En nuestro país, apostar es algo cotidiano; no solo cotidiano, sino que estamos minados de bancas de apuestas y tenemos defensores de las mismas ya que hasta legisladores son los propietarios que defienden sus intereses.

En mi sector yo pude contar cinco, dos en cada esquina de mi casa y las otras tres a menos de una cuadra. Pero su existencia no solo es en los barrios pobres. La ciudad entera está llena de ellas, desde los lugares más marginados, hasta los más exclusivos.

Creo que se hizo un estudio y se comprobó que hay más bancas de apuestas en los sectores más necesitados que escuelas e iglesias.

Jugar es un vicio incurable. Yo fui testigo de una señora al borde de una crisis histérica porque las bancas no abrían. Un señor se ofreció a buscarle una en toda la zona, recorrió un área incalculable; es que ella no concebía pasar un solo día sin jugar.

Como yo no juego, un día se me ocurrió jugar el loto para ver si me lo sacaba e irme a vivir los años que me quedan en un crucero, porque he visto que muchas personas mayores han optado por esta forma de vida. Dicen que tienen médico, lavandería, comida, diversión, etc. todo cubierto. La vergüenza que pasé hizo que saliera con “el rabo entre las piernas” porque marqué tantos números que los que miraban se burlaron de mí, ese fue mi debut y despedida del juego.

Hace como un mes me encontraba en el salón cortándome y comenté que me había soñado con mi mamá y una gran amiga. Las dos habían nacido el mismo día, tal coincidencia hizo que la señora que me estaba recortando comenzara a arreglar el sueño, ella es fanática del juego de loterías y juega todas las locales e internacionales, algunas. Su fervor al arreglar mi sueño hizo que me diera una gran cantidad de combinaciones porque seguro me iba a sacar y al final no tuve que celebrar ni lamentar, porque ni jugué nada, ni supe qué números salieron.

Pero mi gran sorpresa no ha sido ni la ansiedad por no jugar, ni el arreglo de los sueños. De la impresión he quedado “bizca” al saber qué se apuesta porque no sabía cómo ni qué y supe que los apostadores o jugadores enfermos juegan hasta el color del próximo carro que pasará frente a su casa. ¡Oh Dios!

En estos días dos peloteros de grandes ligas han sido acusados e incluso puestos en prisión por su complicidad en las apuestas. Pensaba que en el juego de pelota una bola, un strike o un pelotazo era algo al azar, pero parece que no, cuando aparecen estos tramposos nos damos cuenta de que muchas veces una jugada puede ser intencional por un negocio oscuro entre el jugador y los viciosos.

Me produce una honda pena que jóvenes con un futuro prometedor se dejen llevar por el placer de la carne e incurran en acciones reñidas con la moral o por el dinero fácil y echen por la borda una carrera que bien les hubiera proporcionado un mejor vivir, cerrándose las puertas del éxito.

Pero si pena me producen los que se dejan seducir por el dinero rápido o el placer, más pena me dan aquellos peloteros que dejan su familia de más de veinte años por jóvenes que presumen de melenas postizas y transformación corporal por las cirugías.

Parece que no se dan cuenta de qué es lo que buscan. Si por cosas del destino esa brillantez del dinero se reduce, van a salir “juyendo” porque lo que les atraía era el dinero y la fama y no la persona.

Me encanta leer sobre tantos peloteros famosos que han sabido valorar a su familia y que no les ha cegado la fama y la gloria para buscar nuevos placeres.

Es lamentable que estos jóvenes, generalmente salidos de una familia bien pobre que la única esperanza que tiene para mejorar su situación presente es que su hijo se destaque y lo firmen, aunque sea por ligas menores, lo primero que hagan sea comprarse una vistosa cadena que generalmente no es de oro, pero que tampoco pueden sostenerla en el cuello de tan pesada. Además, se hacen un peinado extraño con unas rastas decoloradas y así llamar la atención de aquellas mujeres que andan a la pesca de algún proveedor de caprichos; se presentan como el destacado pelotero y logran que esas mujeres se fijen en ellos ya que el dinero les atrae y seduce.

Para muestra hay que ver cómo los peloteros mundiales más famosos se buscan a las mujeres más atractivas y deslumbrantes, generalmente modelos.

Muy poco de los nuestros-creo se pueden contar con los dedos de las manos y sobran- pueden hablar como diríamos “con la boca llena” sobre su gran triunfo y una familia estable y ejemplar que han mantenido por largos años. Pero los hay…

Elsa Guzmán Rincón

Bibliotecóloga

Maestra y Bibliotecóloga, retirada.

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