Es una forma de ansiedad que limita la vida social. En realidad, muchas personas se ven afectadas por esta situación, con el inconveniente de que no podrían hacer aportes por no atreverse a intervenir en un foro público.
Casi todos lo hemos experimentado en alguna ocasión, por lo que es bastante normal; sin embargo, cuando afecta o limita la vida social o laboral, podemos considerarlo un trastorno que amerita ser tratado.
Si en alguna ocasión en que has debido tener una participación en un auditorio, has sentido que se aceleran los latidos de tu corazón, tu respiración se torna ansiosa, sudas, tienes sensación de vacío en el estómago, tu voz sale extraña o no sale, tienes deseos de alejarte del lugar y pensamientos de que vas a hacer el ridículo o a fallar, estás teniendo un ataque de pánico escénico. La mayoría de los casos de miedo escénico no llegan a ataque de pánico, pero presentan nerviosismo y tensión.
El pánico escénico es una reacción psicológica que se acompaña de una respuesta fisiológica de miedo intenso, que te lo provoca el temor a que te juzguen, critiquen y descalifiquen. Aunque no sea un peligro real, tu organismo actúa como si tu vida estuviera en juego, se dispara tu sistema nervioso simpático para protegerte ante el peligro que crees enfrentar.
En la actualidad casi no tengo dificultad para dirigirme a grandes públicos, ya sea en auditorios, radio o televisión, ni siquiera para cantar en público, sin embargo, la primera vez que casi me obligaron a dar una charla de media hora en la iglesia a la que pertenecía, solamente le pedía a Dios, que no me desmayara mientras lo hacía. El haber logrado dar la charla sin presentar ninguna crisis, me generó autoconfianza y pude vencer la fobia a hablar en público.
Entre los factores que podrían ser responsables de estas crisis, podríamos señalar: una crianza muy descalificante, experiencias previas negativas, miedo al rechazo, baja autoestima, perfeccionismo y tendencia personal a la ansiedad.
Incluso en el mundo del arte y de la política, ha habido personas que tuvieron que superar el miedo escénico para poder proyectarse.
Si dices que no te gusta hablar en público, que consideras que no vale la pena y que prefieres mantenerte en bajo perfil, revísate. Podría ser el modo de ocultar el miedo escénico que te provoca el hacer intervenciones públicas. El principal inconveniente es que tu aporte podría ser muy valioso y tal vez nunca llegará.
Nuestro propósito es ayudarte a superar esa situación, porque podría proporcionarte una vida más plena. Te presentaré qué puedes hacer antes de forma preventiva, pero también qué puedes hacer durante el ataque de pánico. Realmente esas orientaciones te serán útiles para muchas de las crisis emocionales que se presenten en tu vida.
En primer lugar, debes ocuparte en conocer el tema del que hablarás, la falta de conocimiento te da inseguridad. Si vas a hablar de tus experiencias vividas, lo que necesitas es organizar lo que vas a decir. Tener apuntes, guía o programa, te servirá de mucha ayuda, notarás que los oradores profesionales suelen tenerlos.
Después de trabajar en el contenido, es importante que practiques. Mientras más práctica tengas, mayor seguridad te dará. Son importantes las exposiciones progresivas, comienzas con grupos pequeños y cercanos a ti, luego podrás hablarle a una multitud. En el auditorio notarás personas que te miran con mayor simpatía, fijar tu mirada en ellas te dará más confianza mientras hablas.
Debemos aprender autocontrol, cuando podemos controlarnos, podemos controlar lo que necesitemos. Es importante practicar ejercicios de relajación y actividades como: caminar, escuchar música, acariciar a tus niños o a tu mascota.
De manera especial, son esenciales los ejercicios respiratorios. No es extraño que cuando tomes la palabra en un foro que creas que es importante (independientemente de que lo sea o no), sientas que se aceleran tus latidos y la frecuencia respiratoria. Cuando sientes una fuerte emoción que te dificulta hablar (miedo, vergüenza, ira o tristeza), notarás que tu respiración está alterada, simplemente controlarla, te permite retomar el control de la situación.
Respira colocando una mano sobre tu abdomen verificando que mientras inspiras y espiras tu mano se mueve con tu respiración. Por otro lado, mediante un conteo mental, puedes regularte también. Cuentas cuatro mientras inspiras, retienes al conteo de tres y exhalas al conteo de siete. Puedes también hacerlo en 3-3-5 o en la secuencia que más te acomode. Si lo haces durante un minuto te sorprenderás con los resultados.
Reestructuración cognitiva. Esa vocecita interior que te dice: siempre lo haces mal, no podrás, o harás el ridículo, necesitas cambiarla por: puedes lograrlo, lo harás, todo saldrá bien.
La meditación te serviría de mucha ayuda, te permite relajarte, mejorar tu concentración y mediante técnicas de visualización, puedes imaginarte haciendo tu presentación de forma exitosa, lo que aumentaría tu autoconfianza, tu serenidad y tus posibilidades de éxito.
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