El Centro Histórico de Santo Domingo (CHSD) está hoy abrumado por algunos incordios que irritan a residentes y visitantes. Tal es su negativo impacto que reducen significativamente su seducción romántica y el placer, patriótico y estético, de regodearse con una parte del pasado que define nuestra identidad nacional. La desidia que causa el resultante pandemonio amenaza con entronizarse, haciéndolo perder su señorial encanto. Si esta triste realidad no se corrige pronto nuestra idea de nuestras raíces históricas resultara seriamente desdibujada.

Un primer entuerto que molesta a residentes y visitantes es la lentitud de la ejecución del proyecto de revitalización del BID/MITUR. Las intervenciones de las calles Hostos, Duarte, Nouel y Padre Billini avanzan como un suero de miel de abeja y la remodelación del Parque Duarte parece que tomara siglos. Si en esas calles se reproduce la superficie existente en la Arz. Merino, la cual hoy día brilla por su ondulante e irregular superficie, odiaremos el rodamiento y sería mejor que las asfaltaran. Mientras, los surcos de piedra que a ambos costados del Parque Independencia marcan la muralla de la ciudad mortifican a los conductores. Frente al Obelisco Hembra hay otro surco que ha sido sepultado parcialmente con hormigón, en reconocimiento de su detestable y urticante impacto sobre el rodamiento.

La desidia en la ejecución se percibe mejor en perspectiva. La primera fase de la intervención del CHSD se ejecutó con un préstamo del BID de US$30 millones y duró desde el 2012 hasta el 2017. Esa etapa incluyó mejoras en infraestructuras, restauración de fachadas y modernización de servicios básicos. Luego en el 2019 se firmó otro préstamo por US$90 millones, lo cual implica que ya van 11 años de ejecución de ambos préstamos/proyectos. Pero además de las obras en curso, está pendiente todavía, entre otros, el soterramiento del cableado eléctrico de algunas calles, la remodelación prometida de140 viviendas en San Antón y San Miguel, la restauración de algunos monumentos y el remozamiento del Mercado Modelo.

El Comité para la Preservación de la Ciudad Colonial que creó el presidente Abinader, presidido por el ministro de Turismo, se ha destacado por replicar la lentitud que caracterizó la ejecución del gobierno anterior. El proyecto completo parece que tomará otros 10 años, mientras comienzan a embadurnar con colores chillones algunas de las fachadas del recinto. Para muchos turistas extranjeros las perturbaciones existentes y futuras generaran una desagradable experiencia.

Un segundo y fastidioso entuerto tiene que ver con la escasez de estacionamiento. Los fines de semana es casi imposible encontrar donde parquearse y los vehículos están tan atestados a ambos lados de las calles que hacen difícil circular sin tensión. Por supuesto, el problema es mayor ahora porque los odiosos bolardos que protegen las calzadas impiden el parqueo. Y un enorme edificio de parqueo que construye el Banreservas en el cruce de la Arz. Merino y Ave. Mella dista tanto de los atractivos principales que necesariamente desalentará a los visitantes diurnos y nocturnos.

Es difícil encontrar una justificación para haber escogido ese sitio. Hace años que los prestigiosos arquitectos Eugenio Perez Montas y Omar Rancier estudiaron el problema y, en un bien ponderado estudio, identificaron los lugares más apropiados para construir nuevos parqueos. Cabe pues preguntarse si no era posible construir ese parqueo “bancario” en el espacio donde ahora se encuentra la Comandancia del Puerto, o si no podía haberse hecho soterrado en la Plaza España. También en espera está el solar del demolido parqueo de la calle Jose Reyes, donde se supone que habrá un adecuado reemplazo. Un parqueo moderno que está bien ubicado es el de la Atarazana del ADN.

La solución global al problema no es muy difícil. Podría haber una prohibición al número de vehículos que entren durante ciertas horas de la noche. (En Italia hay un pueblo que tiene un centro histórico donde solo pueden estacionar los residentes y donde los no residentes pagan una multa de 200 euros por violar esos espacios.) Pero también se espera un “Plan Piloto de Movilidad, a ser patrocinado por la Unión Europea, que “comprende la creación de un circuito o ruta de transporte que unirá el casco histórico con la Plaza de la Cultura. La ruta ha sido diseñada para una extensión de 12 kilómetros y, en principio, se utilizarán seis autobuses eléctricos con capacidad para transportar 25 pasajeros.” Habrá que esperar a ver si eso resuelve el problema, exacerbado por las motocicletas y patinetas que ponen en peligro tanto a sus conductores como a los transeúntes.

Unido a la escasez de estacionamiento figura el espinoso problema de la indebida apropiación del espacio publico en calles y avenidas. Los negocios de todo tipo hacen caso omiso de las normativas que prohíben su ocupación; usando conos de goma y otros mamotretos se bloquean pedazos de la calle para su uso exclusivo. Si bien la carga y descarga de materiales y enseres puede justificar esa práctica, el bloqueo no puede ser permanente y deberá cesar una vez se termine la operación del transporte. Ni POLITUR ni el ADN parecen percatarse que a ellos les corresponde sancionar esa atrevida e incivilizada conducta, aunque irrite a los empresarios.

POLITUR, por su parte, brilla por su negligencia para prevenir los molestosos ruidos que una vez motivaron al Cardenal decir que la zona era una “mansa anarquía.” En época reciente los ruidos de las discotecas y salones de eventos han amainado, pero de particular hediondez urbana son los que producen algunos “artistas” improvisados y predicadores religiosos en el Parque Colon. Los tímpanos de los clientes de algunos de los restaurantes del lugar son acribillados por conjuntos y cantantes que asesinan la placidez del lugar. Ellos no tienen derecho a importunar con su alto volumen la paz de los parroquianos y POLITUR hace caso omiso.

Una problemática transversal del CHSD, a quien nadie hace caso, se inscribe en las 93 propiedades inmuebles que pertenecen al Estado. Muchos de ellos están vacíos o andan al garete con ocupantes no autorizados. Bienes Nacionales hizo un censo hace un par de años. Pero no ha surgido una estrategia para ordenar y adecuar su uso o su venta. Tampoco se ha ocupado nadie de compilar y revisar las normativas legales existentes para que haya una coherencia en las intervenciones.

No procede, sin embargo, ser mezquino al no reconocer que la seguridad ciudadana y el aseo urbano han mejorado mucho en los últimos años. También que algunas de las intervenciones completadas han mejorado mucho sus entornos. Pero persiste una menudencia de problemáticas que requieren atención y que pasan desapercibida tanto por las instancias responsables de hacerle frente como por residentes y visitantes. De cualquier modo, con la masiva afluencia de turistas extranjeros el poder de atracción del recinto decae por la persistencia de las incomodidades. Por eso tienen razón los que hace años han propuesto que el CHSD sea convertido en un Municipio Especial –o un Distrito Municipal— a fin de que haya una autoridad centralizada que se ocupe. De lo contrario seguirá la indeseable jurisdicción tripartita del ADN y los ministerios de Turismo y Cultura. Estas entidades protagonizan un conflicto permanente de jurisdicción.

Juan Llado

Consultor económico

Con entrenamiento universitario en los campos de la psicología, las ciencias políticas, la educación y la economía, obtuvo títulos universitarios en EEUU y se desempeña actualmente como consultor económico y articulista. Su experiencia de trabajo ha sido diversa, incluyendo misiones de organismos multilaterales y gerencia de proyectos internacionales. El principal hobby es la investigación y las tertulias vespertinas en el Centro Histórico de Santo Domingo. Aunque no partidarista y un libre pensador, ha abrazado últimamente la causa de la alternancia en el poder como requisito cumbre para fortalecer la democracia dominicana.

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