Porque: La gente inteligente no se ofende, solo saca conclusiones

“No te preocupes por ser bueno;
preocúpate por ser justo: demasiada
bondad solo te hace útil, no valioso”.

Dicen que lo último que se debe de perder es la esperanza, ese sentimiento que nos permite soportar determinadas situaciones cualquiera que estas sean, o que nos dan fuerzas para continuar padeciendo una desagradable situación hasta que se presenten las condiciones debidas para ponerle fin.

Así ha estado este pueblo viviendo durante décadas, esperanzado en que en algún momento se darán las condiciones para ponerle un alto al accionar perverso, corrupto e indolente de una clase política parasitaria, que solo nos usa como trampolín para llegar a las posiciones políticas que les permitan continuar con su dudoso comportamiento.

Estos políticos, pareciesen que creen, por una parte, que viven en el mundo aquel de los Denisovanos, donde eso seríamos nosotros y ellos, los duchos visionarios de la época en que vivimos.

Pero, en realidad, donde nos acosa el desencanto o el espíritu de la rebeldía, es cuando se dan esas condiciones que nos ha mantenido en espera y contrariamente nada sucede. Todo continua igual o peor, ya que nadie toma la iniciativa para efectivamente evolucionar hacia lo que se considera correcto, moral, ético y hasta humano.

Como pueblo continuamos como Guacanagarix, cambiando oro por espejitos y, sobre todo, con lo peor, es decir, la razón del porqué fue erradicada la raza de los indios, por pendejos, por eso hoy corremos con el pendejismo entre nuestros genes. Somos un pueblo pendejamente orgulloso de nada, pero solo de boca y fanfarronería, con una angustiosa prepotencia a “elaborar” héroes, que, en su gran mayoría solo son depredadores que viven y han vivido con la Patria entre los dientes, cual perro con su hueso.

Se llegó a creer, entre los que me incluyo, que por fin había llegado el momento por tanto tiempo esperado para llevar a cabo el real ordenamiento institucional que necesita este país, pero vaya usted a ver que desengaño, que dolor de Patria o de Nación al darnos cuenta de que no ha sido así y, por lógica y hasta la propia historia, esta situación de conveniencia para establecer esos cambios tan anhelados y necesitados, quizás no las volvamos a tener por un largo tiempo.

Llegar a tener un gobierno con tanto poder para hacer lo que se debe de hacer, no se ve frecuentemente en la realidad, pero, en vez de haber y estar haciendo lo que debería, se han decantado por el clientelismo, por el dejar hacer, dejar pasar, algo parecido a como si estuvieran en la oposición.

La inseguridad ciudadana, producto del desmembramiento de la disciplina y la inobservancia de las leyes dentro de los organismos llamados a ejercer el llamado monopolio de la violencia, no ha sido culpa de esos estamentos, si no, de los políticos. Y ahora, con el poder que ostentan para regularizar esta situación, para respetar esos estamentos en sus desempeños fuera de la política partidista o el clientelismo político, lo que hacen es incentivarlos con la permisividad y la falta de coraje para ponerle el cascabel al gato.

Don Antonio Guzmán, paso a la historia dominicana por haber puesto en retiro una veintena de generales, cuya existencia era inoperante, aunque como todo lo que hacemos, apenas rozó el problema y, hoy, donde antes comandaba un cabo, tanto en Policía Nacional como en las Fuerzas Armadas, nos encontramos un teniente y, donde estaba este, hoy hay un oficial superior y ni hablar, de que hasta ese mismo oficial superior era el mismo sargento que comandaba un destacamento.

La maraña absurda de oficiales generales y superiores en estos organismos es el fracaso más tremendo que han tenido los políticos, malogrando la carrera de verdaderos profesionales, cualquerizando los rangos de una manera absurda, ridícula y tirando por la borda cualquier tabla de organización y equipo que, lamentablemente, dicho bochorno queda reflejado en la eficiencia o falta de este de las llamadas fuerzas a sostener los valores nacionales. ¡No menos, no más! ¡Sí señor!

Rafael R. Ramírez Ferreira

General retirado

Mayor General ® E. N. Nacido en Sto Dgo, D.N., Estado civil: Soltero Tres Hijos: Ramfis Rafael; Rissel y Ramsés Funciones desempeñadas: Director General de entrenamiento; Director del J-2, Inteligencia de las FF.AA; Rector del Instituto Especializado de estudios superiores; Presidencia de la Comisión Permanente de Reforma de las FF.AA. Presidente de la Junta de Retiro, FF.AA Vice-ministro de las FF.AA. Inspector General de las FF.A.A Presidente del Consejo Académico Superior de Educación Presidente de la Dirección Nacional de Drogas (DNCD) En la actualidad Asesor Sobre operaciones y estrategia.

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