Para un político estar preso es simplemente un ligero cambio de circunstancia. Eso debe ser así, pienso. Pero no soy político y nunca he estado en la cárcel…Bueno, de lo que sí estoy seguro es de que nunca dejaré de ser periodista, aunque caiga preso… La cárcel es una habitación, grande o pequeña, pero con barrotes. La libertad es otra cosa. Esa la llevamos dentro y es nuestra primera y esencial propiedad humana… Soy libre, diría; luego, existo… Por eso duele mucho perder uno su libertad, con o sin barrotes. Solo hay una forma de perder la libertad: rendirse… (Créanme que es incómodo ponerse el traje de filósofo en una mañana cargada de sol).
Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.