El periodismo, como tal, es indispensable, entre otras cosas, para preservar la libertad de expresión, la democracia, el funcionamiento justo y equilibrado de cualquier sociedad humana.

Sin sus interpretaciones orientadoras, informativas y educativas, los hechos sociales, económicos y políticos pasarían desapercibidos. (con mucha pena y sin ninguna gloria).

Por eso, no habría posibilidad alguna de conocer, aunque fuese superficialmente, las causas de los acontecimientos, sus características, tendencias y naturaleza.

Además, si no existiese el periodismo, en el mundo reinaría el caos, la irresponsabilidad, la corrupción y el silencio.

Sin duda alguna, se diría que el periodismo cobra sentido y se justificaría así mismo en la intensa, creativa y variada labor que realiza en el mundo de vida (compuesto de hábitos, hábitos, tradiciones y lingüísticidad del que hablaba Habermas) y más allá de él.

Pareciese que ese mundo de vida permitiría que los periodistas descubriesen cada poro del entramado social, cuyo poder, desde las entrañas de los hechos y el lenguaje, se deja sentir, con fuerza, en toda la sociedad.

De ahí que el periodismo pudiese configurar la opinión pública, el mundo de vida y el gran poderío del lenguaje, desde el cual interpreta, investiga y comprende.

El lenguaje, diría Foucault, es un discurso bien articulado cuya razón de ser viene dada por relaciones de poder que se reproducen y multiplican una y otra vez.

Por su propia naturaleza, el periodismo, además de plural, eficaz y variado, está entrelazados con relaciones de poder de la sociedad, el Estado, el lenguaje y determinados grupos de poder.

De manera directa, incide en todas las instancias y estructura de poder. De ellas depende, en gran medida, su fuerza vital axiológica y de ontológica.

En verdad, si no fuese por eso, el periodismo tal vez no tuviese razón de ser, ya que, además de insulso, ortodoxo y prejuiciado, sería absurdo y, por ende, infuncional.

Pero, afortunadamente, el periodismo encarna la esencia del poder, porque está libre de prejuicios; proyecta verdades, en vez de la posverdad.

En todo caso, si es auténtico, se mantendría distante de propuestas inmorales.

Cabe decir, entonces, que el periodismo se importantiza en la medida en que educa, orienta e informa de todo cuanto acontece en este aquí y ahora, del presente mundo.

En términos fundamentales, habría que decir, sin más, que el valor epistémico, ético y societal del periodismo viene dado por su labor orientadora, informativa y educativa, sobre la base de la objetividad y la verdad reflejada, por decirlo de algún modo, en todo su quehacer teórico- práctico.

Joseph Mendoza

Joseph Mendoza. Comunicador social y filósofo con postgrado en Educación Superior, obtenidos en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Magister en filosofía en un Mundo Global en la Universidad del País Vasco (UPU) y la UASD. Además, es profesor de la Escuela de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Tiene varios libros, artículos y ensayos publicados y dictados conferencias en la Academia de Ciencias de la República Dominicana.

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