Ya en mi generación es poco común que las personas tengan suscripciones a publicaciones tradicionales (que incluso no son publicaciones en ningún sentido, pues casi todas son digitales). Sin embargo, a veces, cuando quería indagar sobre temas eclécticos que me llamaban la atención, ya sea sobre la vida de Porfirio Rubirosa, Charles Bluhdorn de Gulf+Western o Michel David-Weill de Lazard, me daba cuenta de que siempre existía un artículo magistral (y extenso) sobre el tema publicado en la icónica revista americana Vanity Fair.

También me percaté de otro detalle importante: el denominador común era que estos artículos se publicaron durante el mandato del editor en jefe Graydon Carter.

Carter tuvo una meta muy clara en Vanity Fair: brindar “un surtido de historias cautivadoras abarcando la historia actual, enemistades, primicias y escándalos de los mundos de la literatura, las artes, la moda, el entretenimiento, la política, Wall Street y Silicon Valley”. Esta visión hizo a la publicación muy exitosa durante los 1990s y los 2000s, una época dorada que además fue un interregno curioso y desorientador entre el final de la era análoga y la actual posmodernidad alimentada por el internet y las redes sociales.

¿Pero qué hace que una época sea dorada? ¿Y qué pasa cuando esta llega a su fin? Carter explora estas preguntas a través de sus vivencias en When the Going Was Good: An Editor’s Adventures During the Last Golden Age of Magazines, su libro de memorias, escrito junto a James Fox, que abarca su célebre carrera, desde sus orígenes humildes en Canadá hasta su llegada a Vanity Fair, donde fue editor por 25 años luego de haber pasado por otras notables publicaciones como Spy, revista satírica que fundó para aprovecharse de los excesos de la era de “greed is good” en Nueva York, así como Time, Life y The New York Observer.

El encanto de When the Going Was Good yace en que es entretenido, refrescante, inspirador, hasta íntimo. La historia de Carter comienza como es natural, en su infancia, adolescencia y joven adultez en Canadá. Nos recuenta pensamientos con los cuales es fácil identificarse: “Las películas y revistas que leía eran el poste indicador hacia una vida más glamurosa fuera de nuestras ventanas heladas y nevadas”. Continúa diciendo que él “quería una vida adulta de cócteles, cigarrillos, juegos de bridge, charlas ingeniosas y ropas que no fueran de tartán”. El momento de inflexión parece haber ocurrido mientras Carter trabajaba como instalador de cableado de telégrafo en la principal compañía ferroviaria de Canadá luego de graduarse de bachillerato. Una tarde, cerca al crepúsculo, vio pasar el tren transcontinental canadiense, el Super Continental, y se percató de lo siguiente:

[El tren] Estaba pasando lentamente y en la luz rosada del final de la tarde pude ver dentro del vagón comedor. Había una pareja joven sentada allí dentro. Estaban bien cambiados y parecían pasar un buen rato en el resplandor ámbar de la luz de mesa al lado de la ventana. Solitario, cansado y sucio, me sentí estar a un millón de millas lejos de la atractiva pareja. En ese instante determiné que, hiciera lo que hiciera, ya no quería saber más de bañarme al final de la semana en lugar de al comienzo del día. Era el momento de seguir adelante con la vida que concebí para mí. No estaba completamente seguro de qué [vida] sería esa. Pero sabía una cosa: quería estar del otro lado de esa ventana”.

Carter definitivamente ya estaba del “otro lado” al ser nombrado editor de Vanity Fair en 1992. Los capítulos que le dedica a su reinado están repletos de anécdotas entretenidas y variadas, y es que no se puede esperar menos de las vicisitudes dentro de una revista tan arquetípica y de alto perfil.  Carter imparte su sabiduría con la sagacidad de un crítico y, de cierto modo, When the Going Was Good también se puede apreciar como una especie de filosofía laboral: cualquier joven con apetito podrá leerlo para apreciar cómo, cuando existen estándares y el deseo de trascender, se pueden lograr cosas que las personas recordarán por el porvenir.

Algunas lecciones: en cuanto a su estilo gerencial, Carter lo define como “estricto, justo, pero conspirativo”, escuela a la cual me adscribo ciegamente. Con relación a la permanencia, nos sugiere que “siempre edites con tu sombrero puesto — es decir, [debes] estar preparado para salir en cualquier momento” y que “planees tu salida antes que tu entrada”. Y cuando Vanity Fair organizó su primera gala anual de los Oscars, Carter la hizo intencionalmente pequeña, pues “si hay una posibilidad de fracaso, quieres la menor cantidad de testigos ante el desastre”.

Carter culmina el libro con sus reglas para el buen vivir, muchas de las cuáles son caprichosas, pero bien fundamentadas:

  • A quién invitas a un evento es tan importante como a quién no invitas
  • Cómprate dos cosas de un producto si te gusta extremadamente
  • Haz tus propias llamadas telefónicas (sin secretaria)
  • Hay que ser el primero en salir de una cena grande, apenas presenten el postre en la mesa.

El último consejo consiste en 25 razones por las cuales hay que siempre andar con un pañuelo, siendo la última que “cuando todo lo demás falla, [tienes algo] para ondear en el aire cuando sea el momento de rendirse”.

Pero Carter no ondeó pañuelos cuando salió de Vanity Fair en el 2017, a raíz de una reorganización propuesta por Anna Wintour para las revistas de Condé Nast, bajo el asedio de fuerzas digitales que azotaban toda esa industria. En ese entonces, Carter ya podía atisbar el principio del final. Dice al respecto:

“Nunca sabes cuando estás en una época dorada. Solo te das cuenta cuando termina…  Esta gran época de la influencia e invención de las revistas que había alimentado la cultura durante los pasados tres cuartos de un siglo estaba casi seguro terminándose. No terminaría inmediatamente, pero pensé que, como la bancarrota, ocurriría lentamente y luego todo a la vez”.

La idea recurrente más importante del libro es que en todo esfuerzo humano el resultado es solo tan bueno como la calidad de los individuos que se suman a dicho cometido. Naturalmente, Carter tenía muy claro que “los escritores son la franquicia” y por eso Vanity Fair alcanzó su zénit durante su liderazgo. Esta es una realidad que muchas veces olvidamos en nuestro país, donde nos quejamos de los resultados, pero no interiorizamos que a veces no apoyamos a las personas para que puedan dar su cien por ciento.

Casi no puedo transmitir en palabras lo mucho que disfruté leer estas memorias, pero creo que los Pet Shop Boys capturaron el sentimiento cuando escribieron en Being Boring, considerada su canción más relevante, que “cuando eres joven, encuentras inspiración en cualquiera que alguna vez haya abierto una puerta que se cerraba”. Al terminar el libro, sentí, en esencia, haber terminado una larga cena con un buen compañero de mesa, hipnotizado por su intriga y relatos legendarios.

Miguel José Linera

Abogado

Abogado con práctica concentrada en las áreas de derecho civil, derecho corporativo y transaccional con un enfoque en fusiones y adquisiciones, financiamiento y desarrollo de proyectos e inversión extranjera. Obtuvo su Licenciatura en Derecho de la Universidad Iberoamericana (UNIBE) y posteriormente obtuvo un Máster en Derecho Corporativo (LL.M.) de New York University.

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