Las noticias que recibimos de América Latina son cada vez más increíbles y desafiantes. Por ejemplo, el gobernante espurio del Ecuador, Daniel Noboa, de una manera autoritaria decide trasladar la Presidencia de la Republica de Quito a Latacunga, una pequeña ciudad del interior, para evitar las protestas. Esto hizo el dictador Augusto Pinochet en Chile; se llevó el Congreso Nacional a Valparaíso y aún sigue allí. En Oaxaca, México el gobernador espurio Ulises Ruiz Ortiz (2004-2010) trasladó las oficinas del gobierno estatal fuera de la ciudad para evitar las protestas, pero esto no ha servido para nada. Las protestas continúan de todas maneras. Oaxaca de Juárez se ha convertido en la Ciudad de la Resistencia: los bloqueos, las marchas y los plantones se han convertido en el pan nuestro de cada día.

El reto de los movimientos populares y la mentalidad neoliberal

Quizá la experiencia de Oaxaca se reproduzca en Ecuador porque allí ya hay una tradición de movimientos populares y se ha creado, en cierta forma, una ciudadanía contestaria. Los movimientos indígenas son la gran reserva, pero en los últimos tiempos los líderes se han metido a la política partidaria. Ahora les han sacado del juego de la política para empeorar las cosas. El reto de los movimientos populares es como acercarse al poder sin perder de vista los objetivos de sus bases.  Hay que tener cuidado porque el poder es tentador y, a veces, los lideres pierden la cabeza.

En relación al individualismo a ultranza que se vive en América Latina, esto es parte de la ideologización neoliberal que penetró hondamente en la mentalidad de los grupos medios y altos en nuestras sociedades. Por sectores medio se entiende a aquellos que están insertados en los mandos medios de las empresas, los dirigentes de asociaciones civiles y religiosas, la burocracia estatal, etc. y por sectores altos se hace referencia a los poderes fáticos que controlan el poder económico, político, social y cultural. Por otro lado, los sectores populares constituyen una aglomeración social de grupos que viven mayormente de una economía soterrada de manera precaria. En cierta forma, los sectores populares hoy día constituyen una especie de precariato que incluye a una buena parte del proletariado, el cual sufrió una gran degradación por la aplicación de las reformas neoliberales, forzándolo a formar parte de los sectores populares.

La ideología neoliberal que se promovió por Estados Unidos y Europa occidental en nuestra región desde los años ochenta del siglo pasado también penetró en la vida de los sectores populares, pero no al mismo nivel que en los sectores medios y altos. La necesidad misma les ha enseñado a los sectores populares que no pueden vivir sin la solidaridad colectiva. Tanto el morador urbano como el rural necesita de la ayuda de su prójimo para sobrevivir en sociedades violentas como las latinoamericanas. De una manera u otra los sectores populares enfrentan grandes desafíos, pero para comprenderlos en su justa dimensión debemos observarlos en el contexto de la declinación del Imperio localizado al norte de México.

El declive del Imperio estadounidense

Estados Unidos tiene un fuerte ejército, pero no puede enfrentar exitosamente a la multipolaridad mundial porque su economía, aunque todavía es fuerte, va perdiendo la capacitad competitiva que tuvo en otros tiempos. Por ejemplo, no está fácil enfrentarse a China, Rusia e India juntas. Juntos estos tienen más de la mitad de la población del mundo y rivalizan en poder económico a Estados Unidos y Europa juntos.

En la actualidad observamos que tanto Europa como Estados Unidos están en una seria decadencia económica y enfrentan el auge económico y tecnológico de China. Ante esta situación, Estados Unidos se propone restaurar su poder económico y, para hacerlo, se ha propuesto ponerles aranceles a todos los países del mundo. No obstante, restaurar la economía de otros tiempos ya no es posible por más que se hable de volver a una época dorada. A las empresas transnacionales estadounidenses le resulta difícil retirarse de China porque allí la mano de obra es más barata que en Estados Unidos. Por otro lado, durante la desindustrialización de Estados en los años setenta y ochenta del siglo pasado se abandonó la educación a la fuerza de trabajo y hoy día el otrora poderoso Estados Unidos carece de mano de obra calificada.  Vale la pena señalar que en el año 2000 en Estados Unidos se graduaron 200,000 ingenieros mientras que en China se graduaron 196,000. Para 2024 los términos se invirtieron:  en Estados Unidos se graduaron 200,000 en Estados Unidos mientras que en China se graduaron 1 millón y medio. Esto se debió a la gran inversión china en la educación, algo que Estados Unidos descuidó. Alcanzar a China requerirá años para formar los ingenieros necesarios.  Así que la idea de regresar a una época dorada en Estados Unidos no es nada fácil y tomará tiempo si otras gestiones del Imperio deciden continuar la política promovida por el Sr. Donald Trump.

Despliegue de las fuerzas navales de Estados Unidos en el Caribe

La campaña de retornar a una época dorada es puro humo mediático de un régimen que se ve en la necesidad de hacer creer que todavía le queda fuerza para imponer su voluntad como en otros tiempos. El despliegue reciente de sus fuerzas militares a la región del Caribe para luchar contra el narcotráfico ilustra muy bien que han perdido la pista porque ahora la droga entra a Estados Unidos por California y en menor escala por la frontera sur. Desde los años noventa del siglo la droga dejó de pasar por el Caribe porque allí se desplegó la Sexta Flota de la Marina de Estados Unidos y, desde entonces, la droga pasa por el Pacífico y luego llegaba a México, pero ahora el comercio de las drogas ha tomado otras rutas como lo ilustra el libro Los cárteles gringos de Jesús Esquivel, corresponsal de la revista Proceso en Washington. Según Esquivel ya los organismos de seguridad han identificado a grupos de motoristas como los distribuidores de droga: la recogen en la frontera sur o en California y la distribuyen por todo el país. Estos cárteles ya están en la mira de los organismos de seguridad, pero de esto no se habla en la prensa de dicho país.

Las amenazas al gobierno de Nicolas Maduro en Venezuela

En realidad, en estos momentos a Estados Unidos no le importa el narcotráfico, sino más bien socavar el gobierno de Nicolas Maduro en Venezuela y mostrar a sus seguidores que el país es fuerte y que le puede poner fin al narcotráfico. Ahora bien, meterse en Venezuela con un poco más 4, OOO soldados no es realista. Por ejemplo, para invadir la República Dominicana en 1965 necesitaron 23, OOO y para tomar Granada, una isla de 80,000 habitantes, necesitaron 8,000. Este no es el caso del gobierno encabezado por Maduro en una nación de mediano tamaño en Sudamérica. Entonces, el despliegue frente a Venezuela sería meterse en una camisa de 11 varas. En pocas palabras, el desplazamiento de fuerzas en el Caribe podría ser "mucha chicha y poca limonada."

El peligro para Venezuela

Se trata, aparentemente, de un asunto mediático para mantener el apoyo de las bases electorales de Donald Trump, pero Venezuela tiene que tomarlo en serio porque tener esas fuerzas cerca a sus costas es muy peligroso. Con sus barcos y aviones los estadounidenses fácilmente pueden bombardear las represas qué producen la energía eléctrica y dejar el país a oscuras; lo mismo pueden hacer con las refinerías de petróleo, pero esto le llevaría a un callejón sin salida pues, habría resistencia armada organizada por un gobierno que ya se está preparando por lo que pueda suceder. Sin embargo, solo hay que observar lo que pasó en Irak y Afganistán, donde se produjo una resistencia y la cosa no se pudo limitar a los bombardeos; hubo que llevar los soldados y fue entonces cuando la piña se puso agria. En ambos casos se perdió la guerra y se desestabilizo los regímenes políticos y esto tuvo consecuencias funestas.

América Latina, zona de paz y movimientos populares

Mal que bien, América Latina es una región de paz en el mundo y, si invadieran Venezuela, los estadounidenses se abrirían otro frente y no queremos ni pensar en las consecuencias. Bastante tienen con Ucrania y el Medio Oriente, Taiwán y los desafíos que China representa en su Mar del Sur. En resumen, el Imperio no la tiene fácil y mucho menos sus gobernantes lacayos como el de Ecuador que piensa que con tan solo con trasladar la capital de Quito a Latacunga resolverá el tema de las protestas populares.

Tampoco la tienen fácil los movimientos populares que hoy enfrentan el auge de la derecha en tiempos de decadencia imperial. El Imperio está en declive, pero aún le queda fuerza para hacerle vida imposible a los sectores populares en América Latina. Habrá que ver en qué medida la multipolaridad en el mundo pueda abrir espacios políticos para que los gobernantes de nuestra región puedan aprovechar el auge de China y sus conflictos económicos y políticos con Estados Unidos. Quizá los movimientos populares puedan también aprovechar la coyuntura para plantear sus demandas. Sin embargo, lo cierto es que el auge de la derecha a nivel mundial y regional ha desanimado a los movimientos populares y los ha dejado sin propuestas para conducirse en la coyuntura actual. Es tiempo de reflexionar y buscar nuevos horizontes que permitan un acercamiento crítico al poder sin subordinación a los poderes faticos.

Emelio Betances

Emelio Betances tiene un doctorado en sociología por la Rutgers, the State University of New Jersey (1989) y se ha desempeñado como catedrático de sociología en la Universidad Autónoma de Puebla y la City University of New York (1982-1990). En 1990, funda el Programa de Estudios Latinoamericanos en Gettysburg College y lo dirige por 10 años. Luego se dedica a la docencia y la investigación sociológica. Sus publicaciones incluyen: State and Society in the Dominican Republic (Westview Press, 1995), En busca de la ciudadanía: los movimientos sociales y la democratización en la República Dominicana (Archivo General de la Nación, 2016), La Iglesia católica y la política del poder en América Latina: El caso dominicano en perspectiva comparada (segunda edición en español, Funglode, 2017) y, en colaboración con el Dr. Carlos Figueroa-Ibarra, compiló Popular Sovereignty and Constituent Power: Democray from Below (Palgrave/Mcmillan, 2016). En la actualidad, el Dr. Betances realiza una investigación sobre el movimiento magisterial en México.

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