La confianza y esperanza en un gobierno es lo que cualquier país desearía, ante todo lo demás. El sentimiento de que realmente avanzamos y que el futuro será mejor. No hay nada peor que la desesperanza y el pesimismo.
Las cifras son las cifras, nos gusten o no. Si la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes ha bajado en los últimos años hasta colocarse en 9.4, siendo la más baja del Caribe y la tercera mas baja de toda la región, no ha sido por arte de magia.
¿Voy a seguir hablando de logros económicos, institucionales o sociales que fueron mencionados por el presidente? NO, otros que lo hagan.
Cada dato de su discurso lo conocía de antemano, porque es parte de mi trabajo estar siempre bien informado. Yo hablaré en este artículo de lo que a la gente le preocupa. De su futuro. Lo pasado ya paso, bien o mal, es un hecho.
Pero hay un sentimiento y reconocimiento generalizado de que aun sufriendo de una pandemia que paralizó al mundo entre 2020-2021, una guerra que afectó la economía mundial desde marzo del 2022 hasta la fecha, una inflación que disparó el hambre y la pobreza en el mundo y del terrorismo que controla el 75% del territorio de nuestro país vecino, el gobierno de Luis Abinader ha sorteado cada una de esas crisis en apenas 4 años y medio, con notable eficiencia, valentía, honestidad y transparencia, que lo colocan en la cima de los gestores mas exitosos de la historia dominicana desde la caída de la dictadura.
Por ello, la gente siente y confía que hay esperanza en el futuro aun en situaciones difíciles, donde las quejas de los ciudadanos son el pan nuestro de cada día. Avanzamos y es lo importante.
Estas fueron las mejores palabras de Luis Abinader en su discurso del 27 de febrero. Citamos:
“Este discurso no estaría completo sin hablar del mañana, porque gobernar no es solo recordar lo hecho, sino trazar con decisión el camino que nos llevará al futuro. La política solo tiene sentido si nos permite, con los cimientos del país que somos, construir el país que seremos. Pero ese país que vislumbramos en el horizonte no será la obra de un solo hombre o mujer ni de un solo gobierno. Será la gran obra de nuestra generación, un esfuerzo colectivo donde cada dominicano, con su trabajo y su compromiso, colocará su piedra en la edificación de un futuro mejor”
“Hoy estamos sembrando las bases de esa transformación. Hemos colocado muchas piedras. Y cada una de ellas es una promesa, una puerta abierta hacia un porvenir de progreso y dignidad. Colocamos la primera piedra de la institucionalidad democrática, renunciando a la tentación del poder sin límites, para que nunca más el destino de nuestro país dependa del capricho de un solo hombre. Hoy, nuestra democracia es fuerte, porque pertenece a su pueblo y no a sus gobernantes. Colocamos la primera piedra de una justicia verdaderamente independiente, desterrando la injerencia política en el Ministerio”.
La confianza de una gran mayoría de los dominicanos hacia Abinader se mantiene intacta después de casi 4 años y medio en el poder y eso es lo que cuenta para un mandatario. Es difícil porque rara vez eso sucede en este paraíso terrenal lleno de guerras, dictadores, persecuciones, esclavitud, muerte, hambre, migraciones masivas, desesperanza y desesperación.
La oposición hizo su trabajo. Oponerse a todo, negarlo todo, criticarlo todo, sin una simple palabra que dijera “reconocemos que en la justicia hemos avanzado”. Una oposición desarmada, sin argumentos y con un pasado tan oscuro como una noche sin luna.
Y las principales voces de esa oposición tuvieron la misma oportunidad que ha tenido Luis Abinader de crear confianza en el futuro. Pero prefirieron escoger el camino de la corrupción, el nepotismo, el abuso de poder, la injustica y la impunidad. Lo violaron todo y engañaron a todos, perdiendo la confianza de la gente, sin importar sus logros. En el fondo, todo estaba podrido.
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