el caso de las urbes alejadas de la costa como Santiago, las inundaciones se forman cuando fuertes lluvias o desbordamiento de ríos superan la capacidad del sistema de drenaje pluvial, los colectores y alcantarillado para captar y absorber el agua lluvia.

A diferencia de las zonas rurales, las áreas urbanas están cubiertas por superficies impermeables como vías, túneles, pasos peatonales elevados, aceras, techos y paredes de los edificios, que aceleran la velocidad y cauce del agua e impiden que el agua pluvial se filtre en el suelo.

La precipitación pluvial se mide en milímetros (mm) o litros por metro cuadrado (l/m2). Si la precipitación del agua lluvia fuera de 15 mm, significa que, si se recoge toda el agua de lluvia en una parcela de un 1 metro cuadrado, sin escurrimiento ni evaporación, la altura de la capa de agua sería de 15 mm. Valórese que las inundaciones actuales superan los 1,000 mm en menos de 24 horas.

De acuerdo al colega y compañero investigador, ingeniero Manuel González Tejera, en toda la República Dominicana, de 1950 al 2023, el promedio de lluvia anual ha sido de 1,627.8 mm.

En Santiago, del 2009 al 2025 fue de 1,167.1mm; aconteciendo grandes inundaciones urbanas en los años 2007, 2010, 2012 y 2016, donde se llegaron a generar 1,787.9 en el 2019. Dado que 1 mm = 1 L/m², o sea que, para el promedio de precipitación, si en Santiago llueve a 1,167.1 mm de agua, es equivalente a 1,167 litros por metros cuadrados de la ciudad, un volumen y escorrentías inmanejables.

Sea en Nueva York, Medellín, Barcelona, Santo Domingo, Santiago y en cientos de ciudades del mundo, las inundaciones urbanas llegaron para quedarse. En ciudades en constante expansión urbana, como Santiago de los Caballeros y Santo Domingo de Guzmán de República Dominicana, se cuentan por decenas los fallecidos y en millones las pérdidas. Santiago necesita un sistema de recolección pluvial o alcantarillado de aguas lluvia, para una ciudad de 115 km² (año 2025), pero apenas tiene uno para 35 km² (año 1997).

En Santiago, de 35 kilómetros cuadrados (km2) de huella urbana, en el año 1997, hemos pasado a más de 115 km2 en 2025. Donde, asimismo, las vías urbanas se han extendido de forma significativa, de 600 kilómetros lineales hace 30 años a más de 2,500 km lineales; requiere un moderno sistema pluvial. En Santo Domingo, la huella urbana crece en promedio 1.3 km² anuales en los años 90 del pasado siglo XX; actualmente, el área edificada de esta ciudad aumenta más aceleradamente a valores entre 2-3 km² anuales.

El Distrito Nacional fue formalmente limitado en 2001 mediante la ley 163-01, donde el sistema metropolitano acumula 1,400 km² de superficie, y la ciudad de Santo Domingo de Guzmán (DN) acumula 91.58 km², representa lo que un 7% del gran Santo Domingo.

El sistema pluvial en Santiago comenzó a construirse en los años 40 del pasado siglo XX y se asumió en serio en 1964, con la participación de 4 compañías. Posteriormente se le han hecho ampliaciones reducidas.

Santiago acumula una reducción del índice de permeabilidad del suelo superior al 50%, lo que es un desafío para cualquier moderno sistema pluvial que se plantee instalar. Desde el 2010, los barrios de Gurabo y todas sus secciones urbanas, también La Trinitaria, Reparto del Este, Villa Olga, Cerros de Gurabo, la zona universitaria y su entorno, Los Jardines Metropolitanos y las áreas urbanas en el curso del arroyo Pontezuela en el entorno de la avenida 27 de febrero, han reducido sus niveles de permeabilidad.

Igualmente, las construcciones que impermeabilizan el suelo y son obstructoras del verde que absorbe el agua han aumentado sus escorrentías urbanas en más del 100%, de acuerdo a diversos cálculos hidrológicos y monitoreos de campo.

Si todo lo que lloviera fuera absorbido por el suelo y fuera colectado por tuberías, las inundaciones urbanas se controlarían. Estando al frente del II Plan Estratégico de Santiago 2020, solicitamos a Fernando Russell y Boris Pichardo estudios ambientales que determinaran el índice de permeabilidad del suelo de la ciudad y el municipio de Santiago.

En Santiago, de acuerdo a estos estudios, el Índice de Permeabilidad de todo el municipio es de 0.33, dos puntos menos que el estándar recomendado a nivel mundial (0.35-0.40). No obstante, si se considera estrictamente el área urbana del municipio Santiago hoy, de unos 115.0 km² promedio (2025), el índice de permeabilidad, en esta trama urbana continua, es menor que 0.17, lo que representa una reducción de más del 50.0%.

Propuestas: i) Programa rehabilitación y ampliación Sistema Alcantarillado Pluvial de la ciudad de Santiago y Santo Domingo, coordinado por los Ayuntamientos, CORAASAN y CASD;  ii) Masiva arborización vial de las zonas urbanas impermeables (se necesita sembrar en ambas ciudades 5 millones de árboles en las vías;  iii) ampliación de parques urbanos y áreas urbanas protegidas como el Parque Ecológico Papa Francisco en Santiago, decreto 55-22 del 7 de febrero de 2022 y todas las áreas verdes de la ciudad capital; y finalmente, iv) desarrollo de grandes cisternas urbanas en el entorno de Pueblo Nuevo y El Ejido, para Santiago; así como en áreas como los parques lineales miradores sur y norte de Santo Domingo; y finalmente, v) robustecer los planes de ordenamiento territorial de ambas ciudades.

Un programa de rehabilitación y ampliación del alcantarillado pluvial implica la organización y readecuación para construir un verdadero sistema de alcantarillado pluvial, que deberá resolver hasta el año 2050 las grandes deficiencias que hay en materia de absorción y aprovechamiento de las aguas pluviales. Se trata de sistematizar intervenciones eficientes y eficaces del agua pluvial expresadas en reducir con áreas verdes las escorrentías de las edificaciones y el sistema vial de la ciudad, que se debiera captar el conjunto de colectores pluviales y la masiva arborización.

Los residuos sólidos y el sistema pluvial son otros de los puntos clave. En Santiago es una materia casi resuelta; pero en Santo Domingo, miles de imbornales se encuentran obstruidos por basura.

Santiago y Santo Domingo de Guzmán necesitan Planes Maestros del Sistema de Alcantarillado Pluvial como instrumentos de la gestión de las acciones, y que permitirán ir adecuando estos en correspondencia a la precipitación pluvial promedio anual. De igual manera, debe permitir crear las Direcciones Municipales del Sistema de Alcantarillado Pluvial (SAP) en los ayuntamientos, con la asesoría de varios ingenieros y expertos para planificar, orientar y priorizar las acciones que permitan una cobertura y funcionamiento eficiente.

En consonancia con los esfuerzos para aumentar los niveles de permeabilidad del suelo de Santo Domingo y Santiago, el sistema de alcantarillado pluvial contribuirá a recolectar de manera más eficiente el agua pluvial. Estos proyectos elevarán la capacidad normativa de los ayuntamientos, pudiendo considerarse el establecimiento de cuota-tasa específica de arbitrios para impactar resolutivamente este problema.

El plan nacional de ordenamiento territorial (PNOT) tiene visión estratégica de lo que se quiere a 50 años. Debiera imponer concertar proyectos estructurantes cuya implantación ordene el territorio con la fuerza de la acción. Proponer medidas de prevención, mitigación, promoción y educación ciudadana en materia de uso de suelo. Pero no menos importante, el ordenamiento debiera acumular mandatos de penalización, restricciones y sanciones para todo el que construya edificaciones que no absorben el agua lluvia y elevan las inundaciones.

No se pueden implantar sistemas pluviales sin ordenar y normar los territorios. Es plantear, proponer y aprobar qué proyectos estructurantes, públicos y privados implantados a 30 años, que crearán el escenario territorial de ordenamiento que deseamos acorde con el metabolismo del agua pluvial.

Reynaldo Peguero

Epidemiólogo y urbanista

Maestro en Administración y epidemiología, especialista en Planificación Estratégica del Centro Iberoamericano de Desarrollo Estratégico Urbano (CIDEU), Barcelona, y director del Consejo de Desarrollo de Santiago (CDES).

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